A Beatriz, César, Fernando, Fausto, Gerardo, Helena y Jean…

A la Xaparreu

hablo de la ciudad inmensa, realidad diaria hecha de dos palabras: los otros,

y en cada uno de ellos hay un yo cercenado de un nosotros, un yo a la deriva,

hablo de la ciudad construida por los muertos, habitada por sus tercos fantasmas, regida por su despótica memoria […]

OCTAVIO PAZ, “Hablo de la ciudad” (fragmento)

SUMARIO

  1. Agradecimientos
  2. Introducción
  3. Primera parte
    ALLÁ POR 1910
    1. I. Sobre 1910 y la ciudad del Centenario
    2. II. De 1910 y sus capitales: Washington y la Ciudad de México
    3. III. Interiores
  4. Segunda parte
    1919
    1. IV. La Ciudad de México alrededor de 1919
  5. Tercera parte
    LA ATLÁNTIDA MORENA
    1. V. La Atlántida Morena
    2. VI. Transparencia
  6. Cuarta parte
    ODALISCAMANÍA
    1. VII. Japón
    2. VIII. La India
  7. Quinta parte
    LA CIENCIA Y LA CIUDAD
    1. IX. La ciencia y la ciudad: historias surgidas en la acera
    2. X. De piojos, ratas y mexicanos
  8. Sexta parte
    EL LENGUAJE
    1. XI. Susurros
    2. XII. La musa callejera
  9. Palabras finales
  10. Archivos citados
  11. Bibliografía
  12. Índice analítico
  13. Índice general

AGRADECIMIENTOS

Estos ensayos deben mucho a las y los compañeros de andanzas, así como a varias instituciones. Los amigos de toda la vida —Gerardo Laveaga, César Fonseca, Alfredo Hidalgo, Salvador Cañez y Eduardo Padilla— caminaron conmigo por la ciudad a una edad en que el olvido era un ejercicio mental imposible. Además, no habría podido imaginarme este o cualquier otro libro o ensayo sin los acompañantes que he perdido: Francisco Tenorio, Juan Tenorio Carmona, Leonor González, Arcelia Trillo Aviña, Melchor Solís, Frederick Bowser, Luis Cadena, Carlos Ávila y Charles A. Hale. Mis maestros presenciales o virtuales —Raúl Valadés, Ernesto Azuela, José Luis Piñeyro, Cathy Nelson, Richard Morse, Jean Meyer, Beatriz Rojas, Fernando Escalante, William Tobin, David Brading, James Sidbury, Judith Coffin, Neal Kamil, William Forbath, Charles R. Hale, Enrique Fierro, Ida Vitale, Emilio Kourí, Dain Borges, Apen Ruiz y Helena Bomeny— me asistieron de maneras no transcribibles. También me sirvió de estímulo en el camino, en momentos clave para el pensar de estos ensayos, la camaradería del consejo editorial del Chilakapalukulu: Muzaffar Alam, Sanjay Subrahmanyam, Wang Hui, David Shulman, Navid Kermani, Partha Chatterjee, Philippe Burrin y N. V. Rao.

A lo largo de los años, el libro tuvo el apoyo de cuatro instituciones: el Centro de Investigación y Docencia Económicas en la Ciudad de México, el Departamento de Historia de la Universidad de Texas en Austin, el Wissenschaftskolleg zu Berlin y el Departamento de Historia de la Universidad de Chicago. Agradezco también al proyecto “Art and National Identity in India, Japan, and Mexico”, coordinado por Partha Mitter, Toshio Watanabe y Oriana Baddeley. Los tres, junto con Bert Winther-Tamaki, Gayatri Sinha, Naazish Ata-Ullah y Toshiharu Omuka, me ofrecieron su sabiduría cuando más me atascaba en mi ignorancia y mis limitaciones lingüísticas. Otra deuda: viví muchos años entre las estanterías de la Nettie Lee Benson Latin American Collection de la Universidad de Texas en Austin. Entre sus libros, y en especial entre sus dedicados y eficientes bibliotecarios, hallé el más cálido de los hogares. Todo cuanto escribo es de algún modo un gesto de gratitud a “La Benson” y su gente: Margo Gutiérrez, Ann Hartness, Michael Hironymous, Carmen Sacomani, Craig Schroer y D. Gibbs. Extiendo también mi gratitud al Institut d’Història Jaume Vicens Vives en Barcelona, cuya biblioteca por años me ha alojado como un inquilino fiel, aunque anónimo. Fabiola Martínez, Gerardo Maldonado, Antonio Saborit, Víctor Macías-González, Patrick Iber, Teresa Davis, Carlos Bravo, Adrian Anagnost, Ernesto Capello, Daniel Haworth y Jessica Locke me asistieron con ideas, revisiones y traducciones. De igual modo, el Departamento de Historia de la Universidad de Chicago me ofreció un invaluable apoyo económico e intelectual en las últimas y prolongadas fases de preparación de esta obra.

Y, en fin, doy las gracias a mis alumnos en México, en Chicago, en Austin. Espero que este libro les revele la influencia decisiva que han ejercido sobre su maestro y refuerce su convicción de que, ya ven, tanto hablar de caminatas, narraciones, historias y perspectivas sobre las ciudades era sólo la manera que tenía “un su profesor” de vérselas con su enmarañada relación con la Ciudad de México.

Finalmente, transcribo lo que dije al agradecer los premios que recibió ‘I Speak of the City’, la edición original de este libro publicada por The University of Chicago Press:

Estoy muy consciente de lo peculiar que es mi trabajo; es raro, no tiene escuela, ni capilla, ni siquiera mucha disciplina. Nunca creí que tal rareza merecería reconocimiento alguno más allá de aquel a que me he hecho acreedor por ejercer agradecidamente mi actividad: la de profesor de los estudiantes, la de colega de los profesores, de la Universidad de Chicago. Ha sido una gran suerte haber llegado a un ambiente académico en el cual lo que yo tenía por intuiciones personales sean consideradas verdaderas contribuciones intelectuales. Éste ha sido mi privilegio, como lo ha sido también colaborar con mis excelentes editores de The University of Chicago Press: Douglas Mitchell, Tim McGobern y Michael Koplow.

Lucía, como siempre, fue en gran medida parte consustancial de estos ensayos, en la medida en que ambos pertenecemos en cuerpo y alma a nuestros años felices transcurridos entre Austin, México, Chicago y Barcelona. Moltes gràcies, Xaparreu.