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Vivir sin enfermedad

© 2016, Luis Ernesto Espinosa

© 2016, Intermedio Editores S.A.S.

Edición, diseño y diagramación

Equipo editorial Intermedio Editores

Diseño de portada

Hernán Ricardo Mancipe

Intermedio Editores S.A.S.

Av Jiménez No. 6A-29, piso sexto

www.circulodigital.com.co

Bogotá, Colombia

Primera edición, febrero de 2016

Este libro no podrá ser reproducido

sin permiso escrito del editor.

ISBN: 978-958-757-573-6

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Dedicado a Inka Lecumberri, poderosa mujer- medicina, capacitada para ver la energía y sanar a distancia con la facilidad de un ser de otra dimensión y la inocencia de un niño.

CHAMALÚ

Introducción

La enfermedad es atenazadora, abrasivo el dolor; el cuerpo, teñido de sufrimiento, presencia impotente el desmoronamiento de su capacidad defensiva. Su fuerza autocurativa, médico interior en otros tiempos, se derrite inoperante. La vitalidad, encharcada, parpadea indecisa; es grande el daño efectuado por una alimentación que en vez de nutrir, envenena. Simultáneamente, la lucidez que antes permitía darse cuenta del error, luce congelada, aparcada a la deriva de una vida al servicio del sinsentido y la banalidad. Estamos en el siglo XXI, tiempo de tecnología y adicciones, de manipulaciones y cárceles invisibles, de infelicidades normalizadas y enfermedades aceptadas como inevitables.

El panorama luce gris, pesimista; la esperanza, con vestuario deshilachado, deambula extraviada, la mayoría de la gente vive una vida oscurecida, fue entrenada para la infelicidad y la enfermedad, mientras se le sugiere mirar para afuera. Quien se conoce germina preguntas y, por las grietas de las dudas, descubre que la vida es algo más, mucho más.

De eso se trata este libro. Vivir sin enfermedad es una valiente apuesta a la disidencia, es doblar las creencias convencionales hasta romperlas, es patear la rutina, eliminar las zonas oscuras de la vida con la luz del conocimiento. A diferencia de otros libros, esta es una invitación a la reflexión, mientras se te provee de claves, secretos y herramientas para reinventar tu vida, sobre la base de la salud y la felicidad. Es hacer un borrón y cuenta nueva, mientras lo convencional se convulsiona y la opinión pública murmura. Es afectar los intereses de quienes se lucran con el sufrimiento humano.

Vivir sin enfermedad es el pasaporte para realizar un viaje de conocimiento, con la perspectiva de recuperar el poder sobre tu salud y tu vida y comprender la importancia de nunca más delegar a otras manos algo tan valioso como la conservación de tu salud.

Viví buscando sabios en diversas culturas, pude experimentar sus secretos, beneficiándome de otra forma de vivir, salud y placer incluidos. Todo lo transcribo en estas páginas que, más que un libro, son las instrucciones para realizar el viaje al reencuentro con tu salud, si sufres de alguna enfermedad, o para elevar la calidad de tu existencia, si te encuentras sano. Sin salud nada tiene sentido y con ella, autogestionada lúcidamente, tu vida devendrá en fiesta y ceremonia, peregrinación y celebración, ofrenda y aventura y, en el fondo, el cumplimiento de una misión profundamente disfrutada.

¿Quieres vivir sin enfermarte? Es posible. Estas son las herramientas e ingredientes para lograrlo. El resto, vivir con pasión y desapego, porque la vida es un regalo maravilloso, reservado para quienes aprendieron el sagrado arte de vivir.

CHAMALÚ

Cochabamba, Bolivia. Enero 2016

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Este capítulo reúne muchas de las preguntas que me han hecho, tanto personalmente en mis conferencias alrededor del mundo, como a través de entrevistas, mensajes de correo electrónico y redes sociales. Recojo aquí, igualmente, las respuestas que he dado a estas preguntas y que revelan la esencia de mi filosofía de vida y pensamiento.

img4.pngUsted es conocido como líder espiritual e ideólogo ecologista. ¿Cómo explica su incursión en el ámbito de la salud?

