Vivir sin miedos

Atrévete a comenzar de nuevo

 

Sergio Fernández

 

Primera edición en esta colección: octubre de 2010
 Tercera edición: febrero de 2012

© Sergio Fernández, 2010

© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2010

Plataforma Editorial

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ISBN EPUB:  978-84-15577-39-3

 

 

 

 

 

Scott Fitzgerald decía que hacen falta tres generaciones para conseguir un artista. La primera es feliz con alimentarse y llevar al colegio a sus hijos, la segunda quiere una buena escuela y buena comida, y la tercera reflexiona sobre lo que hace.

Les dedico este libro a todos mis antepasados y al cúmulo de casualidades que han hecho posible que yo hoy esté vivo y escribiendo esto, y en especial a mis padres, por regalarme la vida, por invitarme a reflexionar sobre lo que hago y por mostrarme que la única forma de vivir, es vivir sin miedo…

Agradecimientos

 

Cada ser humano con el que me he encontrado en la vida ha sido mi maestro y ha puesto, sabiéndolo o sin saberlo, su granito de arena para que este libro sea posible. A todos ellos, gracias.

Y más concretamente y en lo que se refiere a este libro, quiero dar las gracias a mi Dream Team particular, por vuestro amor incondicional, por vuestro apoyo, por facilitar que este parto haya sido posible… a Mario Alonso Puig, por no dudar ni un instante en respaldar este proyecto cuando te hablé de él; a Esther Camuñas, por tu amistad y por ayudar con tu mirada a que Vivir sin miedos haya crecido y madurado; a Rubén Chacón, por el derroche de creatividad que supone conversar contigo, también cuando lo hicimos en torno al primer borrador; a Laura Colomé, por renovar la fe que le tuviste a Vivir sin jefe en el proyecto Vivir sin miedos, y por leerlo minuciosamente; a Alba Delgado, por estar ahí y por enriquecer deliberadamente con tu singular cosmovisión las ideas y el objetivo de este libro; a Gonzalo Estefanía por tu respaldo constante y decidido, también en lo que a esta obra se refiere; a Carlos Fernández, por tu lectura atenta, por tu apoyo entusiasta…; a Ernesto Fernández, por enriquecer con tu punto de vista el primer boceto; a Félix Fernández, por esas ideas que sumaron e hicieron más accesible el libro; a Agustín Ferrer, por la confianza que sigues depositando en todo lo que hago; a Hada García Cock, porque las revisiones que haces de mis proyectos destilan amor con verdad y además son un exigente banco de pruebas al que es difícil que se le cuele ningún error o inconsistencia; a Josepe García, por tus importantes sugerencias; a Mar Hernández, por ser la primera fan del libro y porque tu cuidada lectura fue un regalazo y un auténtico examen para el texto; a Raúl Hernández, por ese par de preguntas y observaciones tan valiosas; a Virginia Irurita, porque tu perspicaz mirada mejoró sustancialmente el arranque; a Paola Lizares, por echarme un importante cable en el proceso de hacer realidad el libro y por un email que hizo ganar al libro; a Carmen López, porque sin tu respaldo este proyecto no sería lo que es y por creer en su importancia con una fe inquebrantable; a Fernando López Mugarza, por hacer de tus clases un laboratorio de crecimiento personal sin el que Vivir sin miedos quién sabe si hoy sería real, también por escrutar el libro con atención y por hacerlo crecer; a Jordi Nadal y al resto del equipazo de Plataforma, por confiar apasionadamente, y casi más de lo que yo mismo lo hacía, en este proyecto cuando sólo era un fantasma en alguna esquina de mi alma y un manojo de notas inconexas en alguna esquina de mi ordenador…; a María José Pérez Tenedor, por facilitar ese retiro que me permitió darle un empujón definitivo al libro; a Beatrice Piepper, por las serendipias que unen nuestros caminos y por dedicarme tu tiempo y atención con una de las cuestiones fundamentales del libro; a Elena Polaina, por esas sagaces preguntas que me formulaste para dotarle de mayor solidez y consistencia a Vivir sin miedos; a Raimon Samsó, por apoyarme tenazmente con este proyecto y con todo lo demás; a Enrique Sesmero, por preguntar, repreguntar y volver a preguntar, siempre con ánimo constructivo…, eso hace crecer este libro y cualquier cosa a la que apliques tu mirada; a Laura Toronjo, por seguir cerca y por regalarme verdad con amor siempre y al cabo de los años, también con este libro; a Alberto Triano, por ese puñado de fértiles comentarios al texto original, por regalarme esa increíble fotografía para la solapa y por el obsequio que supone tu energía positiva y que creas siempre en mis proyectos; a Borja Vilaseca, por confiar en mí, en este proyecto y por esa observación tan valiosa que me regalaste; y a la vida, por su generosidad y por seguir permitiéndome disfrutar del mayor regalo que existe: estar vivo y ser consciente de ello.

