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EL URBANISTA

 

TEZONTLE

MAURICIO TENORIO TRILLO

EL URBANISTA

Primera edición, 2004
Primera edición electrónica, 2015

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Índice

 

 

Entrada

Prefacio

Berlín

La Piedad

Barcelona

Ciudad de México

Madrid

Confesionario

Los créditos de las ilustraciones y fotografías son de Mónica Herrera (pp. 28, 51, 58, 192, 205, 240, 271, 290 y 350); Alfredo González Pérez (pp. 99 y 162); Marisol Paredes (pp. 121 y 190); Alfredo Morcillo (p. 52) y Raquel Rojas (p. 208). La foto de la p. 60 se reproduce por cortesía del Archivo Plutarco Elías Calles y F. Torreblanca; la de la p. 74 está extraída del libro It had be Revolution. Memoirs of an american Radical, de Charles Shipam (Cornell University Press, Ithaca, 1993), y el fotograma de la p. 247 pertenece a la película Down Argentine Way.

Die Vaterstadt, wie find ich sie doch?
BERTOLT BRECHT, “Rückkehr”

Entrada

Conocí a Mariano J. Strasslust hace más de 20 años, cuando yo mismo empezaba a percatarme de que gastaba la vida en caminar ciudades. Coincidimos en varias capitales, él con muchos más años y más desbordado y rotundo que yo, casi nada nos unía a no ser, claro está, la manía de andar ciudades. Porque, como a Rousseau, a don Mariano sólo le funcionaba la mente con los pies; al caminar pensaba, para pensar urdía nuevas andanzas. Por tales mañas nuestra cercanía se hizo obligatoria. Él fue un más bien desconocido arquitecto y urbanista, muy probablemente nacido en México —a juzgar por sus papeles—, que entre 1960 y 1995 trabajó no sólo en México sino también en los Estados Unidos y Europa. Cuando leí El urbanista —la colección de notas, cartas y trozos de relatos que había organizado a suerte de legado urbanístico— acaté que nuestras largas conversas, mantenidas al ritmo del extravío entre calles y rumbos, no fueron de voz robada al aliento de la caminata, sino de tinta serenada al fresco del después de las andanzas citadinas. Yo conozco el olor y las coordenadas urbanas de algunos de los párrafos de don Mariano, pero no digo que entiendo las circunstancias y significados de todos los momentos de El urbanista. Si hubiera llegado a buen fin, su biografía habría sido la de un urbano demasiado urbano, caminante, voyeur, mezcla de vago y caminante —odiaba la palabra flâneur, le parecía un término muy encopetado para nombrar una costumbre más bien pueril—; también cronista, ingeniero y arquitecto; un personaje a caballo entre W. Benjamin y L. Mumford, entre I. Cerdà y Micrós, entre M. J. Larra y J. do Rio. Nunca concluyó ni el tratado de urbanismo que tramaba ni sus memorias. Me dejó la disímil colección de textos que aquí presento; una colección que, como historiador, me inspira, como caminante me acompaña. Así al lector (espero).

Agradezco mucho la amistad y lectura, parcial o total, de Helena Bomeny, Adolfo Castañón, Fernando Escalante, Víctor Farías Zurita, Lizeth Galván, Paulo Garchet, Tabea Linhard, Jean Meyer, Álvaro Morcillo, Sanjay Subrahmanyam y Lilia Trillo. Para concluir este y otros trabajos de próxima publicación conté con el impagable apoyo del Wissenschaftskolleg zu Berlin. Mi más sincero agradecimiento a esta institución. Este libro es para Lilia y para Lucía (la que sabe que no hay libro mío que no sea suyo).

MAURICIO TENORIO TRILLO

Prefacio

Cuántas no serían las veces que pensé escribir la historia sugerida por estos papeles. Pero nunca hallé tregua a los enredos profesionales y, bueno, a lo largo de la vida uno acata pocas órdenes, una de ellas, los ánimos que no vuelven. Es mejor presentar las notas sueltas y documentos y que en manos del lector quede el bordado de la historia.

MARIANO J. STRASSLUST