Al tiempo que agradecer esta entrevista, quiero comenzar aclarando que mi primera formación, mi primer aprendizaje, mi primer contacto con el conocimiento, fue con un hombre-medicina cuando tenía diecisiete años. Rememorando cosas de mi infancia, debo decir que fui curado por mi bisabuela quechua de una enfermedad declarada incurable. Ahí donde los médicos científicos fracasaron, pudo más la sabiduría natural de una mujer analfabeta pero lo suficientemente sensible como para saber que su bisnieto no moriría, pudo más la sabiduría ancestral, el ritual y la medicina de los abuelos, que desde su paradigma no admiten la existencia de enfermedades incurables, ni siquiera se habla de enfermedades como algo separado de la vida humana, sino de enfermos, de personas que infringieron las leyes naturales y están recibiendo el mensaje de la Madre Tierra, expresado en los síntomas que precisamos interpretar adecuadamente para aprender las enseñanzas.

A mis diecisiete años, luego de atravesar una crisis existencial, después de una larga búsqueda, encontré a un anciano, un hombre-medicina que vivía en la cima de una pequeña montaña al sur de Cochabamba, en Bolivia. Sus hijos, ya mayores, convertidos en migrantes, no habían regresado al país, él no sabía a quién entregar todo el conocimiento acumulado en su extensa vida, de manera que terminó accediendo a enseñarme, adoptándome simbólicamente como su hijo. Los tres años que pasé a su lado fueron mi primera iniciación en el camino de la salud desde otra cosmovisión.

Al marcharse él, heredé sus pacientes, aún no había cumplido veinte años y ya tenía un gran número de enfermos que se aferraban a la esperanza representada en ese joven inexperto, pero ansioso de ayudar y experimentar.

Durante quince años me dediqué a atender pacientes, simultáneamente continué buscando en la montaña y la selva abuelas y abuelos portadores de conocimiento. Oportunamente aprendí que ellos son una biblioteca viva, de la que podemos aprender mucho. De esa manera, me convertí también en un viajero, un empedernido buscador de conocimiento, un admirador de las culturas prehispánicas y un amante del buen vivir.

Este aprendizaje fue cambiando mi manera de ver la vida. Aquello que aprendía en la educación oficial fue tajantemente refutado por la sabiduría de los abuelos, entonces y no sin reiteradas crisis de duda e incertidumbre, tomé posición y me situé del lado del conocimiento auténtico, convirtiéndome en una persona critica de lo convencional. Esas son mis raíces; lo espiritual vino con lo indígena y lo ecológico también, de igual manera mi sensibilidad social y mi postura política, porque no puedes permanecer indiferente a una problemática social lacerante.

El ecocidio, el etnocidio, incluso en genocidio encubierto, continúa en pleno siglo XXI.

img4.pngPero usted también fue a la universidad y realizó estudios superiores. Su forma de hablar lo delata.

Me pasé la vida estudiando, investigando, experimentando, preguntándome, sigo siendo un aprendiz de la vida. En diversas épocas, estudié Terapias Alternativas y Medicina Natural en Argentina, Medicinas Holísticas en España, masaje tailandés en Tailandia, además de disciplinas sociales, Ecología y Educación. Me preocupa lo que pasa en las escuelas, esa sospechosa ausencia de educación en el sentido etimológico del término, es decir, «hacer surgir el potencial que llevamos dentro».

Me preocupa que se haga perder tanto tiempo a las nuevas generaciones aprendiendo información inútil mientras la urgencia de aprender a ser feliz, a no enfermarse, a conocerse, a manejar la mente y las emociones, permanece desatendida. Me preocupan las estrategias manipuladoras desde las cuales se induce a la población a la infelicidad y la enfermedad porque a ese público se le venden más cosas, en especial, lo que nunca compraría una persona sana y feliz. Soy de los que sueñan un mundo más humano, más ecológico y más feliz. Con esa idea, decidí compartir los secretos que mucha gente sabia me transmitió, por eso escribo libros y doy conferencias en todo el mundo, por ello también acepté compartir todo lo que sé para no enfermarse, porque estoy convencido de que se puede vivir indefinidamente sin enfermarse.

Cada vez hay más gente que no consume más ningún fármaco de farmacia, que no acepta cirugías cuando hay otras alternativas, que rechaza continuar consumiendo basura y viviendo en contra de las leyes que rigen la naturaleza y la vida.

img4.pngChamalú, le hemos escuchado pronunciar duras criticas a la medicina científica, ¿realmente no le parece que también ella aporta a la salud?

