Alumnos con déficit auditivo

Alumnos con déficit auditivo

UN NUEVO MÉTODO
DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE

Gema Cañizares

NARCEA, S.A. DE EDICIONES
MADRID

A Yaiza y Antonio,
cuya fe en mí ha hecho posible lo que soy.

© NARCEA, S. A. DE EDICIONES, 2016

Paseo Imperial 53-55. 28005 Madrid. España

www.narceaediciones.es

Fotografía de cubierta: IngImage

ISBN papel: 978-84-277-2104-3

ISBN ePdf: 978-84-277-2115-9

ISBN ePub: 978-84-277-2240-8


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Índice

PRÓLOGO. Antonio Vallés Arándiga

PRESENTACIÓN

PARTE I. CONOCIMIENTOS TEÓRICOS

1. La discapacidad auditiva

La capacidad auditiva de la persona. La audición dentro del sistema perceptivo general. Los trastornos de la audición: tipos de hipoacusia o sordera. El origen de las sorderas o hipoacusias.

2. Conociendo a las personas sordas

Diferencias entre persona sorda e hipoacúsica. La comunidad sorda: una comunidad con entidad propia. Valores propios de la comunidad sorda: la lengua de signos; la información; costumbres y estrategias para la comunicación; tradiciones e intereses culturales; situaciones cotidianas.

3. La lengua de signos

Historia de la lengua de signos. Consideraciones previas acerca de la lengua de signos. Lengua de signos: ¿una lengua o un sistema? Canales de expresión y comprensión de la lengua de signos. Estructura de la lengua de signos: nivel querológico, nivel léxico y nivel morfosintáctico. Los clasificadores.

PARTE II. LA SORDERA EN EL ÁMBITO ESCOLAR

4. Los alumnos con déficit auditivo

La educación inclusiva. El desarrollo cognitivo, afectivo y comunicativo-lingüístico del niño sordo. Necesidades educativas en el ámbito escolar. Barreras de comunicación y de aprendizaje. La respuesta de la escuela.

PARTE III. DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA

5. Refuerzo de la Comprensión Lectora en alumnos sordos

Justificación del Programa. Qué es la comprensión lectora. Dificultades de aprendizaje identificadas en la comprensión lectora de los alumnos sordos. Programa para el refuerzo de la comprensión lectora y habilidades metacognitivas: objetivos, marco teórico y forma de aplicación, metodología y temporalización. Estrategias comunicativas, metodología y organización. Actividades tipo, adaptadas para el desarrollo del Programa. Evaluación de los resultados.

6. Estrategias de enseñanza-aprendizaje para los alumnos con déficit auditivo

Análisis de un caso. Desarrollo de las estrategias; metodología, preparación para el examen.

BIBLIOGRAFÍA

Prólogo

La pérdida auditiva constituye una dificultad específica que altera el proceso comunicativo de aquellas personas con esta privación total o parcial en su input sensorial, a través del órgano de la audición. Las consecuencias de ello suelen ser las dificultades en la expresión oral, en las relaciones interpersonales y en la reducción de su accesibilidad a la información del entorno. De estas dificultades se derivan unas necesidades educativas específicas que deben ser abordadas eficazmente desde la escuela.

Estas necesidades educativas se plantean en el ámbito del desarrollo cognitivo, lingüístico, afectivo y social de los alumnos con esta discapacidad auditiva. Por todo ello, es necesario que la escuela les proporcione una adecuada respuesta educativa en el marco de la inclusión con los demás compañeros del aula y centro educativo, y teniendo como referente las áreas de la comunicación, el lenguaje, la socialización y los procesos afectivos y cognitivos que integran el desarrollo integral de su personalidad.

Desde la perspectiva inclusiva, se hace necesaria la colaboración entre el profesorado del centro escolar y los propios estudiantes para lograr que exista una implicación de todos en la interacción con el alumno sordo, de tal modo que éste participe en todas las actividades de interrelación social y pueda autopercibirse competente en sus relaciones con los demás. Ello exige eliminar las barreras comunicativas que pudieran existir y fomentar la comunicación en las actividades, no solamente curriculares, sino en aquellas otras propias de espacios más lúdicos como puedan ser los recreos u otras actividades de carácter extraescolar.

