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Akal / Básica de Bolsillo / 61

Th. W. Adorno

Escritos filosóficos tempranos

Obra completa, 1

Edición de Rolf Tiedemann

con la colaboración de Gretel Adorno, Susan Buck-Morss y Klaus Schultz

Traducción: Vicente Gómez

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Maqueta de portada

Sergio Ramírez

Diseño de portada

RAG

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Título original

Gesammelte Schriften in zwanzig Bänden. 1 Philosophische Frühschriften

© Suhrkamp Verlag Frankfurt am Main, 1973

© Ediciones Akal, S. A., 2010

para lengua española

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.akal.com

ISBN: 978-84-460-4658-5

La trascendencia de lo cósico

y lo noemático en la

fenomenología de Husserl

Prólogo

Este trabajo pretende examinar, desde el punto de vista de una filosofía de la inmanencia pura, la teoría husserliana de la cosa en sí tal como se desarrolla en las «Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica»; lo «dado inmediatamente» constituye el punto de partida positivo de toda la crítica que aquí se ofrece. Aunque la amplia influencia que hoy ejerce la fenomenología parece contradecir este punto de partida, los primeros trabajos de Husserl, sobre todo las «Investigaciones lógicas», demuestran que el propio autor quiso que la fenomenología, a la que inicialmente calificó de «psicología descriptiva», se entendiera en un sentido parecido a como se entiende aquí, esto es, como contrafigura crítica de la teoría desarrollada en las «Ideas».

En las «Ideas» se entrecruzan pensamientos de la más diversa estructura y procedencia; elementos kantianos y platónicos, aristotélicos y positivistas se entretejen en ellas. Pero como este trabajo no tiene ni la más mínima pretensión histórica, ni siquiera hace el intento de diferenciar todo esto. Más bien extrae cierto grupo de problemas y lo examina críticamente en consciente unilateralidad. Sin embargo, nuestra crítica se ha basado en ese concepto de psicología o fenomenología descriptiva que concibe el «complejo de lo dado inmediatamente como el presupuesto último del método trascendental». Este concepto de fenomenología trascendental ha sido expuesto por Hans Cornelius, en explícita oposición a Husserl, en su «Sistemática trascendental». Nosotros enlazamos con la «Sistemática trascendental» y con su terminología, y consideramos que nuestra tarea consiste propiamente en dilucidar la oposición existente entre los pensamientos allí expuestos y las «Ideas» de Husserl –en lo que respecta a la teoría de la cosa en sí–. Incluso cuando no la citemos explícitamente, la relación de nuestra investigación con la «Sistemática trascendental» es evidente.

La unilateralidad y limitación de nuestro planteamiento del problema hace que no entremos en el concepto husserliano de «intuición esencial» («Wesensschau»), que es para muchos el concepto central de la fenomenología, ni por ende en la discusión en torno a la teoría de la abstracción, incluso allí donde la teoría husserliana de la cosa se entrelaza con el concepto de «intuición esencial». Sólo cuando se ha tratado de mostrar que las condiciones psicológicas de la abstracción son relevantes para la legitimación del sentido del concepto de cosa, como en el caso del concepto de identidad de la cosa, hemos tenido que considerar brevemente algunos aspectos de la teoría de la abstracción en el curso de nuestra reflexión.

En este prólogo también he de agradecer sinceramente a mi venerado señor Prof. Dr. Hans Cornelius su amable ayuda.

