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LAS REPARACIONES

Fernando Jaén Águila

LAS REPARACIONES

{Colección Diástole}

Primera edición, febrero 2017

© Fernando Jaén Águila, 2017

© Esdrújula Ediciones, 2017

ESDRÚJULA EDICIONES

Calle Martín Bohórquez 23. Local 5, 18005 Granada

www.esdrujula.es

info@esdrujula.es

Edición a cargo de

Víctor Miguel Gallardo Barragán y Mariana Lozano Ortiz

Ilustración de cubierta: Marcello Magnato

Impresión: Ulzama

«Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en el Código Penal vigente del Estado Español, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística, o científica, fijada en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorización.»

ISBN: 978-84-16485-99-4

Impreso en España· Printed in Spain

Cuando el espíritu atiende la extravagante llamada que le invita a abandonar el trayecto que le ha trazado la vida cotidiana, cuando el clamor o la rapsodia se filtran con esfuerzo mientras el espíritu se eleva sobre una imagen inesperada de su propia soledad y su diferencia, es entonces cuando se encarna la reparación de la poesía.

Seamus Heaney

Un poeta no es una persona sin profesión, incapaz de hacer otra cosa, sino más bien una persona que transciende su profesión y la subordina a la poesía.

Osip Mandelstam

La nobleza de la poesía es una violencia interior que nos protege de la violencia exterior.

Wallace Stevens

A Nadia, medusa.

A mis hijos, Fernando y Beatriz, gorriones.

Carta abierta a Seamus Heaney

Qué extraño me resulta escribirte esta carta, sobre todo ahora que ya estás muerto. Aunque tu pelo blanco siempre te hacía más viejo de lo que eras, tu partida llegó tan rápido que apenas te pudiste defender de la muerte. Me dice un amigo de Gamoneda que eras modesto a pesar de todo y amable sin ni siquiera pretenderlo. En tus últimos años ibas con frecuencia a Asturias, donde te acogían como a un insólito jefe de una antigua tribu, conocedores de tu enérgica defensa de su lengua propia, de tu pasión por la cultura celta y esa aversión tan tuya a la violencia.

Te llamaban poeta de lo cotidiano mientras mantenías un pulso entre lo lírico y lo pragmático. Volviste, tras haberlo dejado, a dar clases para poder pagar tu hipoteca. Durante los años que fuiste catedrático en la Universidad de Oxford, en tus conferencias rondaba siempre la idea de reparación de la realidad por medio de la poesía. Decías que para Havel la esperanza no era la convicción de que las cosas saldrían bien, sino la certeza de que algo tenía sentido, sin importar como acabase. Por eso tú creías que la poesía era algo más que un servicio para cada época, más que una herramienta útil de la sociedad, para ti tenía la fuerza necesaria para reparar, conservar la unidad espiritual de este mundo y vencer a la gravedad. Un continente de espigas mecidas por el aire, donde el susurro de un poema trasformaba el entorno en un orden amable, donde la oscuridad fluía como un ser de agua, donde la ilusión era la que debía contener a la amenazante realidad. El poeta tendría así esa sensación mágica que conduce la existencia humana a una vida más plena, dotada de sentido.