No solo que no aporta a la salud y la calidad de la vida sino que la perjudica. Esto puede entenderse desde el momento en que comprendemos que su lógica es básicamente comercial. Las empresas que intervienen en la elaboración de medicamentos lo hacen como cualquier otra empresa al interior del libre mercado. Sus ejecutivos se afanan por satisfacer a sus accionistas y posibilitarles mejores opciones de ganancia, y para ello, las investigaciones de mercado exploran las áreas más lucrativas de inversión.

En este sentido, a las empresas farmacéuticas no les interesa ningún producto que mejore la salud porque afectaría su negocio, es más, si algún científico independiente descubre un medicamento contra una enfermedad que para ellos es una simple oportunidad de negocio, rápidamente sobornarán al descubridor y harán desaparecer el medicamento.

Esa es la lógica que cuestionamos. La salud no tendría que ser un tema de negocio, tendría que ser ilícito lucrarse con el sufrimiento de los demás y ser delito introducir al mercado productos que perpetúan el sufrimiento para que unos pocos se hagan millonarios. Cuestionamos la lógica comercial de la producción de fármacos y la deficiente formación de los médicos en materia de salud. Para nadie es desconocido que en las facultades de medicina, no se forman expertos en salud sino especialistas en enfermedades, técnicos que casi siempre terminan enfermos de las mismas patologías que administraron en su vida profesional.

No es novedad el hecho de que los médicos no saben diagnosticar, porque las enfermedades no son solo físicas; se equivocan además porque no tienen formación ecológica, entonces no relacionan las diversas enfermedades con el entorno y la polución, con los estilos de vida y los trabajos antihumanos, con la calidad de las relaciones y la ignorancia inducida. Es decir que cuando tenemos alguna alteración de la salud, ir al médico se convierte en un problema más, pues es cuando precisamos un verdadero asesor que nos oriente para retornar el camino de la salud, en vez de «patologizar» nuestro proceso y enviarnos a casa con un diagnóstico encima y la indicación de consumir medicamentos, que en el mejor de los casos, dañarán otros órganos, perjudicando además la labor autocurativa de nuestro cuerpo.

Cuestionamos el uso excesivo de fármacos, el abuso de cirugías y rayos X; cuestionamos la teoría pasteuriana del contagio sin aludir a las condiciones externas en las que se vive, a la alimentación que se tiene, a la labor del sistema inmunológico, etc. En verdad el contagio directo no existe o, dicho de otra manera, para que el contagio ocurra ante la presencia de un supuesto agente microbiano patológico, hace falta un sistema inmunológico debilitado por una dieta errónea y unas condiciones de vida antisaludables, y de eso, obviamente, no se dice nada.

Cuestionamos también los informes supuestamente científicos, financiados por quienes usan la ciencia para justificar su negocio y la experimentación en animales y en los mismos habitantes de los países pobres, de medicamentos cuyo uso se prohíbe luego en el primer mundo; cuestionamos que sean las mismas empresas que producen pesticidas y otros venenos las que produzcan medicamentos; cuestionamos la manipulación a los gobiernos para que implementen campañas de vacunación obligatoria con productos de dudosa eficacia y el haber convertido a los médicos en meros funcionarios de su actividad empresarial, premiando a los que distribuyen más cantidad de sus productos.

Los fármacos matan más gente que las guerras, pero eso no es noticia. La industria farmacéutica es uno de los negocios más rentables del mundo y casi nadie hace nada al respecto. Es verdad que se ha prolongado el tiempo de vida de la gente, ahora se vive más pero se vive peor porque nos necesitan enfermos pero no les convienen los muertos.

Esa es la lógica la que cuestionamos y no podemos ser menos duros, porque se trata de la salud y la vida, y porque para nosotros es ilegal e inhumano que se lucren de la salud y el sufrimiento de las personas.

img4.png ¿No le parece, Chamalú, que a pesar de toda la critica a la medicina ahora hay menos enfermedades que antes?

Absolutamente falso, en la actualidad hay más y peores enfermedades y esta es una tendencia creciente. Es verdad que algunas enfermedades han desaparecido, en especial las más inocuas, sin embargo, las enfermedades más peligrosas, estoy pensando en las cardiovasculares y las degenerativas, están en constante aumento, al punto de haberse convertido el cáncer en una pandemia al igual que los problemas cardiacos. Junto a ello podemos mencionar enfermedades en incremento como la diabetes, las enfermedades autoinmunes, es decir, aquellas en las que el sistema inmunológico ataca al propio cuerpo; estoy pensando en la esclerosis múltiple, el lupus, algunos tipos de diabetes.