Gracias también a Patricia Araque, a Johanna Barrios, a Manuel Barrionuevo, a Nuria Bravo, a Amel Fernández, a Santiago García Gago, a Sergio García Rozalén, a Elsa González, a Begoña Palacios de Burgos, a Susana Pena, a Borja del Real, a Antonio Rivas, … porque también habéis hecho posible que este libro sea lo que es.

Para todos no tengo sino palabras de agradecimiento…, gracias, gracias, gracias… ¡GRACIAS!

Contenido

Portadilla

Créditos

Dedicatoria

Agradecimientos

 

Antes de nada…

Es preciso ponernos brevemente de acuerdo

¿Por qué no se suicida?

¿Cuál es su propósito en la vida?

¿Ha renunciado a su sueño?

¿Está seguro de que esa idea es suya?

¿Juega, mira u organiza el partido?

¿Se plantea objetivos realistas?

¿Qué es lo peor que le puede pasar?

¿Sabe ya que el mejor momento no existe?

¿Le impide el bosque ver el árbol?

¿Aún se queja?

¿Sabe lo que aporta?

¿Se equivoca con frecuencia?

¿Hace como los mosquitos?

¿Aún no se ha dado cuenta de que lo que hace no le interesa a nadie?

¿Tiene trabajos o proyectos?

¿Vende o evangeliza?

¿Aprendió algo del Titanic?

¿Está leyendo los libros quele llevan a la vida que desea?

¿Le pregunta al que ha llegado?

¿Qué puedo yo aprender de esto?

¿Conoce el número del éxito?

¿Deja el tiempo necesario?

¿Qué ha hecho esta última semana?

Y usted… ¿piensa o hace?

¿Celebra sus éxitos?

¿Es una persona popular?

¿Es fan de su gente?

¿Cuál es su nivel de compromiso?

¿Hace cuánto que no le mirancon cara de alucinados?

¿No intentará ser el mejor?

¿Hace las cuentas?

¿Sigue el ejemplo de los malabaristas?

¿Disfruta del camino?

Bibliografía

Opinión del lector

Antes de nada…

 

«Ven, que te limpie los ojos… y acostúmbrate ya al resplandor de la luz. Ésta es la consigna: acostúmbrate ya al resplandor de la luz.»

Walt Whitman

 

«Nuestro miedo más profundo es saber que somos poderosos más allá de toda medida. Todos podemos brillar, tal y como hacen los niños. Y cuando permitimos que nuestra propia luz brille, inconscientemente damos la oportunidad a otras personas para hacer lo mismo. Conforme nos vamos liberando de nuestros miedos, nuestra presencia libera a otros automáticamente.»

