Primera edición digital: marzo 2018
Colección Contraluz
Coordinación: Antonio Rubio
Directora de la colección: Lula Gómez
Fotografías de la cubierta e interiores: Álbum personal de Ana María Pérez del Campo Noriega
Diseño de la colección: Jorge Chamorro
Edición: Juan Francisco Gordo
Revisión: David García
Versión digital realizada por Libros.com
© 2018 Charo Nogueira
© 2018 Libros.com
editorial@libros.com
ISBN digital: 978-84-17236-60-1
La larga lucha por la igualdad y contra la violencia de género en España (1970-2017)
Memorias de Ana María Pérez del Campo Noriega
Para mi madre, Rosario.
Para mi hija, Beatriz.
Para todas las mujeres que luchan.
«Te he llamado porque ya estoy mayor. Moriré pronto. Quiero que cuentes estas cosas, porque la gente se está olvidando». Ana María Pérez del Campo Noriega lo dice con media sonrisa. Apunta el verano de 2015. Con ochenta años cumplidos y la salud haciendo alguna jugarreta, la veterana activista quiere dejar su testimonio ordenado, una pieza de la historia de las mujeres. Las fuerzas menguan, pero aun así va a diario a su despacho, a atender a las ciudadanas que acuden en busca de ayuda. Lleva más de cuarenta años ofreciéndola.
Pérez del Campo, la madre de la lucha contra la violencia de género en España, tiene un papel protagonista en el largo camino femenino hacia la igualdad. Desde que, junto a otras compañeras, logró que le autorizaran una asociación de separadas en 1974 —un año antes de la muerte de Franco—, hasta ahora mismo, como presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas, una de las organizaciones feministas más peleonas. Una trayectoria que ella narra a la periodista en decenas de horas de conversación, desde el verano de 2015 hasta finales de 2017.
La historia de esta activista ilustra el profundo cambio que han vivido las españolas en el último medio siglo. Aunque su punto de partida fuera poco común: una joven de cuna aristocrática que rechaza su destino asignado, el de señora bien. Separada cuando dar ese paso era una lacra, en los años sesenta del siglo pasado, se hará feminista por su cuenta al entender que aquellos malos tragos los sufría por ser mujer. Desde entonces lucha para evitárselos a las demás. Encierros, manifestaciones, alguna detención, protestas. Siempre con el despacho abierto a quien busca ayuda.
Todavía hoy, esta mujer de pelo blanco dicta cartas conminatorias a los ministros y se pone tras la pancarta cuando toca. Ella, que colaboró en la primera ley de divorcio, en 1981; ella, que no cejó hasta lograr una ley integral contra la violencia de género, en 2004, y que mucho antes levantó un centro de recuperación de mujeres maltratadas. Ella, que todavía dice con una sonrisa: «Pues si tenemos que hacer un encierro, lo hacemos».