Además de lo anterior, podemos mencionar los quistes en los ovarios por desequilibrios hormonales, el hipotiroidismo que nos quieren hacer creer que es propio de la vejez, eso es mentira; los trastornos mentales que tampoco vienen con los años, el sida, el Alzheimer que es una enfermedad neurodegenerativa, el mal de Parkinson, los distintos tipos de asmas, las cardiopatías por arteriosclerosis de las arterias coronarias, y un largo etcétera.

Casi todas las enfermedades están relacionadas con la alimentación y el estilo de vida, y mientras no se modifiquen las causas, los efectos continuarán. Pero como todo esto es visto como un negocio, las cosas no van a cambiar. Que no te hagan creer que estamos mejor que antes, pues aunque tengamos más tecnología, la calidad de la vida ha descendido hasta niveles de supervivencia y eso es lamentable.

Pero no todas las enfermedades son adquiridas, también hay muchas heredadas y no podemos culpar de eso también a la medicina.

No es posible defender lo indefendible, estamos como estamos, como consecuencia de una forma de pensar errónea, de vivir antisaludablemente, de comer absurdamente y de manejar nuestras relaciones equivocadamente. La medicina es solo un negocio más de los tantos que abundan en esta sociedad. Si sabiendo esto la gente decide dejar su vida en manos de técnicos que nada saben de salud, es una decisión respetable, como el suicidio que tanta gente comete.

Una minoría de enfermedades tienen un origen congénito. Parte de ellas aún permanecen en la zona del misterio, pendiente de ser descubierto. Otras son producidas por los mismos medicamentos y aunque en la actualidad se cuida más el uso de fármacos durante el embarazo, el uso simultáneo de algunos, que aislados pueden no ser nocivos, es un tema todavía desconocido, más aún tomando en cuenta que cada organismo es diferente y la reacción ante un mismo producto puede ser distinta.

Sumemos a esto errores como fumar durante el embarazo o estar al lado de quien fuma, beber alcohol, usar algunas drogas o los casos de alguna infección de la madre durante el embarazo.

Hay otros problemas que se originan durante la gestación, errores en el comportamiento de la gestante o situaciones que indirectamente afectan al niño; el parto es otro momento en el que pueden aparecer problemas de salud, en fin, sumado todo lo mencionado, seguirá siendo una minoría, es decir la mayoría de las enfermedades son consecuencia de la forma de vivir y alimentarse. Es decir, podemos vivir sin enfermarnos, esta es la realidad y la maravillosa oportunidad, pero hace falta reprogramarse para ello.

img4.png Chamalú, ¿podría explicar eso que acaba de afirmar? Es decir, la posibilidad de vivir sin enfermedades.

En realidad dije sin enfermarse porque para nosotros las enfermedades no existen, solo los enfermos, que siempre serán únicos. Es verdad que podemos vivir sanos indefinidamente pero a condición de saber alimentarnos correctamente, de saber relacionarnos correctamente, de saber conocernos y aceptarnos y amarnos y dar sentido a nuestra vida, de saber ser felices y saber amar. Todo esto parece complicado, sin embargo, se trata simplemente de reorganizar nuestra vida, desaprender algunos errores que nos enseñaron, aprender lo que necesitamos saber, por ejemplo el contenido de este libro y otros similares, aclimatar la enseñanza a nuestra vida diaria.

Nada es difícil si somos creativos y ponemos la voluntad suficiente, nada es difícil si hacemos lo que amamos y amamos lo que nos toca hacer. Nada debe ser muy complicado, si se trata de nuestra vida, algo tan valioso como único. Una estadística realizada a un centenar de ancianos mayores de cien años que estaban en buen estado de vitalidad, reveló que lo único que tenían en común era que no habían consumido fármacos casi nunca. Ese es un dato a tomar en cuenta y aplicarlo a nuestra vida.

Es posible vivir sin enfermarse si llegamos al punto de conocer bien nuestro cuerpo y proveerle lo que necesita en nutrientes, en vitaminas y minerales. Esto se logra con chequeos y diagnósticos periódicos, usando métodos alternativos completos, así sabremos exactamente lo que nos hace falta y evitaremos excesos y carencias. De manera complementaria, si evitamos vicios y adicciones negativas, relaciones inarmónicas, malos pensamientos y emociones inadecuadas; si evitamos el sedentarismo y llevamos una vida activa, con el ejercicio necesario para la edad que tenemos, si aprendemos a descansar lo suficiente, a organizamos una dieta natural, orgánica e integral; si nuestras relaciones las planteamos de manera armónica, si amamos lo que hacemos y nos damos tiempo para compartir con los seres queridos, si tenemos el hábito de disfrutar con frecuencia de la naturaleza, purificándonos y tomando energía, si hacemos de la meditación diaria un hábito y de la reflexión nocturna, una cita impostergable; si disfrutamos la vida y continuamos aprendiendo de todo lo que nos pasa y somos creativos, dentro de un estilo de vida que contemple lo interior y lo exterior, el autoconocimiento y la solidaridad, teniendo a la felicidad como base de nuestra manera de vivir, entonces sí será posible vivir sin enfermarse, alcanzando la tercera edad con la serenidad y la sabiduría de quienes cumplieron la misión que tenían y manejaron bien su energía.

Es posible vivir sin enfermarse, sin embargo, debemos saber que esta decisión afecta determinados intereses, porque nos necesitan enfermos e infelices.

img4.png ¿Esta propuesta de vivir sin enfermarse incluye el uso de la medicina natural e indígena?

La salud depende del estilo de vida, como dije antes, recurrir a la medicina, en nuestro caso, es contar con un asesor de salud que nos oriente sobre cómo llevar la respectiva prevención porque el cuerpo, los cuerpos, necesitan chequeos periódicos para el mantenimiento de salud. Cada uno tiene el deber de conocer su cuerpo, de saber lo que necesita en cada época y asegurarse de estar proveyéndole exclusivamente lo necesario. Si cada uno aprendió a alimentarse, si bebe agua en cantidades suficientes, es decir, más de dos litros diarios, si pone en práctica todo lo indicado en estas enseñanzas, recurrir a las medicinas alternativas, será solo con fines preventivos.

Es importante habituarse a chequeos periódicos, digamos semestrales para ver como está nuestro cuerpo, entonces, cualquier alteración será detectada a tiempo y fácilmente resuelta. Para nosotros no existe el concepto de enfermedad incurable, ni siquiera aceptamos la existencia del contagio directo, sino debido al previo deterioro inmunológico originado en la forma de alimentarse u vivir.

Si detectamos a tiempo cualquier problema de salud, es posible curarlo completamente y en algunos casos, detener o enlentecer su avance. Nosotros trabajamos desintoxicando el cuerpo, armonizando todos los cuerpos, llenándolo de energía vía alimentos y naturaleza, en especial fortaleciendo el sistema inmunológico, entonces es el mismo cuerpo, con el apoyo de las terapias naturales y a veces algunos rituales, que va devolviéndole la armonía el cuerpo.

Insisto, es posible vivir sin enfermarse, pero hay que desaprender muchas cosas erróneas que nos hicieron creer, y aprender otras fundamentales para cultivar una salud duradera. Quizá el primer paso sea creer que esto es posible, creer que podemos vivir sanos, porque esta información circulará por todo nuestro cuerpo y será almacenada en nuestras células; lo que tú crees, es más importante de lo que se pensaba.

Las medicinas indígenas, naturales y alternativas en su más extensa variedad, en manos de gente responsable y bien formada, son valiosos aliados en el intento de vivir sin enfermarnos. Recurrir a ellas desde el hábito de la prevención, es la mejor decisión.

img4.png Mencionó rituales, ¿podría explicar en que consisten?

Soy consecuencia de una serie de rituales sanadores que mi bisabuela realizó y con los cuales me devolvió la salud y la vida cuando la medicina científica no podía curarme.

Un ritual es un momento especialmente sagrado, donde se enfoca la energía en una dirección precisa, timoneado por la intención direccionada y concentrada en la perspectiva elegida. Un ritual o ceremonia comienza en esta realidad pero concluye en las otras realidades de manera que podemos decir que hay cosas que son ciertas pero no en esta realidad, eso es un ritual.