MARIANNE WILLIAMSON

 

 

Hace poco tiempo me enteré de que lo primero que hicieron en el hospital cuando nací fue ponerme boca abajo en la cuna. También de que un instante después me levanté con los brazos para empezar a observar atentamente a mi alrededor, en silencio. Creo que con este simple gesto dejé claro, sin ser consciente de ello, cuál sería mi destino en esta vida: mirar y aprender.

Sin embargo, me llevó algunos años más comprender que ese destino estaría incompleto si no compartía con los demás todo aquello que fuera aprendiendo. Vivir sin miedos es un texto muy personal y que nace sin mayor expectativa que mostrar algunas de las herramientas, anécdotas y puntos de vista que me han resultado de ayuda en mi camino por la vida. Vivir sin miedos surge de ese deseo y de esa necesidad de hacer partícipes a otras personas de aquello que voy descubriendo.

En este sentido, una de las cuestiones más importantes que la vida me ha enseñado es que, en último término, sólo se puede vivir desde el amor o desde el miedo.

Y es de este tipo de observaciones cuya comprensión marca la diferencia entre una vida rotunda o una vida de soslayo.

Cada decisión que tomamos, cada actividad que desarrollamos, cada pequeño gesto… lo hacemos movidos por el amor o por el miedo. Y la diferencia entre vivir desde un sitio o desde otro es como de la noche al día.

Vivir sin miedos no sólo es deseable, también es posible. De hecho, cada vez más personas lo hacen. A simple vista es difícil darse cuenta de esto porque al cruzarse con ellas por la calle no se diferencian en nada de los demás. Sin embargo, si observa con atención, comprobará cómo cada vez más seres humanos han tomado una decisión, la de vivir sin miedos, que las ha hecho convertirse en otras personas, en una especie de versión mejorada de lo que algún día fueron.

Este libro habla de cómo vivir desenfadadamente, felizmente y en paz. Habla de encontrar el sentido de su vida y de escucharse a sí mismo.

Vivir sin miedos le propone vivir desde la serenidad, la confianza y la alegría. También desde el amor, la entrega, la aceptación y la ilusión.

Confío en que este libro facilite el camino hacia ese día en el que todas las personas de este planeta vivirán sin miedos. Porque ese momento, no lo dude, llegará. De nosotros depende que esto suceda antes o después.

Es preciso ponernos brevemente de acuerdo

 

«Una mañana nos regalaron un conejillo de Indias. Llegó a casa enjaulado. Al mediodía le abrí la puerta de la jaula. Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como lo había dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del susto de la libertad.»

Eduardo Galeano

 

«En una ocasión le preguntaron a Einstein qué haría si le dijeran que la Tierra iba a ser destruida en sesenta segundos. Contestó que emplearía los primeros 59 segundos en hacerse una pregunta y el segundo restante en responderla.»

 

 

El águila es un ave que puede llegar a vivir setenta años, aunque para poder llegar a esa edad, tiene que pasar antes por un difícil proceso.

En torno a sus cuarenta años, sus uñas se vuelven blandas, su pico empieza a estar demasiado deteriorado y le resulta difícil volar con unas plumas que se han hecho pesadas. En ese momento el águila puede dejarse morir o atravesar un proceso de transformación que dura en torno a cinco meses.

En este trascendental cambio, el águila se retira a su nido ubicado en lo alto de una montaña. Allí golpea su pico contra la pared hasta que consigue arrancarlo. Después, espera a que el pico le vuelva a crecer y con éste se arranca las uñas. Cuando las uñas le crecen de nuevo, las emplea para arrancarse las plumas. Entonces aún tiene que esperar a que las plumas le crezcan de nuevo antes de poder volar. Después de superar este proceso de renovación, el águila puede disfrutar de otros treinta años de vida.

Vivimos en un momento de la historia apasionante y decisivo. Un período de cambios exponenciales en lo económico, en lo social, en lo personal y en lo espiritual. Pero también es un momento en el que, si queremos salir adelante, tenemos que hacer como el águila: atravesar un profundo proceso de transformación.