La inclusión educativa del alumnado con discapacidad requiere disponer de unas buenas prácticas que sirvan de guía y de referente para el profesorado. En el caso de los alumnos con discapacidad auditiva las necesidades educativas específicas derivadas de su pérdida total o parcial del sentido de la audición condicionan las actividades de aprendizaje en el aula. Como consecuencia, el profesorado necesita propuestas de enseñanza-aprendizaje prácticas que le faciliten la atención educativa específica que requiere este alumnado.

En este sentido, la autora presenta en este libro, además de una sólida y fundamentada conceptualización sobre las características psicológicas, afectivas, familiares y sociales de la hipoacusia, clarificadoras ejemplificaciones didácticas, contrastadas por su práctica profesional, y dirigidas a mejorar los procesos de comunicación y de afianzamiento de la competencia lingüística en comprensión lectora, aportando valiosas secuencias didácticas para compensar las dificultades de aprendizaje que presentan los alumnos sordos.

El profesorado y los especialistas encontrarán en esta obra de Gema Cañizares recursos prácticos para desarrollar su labor docente mediante propuestas de aprendizaje adaptadas a las peculiaridades sensoriales de aquellos alumnos que presentan dificultades derivadas de su restricción sensorial en la entrada de información verbal.

ANTONIO VALLÉS ARÁNDIGA

Departamento de Psicología de la Salud

Universidad de Alicante

Presentación

El presente libro está dirigido especialmente a profesores y maestros de alumnos con déficit auditivo, así a como padres y a otros profesionales que quieran profundizar en el conocimiento de cómo la discapacidad auditiva condiciona el desarrollo y aprendizaje de los niños sordos y en las formas más adecuadas de intervención en el ámbito escolar.

Por ello, su finalidad principal es la de servir de manual de consulta donde obtener información útil y ejemplos prácticos de actuaciones concretas con estos alumnos.

Para este fin, el libro se ha dividido en tres partes, con la intención de que el lector pueda localizar y consultar fácilmente el contenido sobre el que desea informarse.

Así, en la primera parte se incluyen conocimientos teóricos acerca de la discapacidad auditiva, las funciones perceptivas a las que afecta, y los tipos de déficits auditivos y su origen.

Igualmente en esta parte, se pretende profundizar en el conocimiento de las personas sordas como comunidad con entidad propia, abordando contenidos relacionados con las diferencias entre persona sorda e hipoacúsica y las señas de identidad representativas de esta comunidad, destacando la lengua de signos como principal seña de identidad.

Esta lengua se aborda desde un punto de vista cultural, morfosintáctico y lingüístico.

En la segunda parte, se trata la sordera en el ámbito escolar, desde un enfoque de educación inclusiva. La finalidad de esta parte es profundizar en el conocimiento de las características evolutivas y educativas de los alumnos con déficit auditivo, así como de sus necesidades en el ámbito escolar y los aspectos que ha de tener en cuenta la escuela para responder a dichas necesidades.

Por último, en la tercera parte se presenta, desde un enfoque práctico, una propuesta de estrategias de enseñanza y aprendizaje, así como un repertorio de actividades tipo.

I

CONOCIMIENTOS TEÓRICOS

1. La discapacidad auditiva

Entendemos que una persona con discapacidad auditiva es aquella que presenta una alteración en la vía auditiva, en el órgano de la audición o en el cerebro, que le va a producir una pérdida en la cantidad y calidad de la información procedente del ambiente y captada por la vía auditiva, impidiéndole desenvolverse en su vida diaria y desarrollarse personalmente con plena autonomía e igualdad de condiciones.

Para conocer este colectivo, lo haremos por separado, en dos grupos bien definidos. Conoceremos pues:

A las personas Sordas/sordas

Y a las personas hipoacúsicas

Para ello, es necesario comenzar por el estudio de la capacidad auditiva y la función de la audición dentro el sistema perceptivo del hombre, continuando con el conocimiento de los distintos tipos de déficit auditivo.

La capacidad auditiva de la persona

Como ya hemos comentado, para entender mejor qué es la sordera y cuáles son sus tipos, es necesario que veamos brevemente qué es el sonido y qué es la audición.

El sonido es cualquier variación de presión que se propaga en un medio material y que puede ser detectada por el oído. Es un movimiento vibratorio que se transmite a través de las moléculas por los cuerpos sólidos, líquidos y gaseosos y que produce una sensación muy concreta al ser percibido por el oído: la audición.