Todas las culturas indígenas disponen de diversos procedimientos rituales para abordar la diversa problemática cotidiana. Hay rituales para agradecer la vida cuando comienza, la cosecha cuando ocurre, la siembra cuando comienza, la muerte cuando llega ese momento y las transiciones iniciáticas cuando el niño se convierte en joven, el joven en adulto y así sucesivamente. Los rituales cohesionan al pueblo e incluyen formas como cantos, danzas, meditaciones, ofrendas, plantas sagradas, círculos y objetos sagrados.

Desde un ritual y no solo desde ese contexto sagrado, es posible enviar energía a distancia, conectarse profundamente con el chej pacha, el orden cósmico del cual somos parte, y recibir mensajes reservados para quienes recuperaron su sensibilidad y comprensión de lo que tienen que hacer en la Tierra.

img4.pngNo obstante, muchos médicos alópatas cuestionan el hecho de relacionar la salud con temas energéticos y espirituales, ¿no cree, Chamalú, que la salud es independiente de estos temas?

La idea de la separación es parte de ese pensamiento fragmentado de Occidente; ahí también nace la concepción de la superespecialización que le hace ver al médico el ojo separado del cuerpo, al riñón enfermo sin relación con la dieta, al intestino sin conexión con las emociones, al cáncer sin relación con la infelicidad, a los infartos al margen de la calidad de vida, al contagio separado de la calidad inmunológica y a esta, separada de dieta y el estado anímico.

Es un error afirmar que la salud no tiene relación con las creencias porque todo está conectado. Lo espiritual, no lo religioso sino esa espiritualidad natural expresada en niveles existenciales, influye poderosamente sobre la salud, es más, es parte de la vida que se expresa en salud. Somos interior y exterior, espíritu, mente, emociones, cuerpo, cuerpos energéticos invisibles a los ojos.

En una oportunidad, estando en Japón, como consecuencia de un largo viaje y una agotadora gira, terminé contagiándome de un proceso pulmonar por baja inmunología. Nuestra sanadora, formada con esta filosofía, estaba en Bolivia, exactamente en la otra mitad del mundo a doce horas de diferencia. Precisaba su apoyo terapéutico y la distancia no fue un obstáculo cuando acordamos una sesión sanadora, yo podía sentir, a la hora acordada, su presencia y movilización energética, constatando que la distancia en otros planos no existe. La sanación ocurrió rápidamente y los miles de kilómetros de distancia no impidieron el contacto sanador porque somos energía, somos como una gota de agua en el océano de energía que también somos nosotros.

Es energía, es intención, es enfoque vibratorio, lo llamado sobrenatural es en el fondo lo natural que aún no podemos explicar. Es verdad que aún no conocemos a fondo cómo funciona nuestra mente, sin embargo, negar sus capacidades simplemente porque no las conocemos a profundidad es ignorancia suprema e inaceptable. Estamos en un tiempo en el que ningún médico puede negar la fuerza sanadora del placebo, es decir que lo que pensamos y lo que creemos cuenta e influye de manera poderosa, por ello tanta gente muere a causa de un diagnóstico o por creerse enferma.

Esta es una vieja novedad: lo que pensamos puede enfermarnos o curarnos. Las intenciones que tenemos producen cambios fisiológicos y hasta pueden remodelar nuestro cerebro, para el cual lo que imaginas es lo mismo que lo que observas, es decir, todo es real; si pudiste imaginarlo, es posible, y esto funciona con lo positivo pero también con lo negativo.

También es posible envejecer más rápido o más lento y cambiar muchas cosas de la realidad que antes parecían imposibles, porque somos energía en movimiento, así como todo no es más que energía en movimiento, por eso, si aprendemos a manejarla, podemos producir milagros en nuestra vida, el primero de ellos, vivir sin enfermarse. Obviamente esto requiere otro paradigma y, de manera previa, la desprogramación y el «desaprendizaje» que a manera de desintoxicación nos purguen de tanta información errónea, destinada a mantenernos ignorantes y con el miedo suficiente para hacernos manipulables.

Quiero reiterar la importancia de comprender al ser humano como una entidad psicosomática indivisible, con una personalidad que incluye una forma de pensar, sentir y actuar, que influye sobre la salud, y en la cual un cambio a nivel mental reorganiza y genera modificaciones a nivel cerebral, bioquímico y en la salud en general; no somos solo un puñado de músculos, somos energía en movimiento y estamos conectados a un maravilloso universo, podemos hacer auténticos milagros en nuestro cuerpo, vivir sin enfermarse casi toda la vida es posible, pero importa mucho la actitud con la que vamos por la vida. ¿Te imaginas que un tumor desaparezca poco después de decidir que estamos sanos? Contrariamente a ello, mucha gente permanece enferma, solo porque está convencida de que no puede curarse. Te recomiendo repensar lo que hasta ahora conoces, pensar incluso en contra tuya, dudar y preguntarte, así descubrirás todas las mentiras que has estado repitiendo en tu vida.

img4.pngSin embargo, no podemos negar que la medicina aporta mucho, por ejemplo en temas como el cáncer.