Los cambios que estamos experimentando no tienen precedentes en la historia de la humanidad. Y para poder afrontar esta situación necesitamos una nueva manera de mirar la realidad, un nuevo paradigma. De la misma manera que para poder sobrevivir el águila se desprende de su pico, sus uñas y sus plumas, nosotros debemos desprendernos de las costumbres, ideas, tradiciones y temores que nos causan infelicidad y que no nos permiten vivir la vida que soñamos.

Aquellas personas que hagan este tránsito y se deshagan de sus viejas creencias, afrontarán esta nueva etapa en la que estamos entrando con energía renovada. Aquellas personas que se aferren a su pico encorvado o a sus plumas pesadas, no dispondrán de la fuerza ni de los medios para continuar volando.

Ignoramos cómo será el mundo dentro de cinco años. Más aún dentro de veinte años. Lo que sí que sabemos es que será muy diferente a como es ahora; también, que los valores y principios para vivir con paz interior y para lograr la felicidad han sido y seguirán siendo los mismos.

 

«Una pregunta bien hecha lleva
 la respuesta en la espalda, así como
 un caracol lleva su caparazón.»

La clave, por tanto, reside en conocer y aplicar estos principios, y uno de los medios más reveladores para obtener este conocimiento y para conducirse sabiamente en la vida es la capacidad para formularse las preguntas adecuadas. De esto trata este libro. Hay un texto de Shunryu Suzuki Roshi que me parece especialmente revelador. Dice así: «Nos volvemos sabios haciendo preguntas, y aun si éstas no son respondidas nos volvemos sabios, porque una pregunta bien hecha lleva su respuesta en la espalda, así como un caracol lleva su caparazón».

Creo profundamente en el poder transformador de la pregunta. Tengo más fe en las buenas preguntas que en las buenas respuestas. Me gusta la frase de Benedetti que dice que «cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de repente cambiaron todas las preguntas», porque sintetiza esta situación actual que vivimos en la que tantas personas se encuentran perdidas, en parte porque no se formulan las preguntas adecuadas.

Una pregunta apropiada encierra el potencial para cambiar el futuro de una persona para siempre. Por eso cada capítulo de Vivir sin miedos le plantea una pregunta. Son las preguntas que pueden cambiar su vida.

La vida siempre sucede de dentro hacia fuera. Por eso cada una de las preguntas de Vivir sin miedos está dirigida a usted, a lo que usted puede hacer. Si es de los que piensa que las cosas tienen que cambiar ahí fuera para que usted pueda ser feliz, este libro le decepcionará. Regálelo, ahora que aún está a tiempo. Ahora bien, si está dispuesto a asumir y a emplear su parte de responsabilidad, le doy la bienvenida al viaje que ahora comenzamos.

Comprobará que este libro pone el acento en la necesidad de encontrar algo que le trascienda y que le haga sentirse bien. Y una vez encontrado ese qué, también hay que saber cómo convertirlo en realidad. Mi compromiso es compartir con usted las preguntas, las fuentes y las anécdotas que le faciliten la inspiración necesaria para llegar hasta ese lugar donde vivir plenamente y sin miedo es posible.

Le deseo coraje para emprender el viaje hacia ese lugar, ánimo para seguir si ya ha comenzado y la sabiduría necesaria para poder disfrutarlo si ya lo ha encontrado… ¡Arrancamos!

¿Por qué no se suicida?

 

«–¿Podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?

–Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar –dijo el Gato.

–No me importa mucho el sitio… –dijo Alicia.

–Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes –dijo el Gato.»

Lewis Carroll,
 
Alicia en el país de las maravillas

 

«Le dijo el médico chino a su paciente: ¿Cómo voy a curarle si no sé cuál es su finalidad en la vida?»

 

 

Desde muy joven me ha llamado la atención algo que nos sucede a los seres humanos con relativa frecuencia: nos preocupamos demasiado del «cómo». Yo, sin embargo, creo que lo único que importa es el «qué».