El sonido se propaga en todas direcciones, su difusión se suele comparar al efecto producido por un cuerpo sólido arrojado al agua de una piscina en reposo, formando ondas y círculos concéntricos.

Las principales dimensiones o características de una onda sonora son:

La frecuencia (tono), es el número de vibraciones completas o dobles por segundo. Las percibimos a través de secuencias bajas o tonos graves y a través de frecuencias altas o tonos agudos. Su forma de expresión es de ciclos por segundo (c/s) o por hercios (Hz). Las frecuencias más importantes para percibir la palabra hablada son las comprendidas entre 500 y 4000 c/s.

La amplitud (intensidad), se corresponde con la altura de cada hemiciclo en el esquema de la onda sonora y nos informa del cambio de presión que se produce en el medio. Las diferencias en la presión sonora permiten distinguir entre sonidos débiles y sonidos fuertes. Por ejemplo:

130 dB.... Umbral doloroso

120 dB.... Trueno intenso

100 dB.... Sonido del metro

90 dB...... Camión pesado

50-65 dB. Conversación normal

20 dB...... Cuchicheo

La forma de la onda (timbre). Las ondas sonoras que sólo constan de una frecuencia, son los llamados sonidos puros producidos de forma artificial por diapasones electrónicos especiales (audímetros). La práctica totalidad de los sonidos que llegan al oído no son sonidos puros, están formados por la suma de varias ondas simples ocasionando ondas complejas. El timbre nos permite distinguir entre dos sonidos de igual frecuencia e intensidad, emitidos por dos focos sonoros diferentes.

El campo auditivo normal viene delimitado por las dos cualidades físicas del sonido más importantes: la frecuencia y la intensidad. Como ya hemos mencionado antes, la intensidad del sonido se expresa en decibelios (dB).

El umbral auditivo mínimo es la intensidad mínima que el hombre requiere para comenzar a oír, en el audiograma corresponde a 0 dB, mientras que el umbral máximo auditivo es la intensidad sonora límite a partir de la cual el hombre experimenta molestias o incluso dolor, en el audiograma se corresponde a intensidades cercanas o superiores a 120 dB.

En cada frecuencia el hombre comienza a percibir el sonido a partir de cierta intensidad (umbral auditivo mínimo), hasta otra intensidad máxima (umbral auditivo máximo). El conjunto de estos sonidos audibles delimita el campo auditivo normal (o curva de Wegel).

La zona de la palabra se extiende entre las frecuencias 250 c/s y 4.000 c/s y entre las intensidades 20-75 dB.

20-30 dB...... cuchicheo

50-65 dB...... conversación normal

70-75 dB...... voz intensa

La audición dentro del sistema perceptivo general

En este apartado veremos cómo y de qué forma la audición interviene en las distintas funciones perceptivas del ser humano.

El oído y su relación con los demás sentidos

El oído forma parte de un sistema sensorial más amplio denominado la espaciocepción, integrado, además de por el oído, por la vista, el tacto, el equilibrio y la propiocepción (Panisini, 1985; en Richelle, 1989). A través de este sistema el organismo se sitúa dentro del espacio, se forma un concepto aproximado de su entorno y entra en relación con él.

El oído y la vista constituyen las principales herramientas para la percepción a distancia. La visión es direccional, enfoca solamente el área frontal de la persona y puede interrumpirse durante el sueño y en cualquier momento tan solo cerrando los ojos.

La audición se extiende en todas las direcciones y, en cierto sentido y a ciertos niveles, continúa dispuesta incluso durante el sueño. Le corresponden funciones de exploración y alerta, funciona como un sentido de planos de fondo.

La visión suele ocuparse de los primeros planos, de ordinario enfoca aquella experiencia que ha sido identificada por la audición (Myklebust, 1967; en Rodríguez, 2006).

En ocasiones muy concretas esta división de funciones se invierte o se hace más compleja. Cuando nos concentramos en una prueba auditiva o en una música, dirigimos la vista al infinito, miramos un punto o incluso cerramos los ojos, parece que con ello queremos pasar a primer plano la experiencia auditiva.

En otras situaciones, no tan frecuentes, ambos sentidos pueden realizar funciones de exploración similares.

La audición en general, sirve más como sentido de los trasfondos y la visión como sentido de los primeros planos, con todo, ambos receptores a distancia actúan también de forma recíproca y como partes de un mismo sistema más amplio.