Lamento contradecir esa afirmación pero en verdad el cáncer es uno de los mejores negocios del sector médico farmacéutico. Quienes se curan con los procedimientos quimioterapéuticos y radiológicos, que son una minoría, lo logran gracias a la vitalidad que tenían y sobreviven al cáncer y a la terapia, el resto se muere, después de una lucrativa y sufriente fase de tratamiento estéril. Los procedimientos convencionales para curar el cáncer, equivalen a cazar ratones en casa con poderosas ametralladoras, imagínate, incluso si logras matar a los ratones, será a costa de destruir la casa.

Lo primero que debemos saber es que ese proceso llamado «cáncer» es totalmente prevenible y no bajo la farsa de campañas de prevención, que no son otra cosa que un diagnóstico precoz. Esa broma de humor negro que le pide a la persona ir cada año a realizarse un chequeo para ver si ya tiene cáncer o todavía no, entonces le piden que regrese en un año sin aludir en absoluto a medidas preventivas.

La gente no sabe cómo evitar el cáncer, ni siquiera sabe que este es evitable incluso en personas con predisposición heredada. Prevenir el cáncer pasa por poner en práctica todo lo que aquí estamos compartiendo, que se resume en la frase: «aprender a comer, aprender a vivir».

El cáncer es curable pero no es rentable para la industria farmacéutica que la gente no se enferme, tampoco es conveniente para sus intereses que aparezcan medicamentos que curen definitivamente este problema, a la fecha, una de las mejores oportunidades de negocio.

Es necesario decir que la gente enferma de cáncer por el estilo de vida que lleva. Recordemos rápidamente todos esos hábitos y prácticas antisaludables que predisponen al cáncer. Imagina una persona que no se conoce, por tanto tiene una emocionalidad inestable, una infelicidad constante solo aderezada insuficientemente con alegrías que dependen de buenas noticias, que no siempre existen. Esta persona vive en una relación en la cual emigró el amor y quedó en su reemplazo una costumbre y resignación a la cual terminó adaptándose. Come lo que comen todos, a veces en la calle de prisa y a veces en casa, calienta sus alimentos, que a veces descongela en el microondas, pasa varias horas conectado al Internet y nunca meditando. Tampoco tiene el hábito reflexivo ni se observa a sí mismo, entonces podría cometer un error durante mucho tiempo sin darse cuenta. Le gusta trasnochar, beber con los amigos periódicamente, fumar cuando se siente solo o cuando no soporta su trabajo, que es casi siempre.

Lleva una vida sedentaria y una dieta rica en grasas, consume fármacos, etcétera. Esta persona tiene un estilo de vida cancerígeno pero nadie se lo ha dicho claramente, mientras el médico no le diga que tiene cáncer, la gente tiende a pensar que ese problema le afectara a otros pero no a uno mismo.

El cáncer es totalmente evitable y si no está muy avanzado podría incluso revertirse y erradicarse, desintoxicando el cuerpo radicalmente, alcalinizando la dieta, la acidez favorece la expansión de las células cancerosas. Es necesario también mejorar por todos los procedimientos posibles la oxigenación de las células, ya que las células cancerosas requieren poco oxígeno; reducir el estrés y con ello, además de una dieta completa, mejorar la calidad inmunológica para que sean las defensas naturales del cuerpo las que se ocupen de reponer el orden alterado.

Es importante evitar la presencia en el cuerpo de la cándida, un hongo que actúa como predisponente y aliado de procesos cancerosos. Mineralizar y vitaminizar en especial con vitamina C es fundamental. La vitamina C es el antibiótico natural más recomendable y abunda en alimentos naturales; son recomendables también las verduras con hojas verdes, en especial el brócoli y como recurso antiacidificante e indirectamente anticancerígeno, el bicarbonato de sodio, usado en agua, en limonada o mezclado sobre alguna fruta como la piña.