Sólo con el «qué» muy claro, merece la pena pasar a trabajar el «cómo». De hecho, con un «qué» bien definido, el «cómo» se presenta mucho más fácil de concretar. Si ha tenido la fortuna de contar con un «qué» poderoso entre las manos, sabrá de qué le hablo: el «cómo» se convierte en algo irrelevante, secundario.

Y sin embargo, como en Alicia en el país de las maravillas, nos preguntamos por el camino a seguir sin tener bien definido el destino. Frases como «¿Es fácil conseguir esto?», «¿Tiene salidas esa profesión?» o «Apenas tengo posibilidades» no son más que frases sin ningún sentido cuando se vive desde el «qué».

Una de las lecturas más influyentes en mi manera de estar en el mundo ha sido El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl. Posiblemente uno de los libros que más he regalado. Este psiquiatra, prisionero en varios campos de concentración, es el creador de la logoterapia. «Logos» significa ‘sentido’ o ‘propósito’ en griego. La logoterapia es, por tanto, la terapia del sentido y se centra en el sentido de la existencia humana y en la búsqueda de éste por parte del hombre. Viktor Frankl, con el objetivo de ayudar a sus pacientes a que encontraran cuál era el sentido de su vida, les preguntaba «¿Por qué no se suicida?». La respuesta a esta pregunta daba a los pacientes una indicación de cuál era para ellos el sentido de su vida, los ayudaba a encontrar ese «qué».

Una de las preguntas cardinales que tenemos que formularnos como seres humanos es la de cuál es nuestra vocación, cuál es nuestra misión, cuál es el sentido de nuestra vida, qué es lo que evita que nos suicidemos…, y es preciso hacérsela una y otra vez hasta que sintamos con certeza que sabemos a qué hemos venido a este mundo.

Dedique todo el tiempo que sea necesario a averiguar la respuesta. Pruebe a realizar otras tareas, a desempeñar otros trabajos… Estudie lo que haga falta, investigue y practique el ensayo-error tantas veces como sea necesario porque se está jugando algo muy importante. Puede que en este momento tenga que pagar la hipoteca, o que esté ocupado con otros asuntos. Sin embargo, es un tema importante, y eso significa que antes o después tendrá que dedicarle la atención que requiere.

 

«Una de las pocas preguntas
 a las que merece la pena
 prestar atención es
¿a qué
 he venido a este mundo?
»

Sé que a veces puede dar pereza, o incluso miedo, pero preste atención a este asunto porque es uno de los pocos a los que verdaderamente hace falta atender para poder llevar una vida plena y significativa. Creo que el fin último de la vida es ser felices. También que no se puede vivir feliz sin haber hecho un trabajo personal sobre esta pregunta. Es posible que no encuentre la respuesta hoy o mañana. No nos engañemos: a lo mejor le lleva años. Éste ha sido al menos mi caso. Pero si persiste acabará por encontrarla. Y aunque no lo hiciera, el mero hecho de saber que está en el camino le dará una perspectiva de la vida completamente diferente. Vivirá desde la honestidad, desde la valentía y desde la conciencia. Y eso lo cambia todo.

Durante mucho tiempo, estuve convencido de que definir los objetivos era imprescindible para cualquier persona u organización. Hoy lo sigo creyendo, pero con algún matiz. La experiencia me ha demostrado que unos objetivos mal formulados, es decir, no acordes con la esencia y los valores, pero sobre todo con la misión de la persona u organización, acaban por distraer más que por iluminar. Por eso, como entrenador personal, soy más partidario de focalizar mi energía en facilitar que la persona sintonice con su yo más profundo, con su esencia divina, con ese potencial que cada persona, por el mero hecho de serlo, lleva dentro. Escuchar a su ser más auténtico facilitará la tarea de encontrar un camino lleno de significado en la vida.