El hombre es el único mamífero con dos sentidos a distancia altamente evolucionados y flexibles. La vista como órgano sensorial, disfruta de una mayor estabilidad en los estímulos a los que es sensible, por ejemplo, la imagen de un cuadro permanece mientras se contempla. Los estímulos auditivos desaparecen, no pueden ser fijados en el tiempo, por ejemplo, la música es pasajera, esto es, tiene una permanencia limitada. La audición es un sentido más temporal y la visión es sobre todo espacial, aunque ambos actúan como temporales y espaciales.

La secuencia, la temporalidad y la continuidad son precisamente elementos que ayudan a atribuir significado a los estímulos auditivos. La audición, por tanto, se caracteriza por su disponibilidad, susceptibilidad a todo sonido y por su fluidez. Esta disponibilidad permanente aporta ventajas pero también conlleva inconvenientes: una experiencia visual puede evitarse con sólo volver la cabeza o cerrar los ojos, la audición en el normo-oyente no cuenta con esta posibilidad.

Tanto los sentidos de contacto como los sentidos a distancia funcionan de un modo característico conocido como percepción intersensorial. Aunque no sean estimuladas todas las vías sensitivas, la interpretación específica de una experiencia sensorial se hace a base de lo aprehendido por el conjunto de la experiencia sensitiva.

Si falta la información de un determinado sentido, la experiencia lograda por el resto de los sentidos se estructura de forma diferente. Cuando uno de los sentidos a distancia se encuentra disminuido, los otros asumen cometidos diferentes. Por ejemplo, cuando existe sordera, la vista se ve obligada a asumir fines más complejos y a atender tanto a los primeros planos como al trasfondo. También el tacto (a través de las vibraciones) adquiere en este caso un papel muy significativo.

Funciones en las que participa la audición

La audición no sólo conlleva la posibilidad de percibir y de adquirir la lengua oral, sino que supone mucho más. La audición contribuye de forma decisiva a tomar conciencia del mundo que nos rodea, interviene en funciones relevantes para la supervivencia y para la vida de la persona. Algunas de estas funciones son:

Función de alerta. El hombre basa su vigilancia en la exploración sonora con más frecuencia que en otras sensaciones. El oído permanece abierto día y noche. Cualquier modificación del entorno, cualquier señal emergente por su intensidad o por su forma, inhabitual o condicionada, desencadena en el subconsciente el mecanismo de alerta que induce a la atención, a una investigación en busca de la significación y del eventual peligro. Esto lo atemperan los mecanismos neurológicos de la habituación y de la facilitación. Un sonido repetitivo a persistente deja de tener interés (habituación) y un sentido concreto confiere significado a la señal que lo transmite con especial relevancia (facilitación).

La persona sorda se ve obligada a sustituir esta alerta acústica por la visión, menos universal y menos continua. Periódicamente debe explorar su entorno con la vista para permanecer al acecho de las modificaciones que puedan sobrevenir. Está obligada a forzar su vigilancia porque carece de alerta permanente. Por esta razón, en ocasiones puede dar la impresión de estar distraída al mirar a uno y a otro lado. Para mantener su tranquilidad y su atención necesita tener la conciencia de que su medio es seguro y estable.

Localización de la fuente sonora, el estímulo o acontecimiento.

El oído no sólo alerta sino que indica la dirección del acontecimiento. La audición binaural, por los dos oídos, permite localizar el estímulo. Las diferencias de tiempo y de intensidad con que un sonido es detectado por uno y por otro oído, hacen posible la discriminación del origen y de la dirección de la fuente sonora. Esta reacción de orientación-investigación, se construye desde la primera quincena de la vida, a partir de un reflejo innato de rotación de la cabeza hacia la hemifaz excitada.

La sordera complica la localización de los acontecimientos y obliga a una exploración visual más amplia. La vibración también facilita esta función, así las personas sordas se orientan principalmente a través de la vista, pero en ocasiones también, por medio de la vibración.

Estructuración espacio-temporal. El oído es un medio excelente para captar el tiempo y el ritmo. Los estímulos a los que el oído es sensible son efímeros, rápidos, se desarrollan en el tiempo, pasan, su permanencia es muy limitada.