A. El problema: contradicción en la teoría husserliana de la cosa

La fenomenología de Husserl quiere ser entendida como idealismo trascendental. La conciencia es para ella la «esfera del ser de orígenes absolutos»[1]; la conciencia «juzga la realidad, pregunta por ella, la conjetura, la pone en duda, resuelve la duda y de este modo lleva a cabo “declaraciones racionales de legitimidad”»[2]; en el «complejo esencial de la conciencia trascendental» ha de «clarificarse... la esencia de esta legitimidad» –de los juicios de la razón– «y correlativamente la esencia de la “realidad”»[3]; «en la esfera lógica», se dice a continuación, «la esfera de la enunciación», «se hallan por principio en correlación el “ser verdadero” o “ser real” y el “ser comprobable racionalmente”»[4]. Aquí la pregunta no es cómo se justifica la legitimidad epistemológica del «complejo esencial de la conciencia trascendental», cómo se justifica la «esencia de la legitimidad de los juicios de la razón»; ni tampoco si el concepto de «esfera lógica» tiene un sentido claro y manifiesto. La pregunta es, antes bien, si realmente Husserl lleva a cabo sus análisis epistemológicos en el marco de una fenomenología orientada puramente a la conciencia en tanto que fundamento de la legitimidad del conocimiento, si su filosofía satisface la pretensión del idealismo trascendental. Esta pregunta la suscita de forma indirecta el propio desa­rrollo de las «Ideas relativas a una fenomenología pura», pero en las principales obras epistemológicas de Husserl aflora una contradicción fundamental que sólo puede explicarse respondiendo precisamente a esa pregunta. Lo primero que hemos de hacer es poner de manifiesto esta contradicción.

Para Husserl, todo conocimiento se funda en una «intuición en que se da algo originariamente»: «La “visión” inmediata, no meramente la visión sensible, empírica, sino la visión en general, en tanto que forma de conciencia en que se da algo originariamente, cualquiera que sea esta forma, es el último fundamento de derecho de todas las afirmaciones racionales»[5]. Pasando por alto que la distinción entre «visión empírica» y «visión en general» no resulta del todo clara, el sentido de la tesis de Husserl puede enunciarse de este modo: los hechos de conciencia dados de modo inmediato, nuestras vivencias, constituyen el fundamento de todo conocimiento. Con esto concuerda también el «principio de todos los principios», según el cual «toda intuición en que se da algo originariamente es un fundamento de derecho del conocimiento», y «todo cuanto se nos ofrece de forma originaria (por así decirlo, en su realidad corpórea) en la “intuición”» hay que «tomarlo simplemente tal como se da, pero también sólo dentro de los límites en los que se da»[6]. Aquí también subsiste cierta falta de claridad: el concepto de «realidad corpórea» designa claramente algo cósico, mientras que «lo dado originariamente» es un dato fenoménico; solamente la segunda parte del enunciado, con el postulado de que los datos originarios sólo pueden tomarse dentro de los límites en los que se dan –esto es, precisamente en tanto que hechos de conciencia–, parece cortar de raíz cualquier malentendido naturalista. A esto responde también la intención de la «ἐποχή fenomenológica», que debe hacer accesible la región de la conciencia pura, libre de trascendencias cósicas; ciertamente, «no abandonamos esta tesis» –la «actitud natural»[7], esto es, la «imagen del mundo natural»[8]–, pero la ponemos, «por así decirlo, “fuera de juego”, la “desconectamos”, la “colocamos entre paréntesis”»[9]. Husserl intenta delimitar la ἐποχή fenomenológica de «la exigida por el positivismo»; según Husserl, no se trata «ahora de desconectar todos los prejuicios que enturbian la objetividad pura de la investigación, no se trata de construir una ciencia “libre de teorías”, “libre de metafísica”, haciendo remontar toda fundamentación a aquello con que nos encontramos inmediatamente»[10], sino que «el mundo entero, puesto en la actitud natural, con el que nos encontramos realmente en la experiencia, un mundo absolutamente “libre de teorías”, tal como lo experimentamos realmente, como se presenta claramente en la concatenación de las experiencias... ahora para nosotros no vale nada»[11]. Sin embargo, esta delimitación ni es tajante ni puede serlo. Ninguna teoría del conocimiento, cualquiera que sea su positivismo, se apoyaría en «teo­rías y ciencias que se refieren a este mundo, estén fundadas a la manera positivista o de cualquier otra»[12], pues somete a crítica la pretensión de conocimiento de éstas; pero, por otra parte, Husserl no dice qué quiere contraponer al «hacer remontar toda fundamentación a aquello con que nos encontramos inmediatamente» (sin duda, las vivencias), pues reconoce una y otra vez la intuición que da originariamente como la fuente de derecho del conocimiento –a menos que su polémica contra el desplazamiento de la fundamentación a los datos inmediatos se dirija, en verdad, contra la concepción naturalista que identifica «cosas» y «cosas naturales»[13], contra la concepción, pues, que pone en la base misma de «aquello con que nos encontramos inmediatamente» una realidad natural exterior–. En cualquier caso, la pregunta de Husserl: «¿Qué puede, pues, quedar, cuando el mundo entero, contados nosotros mismos con todo cogitare» –esto es, el yo naturalista– «se ha desconectado?»[14], esta pregunta ha de responderse dentro de los límites de un análisis de «aquello con que nos encontramos inmediatamente». Y la respuesta de Husserl: «En lugar de llevar a cabo ingenuamente los actos inherentes a la conciencia constituyente de la naturaleza, con sus tesis trascendentes, y de dejarnos conducir a tesis trascendentes siempre nuevas por las motivaciones implícitas en esos actos, ponemos todas estas tesis “fuera de juego”, no las seguimos; dirigimos nuestra penetrante mirada teórica e investigadora a la conciencia pura en su absoluto ser propio»[15], que ha de quedar como «el buscado “residuo fenomenológico”»[16], esta respuesta es la consecuencia del remontarse a lo dado inmediatamente, y la investigación de Husserl también la ha encontrado básicamente a través de un análisis del complejo de la conciencia.

Pero la fenomenología de Husserl no se despliega en absoluto como una respuesta a esta pregunta. En efecto, a los motivos intelectuales que sitúan la intuición originaria como el fundamento de derecho del conocimiento, que conciben la investigación de la «esfera de la conciencia pura» como descripción del complejo de lo dado, se oponen motivos intelectuales de una naturaleza totalmente distinta. Las cosas, se dice en una ocasión, son «por principio trascendencias»[17]; en la trascendencia de la cosa se manifiesta «precisamente la diferencia de principio entre los modos del ser, la más cardinal que hay en general, la que existe entre conciencia y realidad»[18]; y en otros pasajes se dice con la misma rotundidad: «La existencia de una cosa no es nunca una existencia exigida como necesaria por su darse, sino que en cierto modo es siempre contingente»[19], y: «A la tesis del mundo, que es una tesis “contingente”, se opone... la tesis de mi yo puro y de la vida de este yo puro, que es una tesis “necesaria”, absolutamente indubitable. Toda cosa dada en persona puede no existir, ninguna vivencia dada en persona puede no existir»[20]. Finalmente: «Entre la conciencia y la realidad se abre un verdadero abismo de sentido. Aquí, un ser que se matiza, que jamás se da de forma absoluta, un ser meramente accidental y relativo; allí, un ser absoluto y necesario, un ser que en principio no puede darse por medio de matices ni apariencias»[21].

La contradicción entre estas ideas y las expuestas anteriormente es evidente. Por una parte, «el auténtico concepto de trascendencia de la cosa, que constituye la norma de todo enunciado racional sobre la trascendencia», no puede «... extraerse de ninguna otra parte que no sea el propio contenido esencial de la percepción, o bien de los complejos de estructura bien determinada que llamamos experiencia comprobatoria»[22]. Por otra parte, para Husserl las cosas son «por principio trascendencias»[23]. El «ser inmanente», es decir, el «ser de la conciencia misma»[24], es, «sin duda, ser absoluto en el sentido de que por principio nulla “re” indiget ad existendum», y «el mundo de las “res” trascendentes está íntegramente referido a la conciencia, y no a una conciencia fingida lógicamente, sino a una conciencia actual»[25]; por el contrario, la esencia de toda cogitatio –también de las impresiones, de las vivencias parciales de la clase a en el sentido de la «Sistemática trascendental»[26]–, es para Husserl ser «conciencia de algo»[27]. O incluso: «Jamás es un objeto existente en sí mismo un objeto tal que no le afecte en absoluto la conciencia y su yo»[28], y ello frente a la afirmación antes citada: «La existencia de una cosa no es nunca una existencia exigida como necesaria por su darse»[29]. En otras palabras: a la conciencia, cuyos datos son la única fuente de derecho del conocimiento, opone Husserl desde un comienzo un mundo trascendente, un mundo que ciertamente sólo puede legitimarse epistemológicamente a través de su relación con la conciencia, pero cuya existencia no está constituida por ella. Así, cuando Husserl dice que «todo cuanto se nos ofrece... en su realidad corpórea hay que tomarlo simplemente tal como se da»[30], supone ya ese mundo trascendente. Pero la suposición de un mundo trascendente contradice el presupuesto de la conciencia en tanto que «esfera del ser de orígenes absolutos». Contradice el principio fundamental del idealismo trascendental.

La tarea de la siguiente investigación será comprender la génesis de esta contradicción desde su raíz epistemológica, corregir críticamente tal contradicción y mostrar sus consecuencias en el seno de la fenomenología sistemática. Partiendo de la estructura del primer tomo de las «Ideas» de Husserl, que condensa su teoría del conocimiento, trataremos la cuestión en tres pasos: desde la «Meditación fenomenológica fundamental»[31] se expone críticamente la teoría husserliana de la cosa; en el marco de las consideraciones husserlianas «Sobre el método y los problemas de la fenomenología pura»[32] se discute las consecuencias de dicha contradicción fundamental para la teoría general del conocimiento; finalmente, la sección dedicada a «La razón y la realidad»[33] constituye el motivo para emprender la corrección parcial de esta contradicción en las «Ideas» y explicar al menos genéricamente sus importantes consecuencias para el idealismo trascendental. Esta triple división del tema pretende tan poca relevancia sistemática como la propia estructura de las «Ideas». Queda absolutamente excluida de la investigación la pregunta de si la suposición de la trascendencia de lo cósico en Husserl guarda relación con el concepto de «intuición esencial»: esta cuestión exigía sus propios y pormenorizados análisis. Aquí la fenomenología de Husserl se entiende plenamente como un método para el «establecimiento de leyes idea­les»[34], en estricta correspondencia con la «fenomenología trascendental» de la «Sistemática trascendental» de H. Cornelius. En la medida en que Husserl hace consideraciones epistemológicas, éstas también se dirigen al establecimiento de «leyes ideales»[35].

[1] Id., p. 107. (Para descifrar las siglas utilizadas en las citas, véase el apartado bibliográfico, p. 77. El editor).

[2] Id., p. 281.

[3] Id., p. 281.

[4] Id., p. 282.

[5] Id., p. 36.

[6] Id., pp. 43 ss.

[7] Id., pp. 52 ss.

[8] E. i. d. Ph., pp. 17 ss.

[9] Id., pp. 54 ss., véase id., pp. 55 ss.

[10] Id., p. 57.

[11] Id., p. 57.

[12] Id., p. 57.

[13] Véase id., p. 35.

[14] Id., p. 57.

[15] Id., p. 94.

[16] Id., p. 94.

[17] Id., p. 76.

[18] Id., p. 77.

[19] Id., p. 86.

[20] Id., p. 86.

[21] Id., p. 93.

[22] Id., p. 89.

[23] Id., p. 76.

[24] Id., p. 92.

[25] Id., p. 92.

[26] Véase Id., p. 50; Tr. S., p. 64.

[27] Id., p. 64.

[28] Id., p. 89.

[29] Id., p. 86.

[30] Id., p. 43.

[31] Id., pp. 48-119.

[32] Id., pp. 120-264.

[33] Id., pp. 265-323.

[34] Tr. S., p. 49.

[35] Véase Id., p. 58.