El deficiente auditivo profundo se encuentra menos expuesto a sensaciones temporales y rítmicas y desarrolla menos habilidades para discriminar estimulaciones basadas en juegos temporales (duración, secuencia, ritmo, etc.). Asimismo, el oído es sensible a las estimulaciones más breves y rápidas. Su privación parcial o total termina por afectar a la noción de rapidez. La lentitud que en algunas facetas caracteriza a los deficientes auditivos estaría relacionada con la menor exposición a sensaciones auditivas de rápida reacción (Hiskey, 1996).

El oído no sólo representa un papel decisivo en la percepción del tiempo y del ritmo, también interviene de forma importante en la percepción del espacio. La visión ofrece la perspectiva, la audición la distancia. Tenemos constantemente una imagen acústica de nuestro entorno en forma de reverberaciones múltiples y de ecos. La reverberación da una sensación de timbre, el eco de intervalo. El eco y el intervalo de tiempos de dicho eco, son los que desde los primeros meses nos aportan indicaciones sobre la distancia de los objetos que reflejan la onda acústica. La absorción de los sonidos, su no-reflexión, aporta sensación de profundidad, impresión de “infinito”.

La imagen del mundo exterior que percibe el sordo profundo está amputada de sus rasgos acústicos, lo que contribuye a hacer una realidad algo más plana. Al menos dispone de menos aportes informativos sobre las distancias.

Desarrollo motriz. La audición también influye en el desarrollo de la motricidad general. Además de aportar información sobre las distancias y los espacios, oír los ruidos y sonidos asociados a los movimientos musculares, sirve para controlar la forma en la que se realizan, ayuda a calcular su duración, a llevar el ritmo y facilita su aprendizaje y memorización. Las pérdidas auditivas generalmente complican, no imposibilitan, estos cálculos y aprendizajes.

La atención. Otra repercusión de la sordera es atención dividida.

A la persona sorda no le resulta posible la convergencia simultánea entre comunicación y experiencia, por tanto, se ve obligada a aprender cuándo, dónde y qué debe mirar, secuencialmente. Al oyente la misma información (visual y auditiva) se le presenta de forma simultánea. La persona sorda no podrá actuar y recibir instrucciones al mismo tiempo, no podrá escribir mientras le explican (no podrá tomar apuntes, por ejemplo). Por ello se hace imprescindible que desde los primeros años de vida, se asegure la atención del niño a través de la visión.

A pesar de lo expuesto anteriormente, las personas sordas desarrollan destrezas y ejercen las funciones de alerta y de orientación espacio-temporal con bastante eficacia. No obstante, los mecanismos sensoriales en los que se basan, como se ha mencionado en los párrafos anteriores, no coinciden con los empleados por los oyentes. Basar la experiencia en percepciones diferentes da lugar a ciertas peculiaridades, favorece una determinada forma de entender la realidad y de comportarse.

Las diferencias culturales, a las que a veces se hace referencia cuando se habla de sordos profundos prelocutivos, tienen su razón de ser en estas diferencias perceptivas. Las personas oyentes construyen su experiencia a base de imágenes sonoras (más efímeras) y basan sus percepciones en códigos auditivo-vocales. Las personas sordas fundamentarían su percepción en imágenes visuales, más estables, y en códigos visoespaciales, teniendo por tanto, una experiencia, una cultura más visual.

Los trastornos de la audición: tipos de hipoacusia o sordera

La audición exige el funcionamiento correcto de los mecanismos del oído. Cuando alguna de las partes del oído se encuentra deformada o interferida por una lesión o enfermedad puede producirse un deterioro de la audición. Si el problema se localiza en el oído externo o medio aparecerán dificultades para que la vibración pueda llegar en su plenitud al tímpano o pueda ser transmitida por la cadena de huesecillos a los líquidos del oído interno. Se habla entonces de una hipoacusia de transmisión o conductiva, que suele tener en muchas ocasiones tratamiento quirúrgico o medicamentoso y que puede ocasionar solo una pérdida parcial de la audición.

Si la lesión se localiza en el oído interno, en el nervio auditivo o en los centros cerebrales, la sordera que origina es irreversible y la pérdida de audición probablemente será de mayor importancia.

Las pérdidas auditivas pueden clasificarse basándose en diferentes criterios según sea:

El lugar donde se ha producido la lesión

El grado de pérdida auditiva

La edad de aparición de la deficiencia auditiva.

Clasificación según el lugar de la lesión auditiva

Según sea el lugar en el que se ha producido o se produce la lesión, hablaremos de: