MENTORÍA
DE MENORES Y JÓVENES

Guía práctica

Pat Dolan
Bernadine Brady

NARCEA, S.A. DE EDICIONES
MADRID

 

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ÍNDICE

 

INTRODUCCIÓN. ¿QUÉ ES LA MENTORÍA?

El fundamento de los Programas de Mentoría. ¿Tiene inconvenientes la mentoría? Tipos de programas de mentoría. Ventajas de la mentoría. Estructura del libro.

1/ EL APOYO SOCIAL Y SU PAPEL EN LA MENTORÍA DE MENORES

¿Qué es el apoyo social? Apoyo social y redes sociales de ayuda para los menores. Fuentes informales de apoyo social. Tipos de apoyo social que ofrecen los miembros de la red. Otras consideraciones con respecto a los tipos de apoyo. Importancia del apoyo percibido. Calidad del apoyo social. Posibles perjuicios del apoyo social. Las necesidades de apoyo social durante la adolescencia. Transmitir ayuda, apoyo oculto y apoyo social.

2/ EVALUACIÓN DEL APOYO SOCIAL PARA EL MENOR EN UN CONTEXTO DE MENTORÍA

Las cuatro etapas del proceso de evaluación. Guía para utilizar dos instrumentos de evaluación del apoyo social con jóvenes. Indicadores para evaluar el apoyo social en la mentoría de menores. El Contrato Cooperativo de apoyo con un menor después de la evaluación.

3/ BUENAS PRÁCTICAS EN LOS PROGRAMAS DE MENTORÍA

Diseño del programa. Normas y procedimientos fundamentales de buenas prácticas en programas de mentoría. Características del menor. Características de las relaciones de mentoría. Retos comunes que afrontan los programas de mentoría. Supervisión y evaluación de los programas.

4/ PROGRAMAS DE MENTORÍA EN EL ENTORNO ESCOLAR

Mentoría entre compañeros de edad diferente. Cómo realizar programas de mentoría entre compañeros de edad diferente. Mentoría de adultos en la escuela.

5/ APOYO SOCIAL A TRAVÉS DE LA MENTORÍA DE GRUPOS ESPECÍFICOS DE MENORES.

Mentoría de menores con dificultades de salud mental. Mentoría de menores con conductas delictivas o con problemas con la justicia. Jóvenes que finalizan su estancia en centros de menores. Jóvenes solicitantes de asilo, refugiados e inmigrantes. Mentoría de menores con discapacidad. Mentoría intergeneracional.

CONSIDERACIONES FINALES

Importancia del apoyo social informal. El papel de la investigación en la mentoría de menores. La mentoría de menores, la prevención y la intervención temprana. ¿Mentoría de menores como única intervención o en el contexto de otras intervenciones?

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

INTRODUCCIÓN

 

Desde finales de la década de 1990, se viene haciendo cada vez más hincapié en que, para promover el bienestar de niños y jóvenes, es necesario un enfoque centrado en el menor, y que abarque además el ámbito comunitario. Aunque, en los EE.UU., los programas de mentoría y protección existen desde hace un siglo, en otros países han surgido en el contexto de un despliegue más amplio de servicios. Estos programas pretenden crear una relación especial entre un voluntario adulto y un menor, con una duración mínima de un año, período durante el que ambos se reúnen semanalmente. La “pareja” es supervisada por un trabajador social profesional para garantizar su seguridad y progreso. La idea es que se cree una amistad que resulte beneficiosa para el menor que, a la vez, le ayude a prevenir dificultades futuras y que constituya para él un apoyo a la hora de afrontar las adversidades de la vida. Se espera que la presencia de este adulto solícito contribuya positivamente al desarrollo social y emocional del menor.

En vez de centrarse en los déficits o las carencias del joven, los programas de esta naturaleza enfatizan el apoyo al menor para que se desenvuelva lo mejor posible en las circunstancias en las que vive.

La finalidad de este libro es facilitar una visión general sencilla y accesible de la teoría, la investigación y la práctica de la mentoría con menores. El argumento central del libro es que la mentoría puede ser una fuente valiosa de apoyo para los menores, particularmente para quienes se enfrentan a adversidades o dificultades en su vida. El libro pretende dar una idea completa de los tipos de apoyo de los que se benefician los menores así como de las cualidades y características de ese apoyo, y destacar de qué modo se puede reforzar este apoyo con los programas de mentoría. Las relaciones humanas son complejas, por ello contar con un apoyo efectivo puede ser difícil.

Al ofrecer una explicación fácilmente asimilable de los matices del apoyo social y de los posibles obstáculos que pueden presentarse, los mentores y los lectores interesados se harán una idea de cómo puede potenciarse su práctica.

El libro señala también formas prácticas de evaluar el apoyo ofrecido a los menores, que pueden ayudar a decidir si la mentoría es adecuada y si los menores que han tenido contacto con un mentor consideran valiosa la relación. Además, el libro se centra en los elementos esenciales de la mentoría, como las prácticas recomendadas y los resultados de la investigación, los tipos de relaciones y el enfoque de la mentoría que probablemente sea más fructífero. Presta atención también a las cuestiones relacionadas con la mentoría en contextos específicos, como las escuelas, y con determinados grupos de menores en exclusión.

¿QUÉ ES LA MENTORÍA?

En el contexto de este libro, el concepto “mentoría” hace referencia a una relación entre un menor (mentorizado) y una persona mayor (mentor) que no tiene relación previa con él.

Existen muchas definiciones de mentoría, todas ellas útiles. Por ejemplo, la Youth Mentoring Network de Nueva Zelanda (Dunphy y cols., 2008: 9) ofrece la siguiente definición:

“Es el proceso por el que un guía con más experiencia, y en el que se confía, entabla una relación con un menor que quiere contar en su vida con una persona que se preocupe por él y tenga más experiencia, de manera que el joven esté apoyado en su crecimiento hacia la adultez y se incremente la capacidad de establecer conexiones sociales positivas y de construir competencias básicas”.

Esta definición enfatiza que la relación es voluntaria y fiable, y que el menor escoge implicarse en ella. Destaca también que, por regla general, el mentor tiene mayor experiencia que el menor y ofrece una guía o apoyo que puede facilitar el crecimiento y el desarrollo del mentorizado.

Otras definiciones también reconocen que suele existir un vínculo emocional y una sensación de confianza entre el mentor y el mentorizado (DuBois y Karcher, 2005). El US National Mentoring Partnership, MENTOR (2005:11) presenta a los mentores como “personas solícitas que, junto con los padres o tutores, brindan apoyo, consejo, amistad, refuerzo y un ejemplo constructivo”.

Las relaciones de mentoría con menores pueden ser “informales” o “formales”. El vínculo de mentoría informal o “natural” se describe como una relación que se desarrolla espontáneamente con un adulto distinto de los padres (como un coach, vecino o maestro) y de quien el menor recibe orientación, estímulo y apoyo emocional (Baker y Maguire, 2005).

La mentoría formal o “planificada” se organiza mediante un programa de mentoría y se refiere a una relación de uno a uno, es decir, una relación individual, entre un voluntario adulto y un menor. La mentoría formal puede tener lugar en la comunidad y en asociaciones juveniles, así como en otros contextos, entre los que están las escuelas y los centros de trabajo (DuBois y Karcher, 2005). La mentoría formal puede adoptar muchas formas, como se indica a continuación (MENTOR/National Mentoring Partnership, 2005).

Tipos de mentoría formal

Mentoría uno a uno. Esta forma de mentoría supone el establecimiento de una relación entre un adulto y un menor. El requisito típico es que se reúnan semanalmente durante un mínimo de un año.

Mentoría de grupo. La mentoría grupal implica que un adulto establezca una relación con un grupo de hasta cuatro menores. El mentor se compromete a reunirse con el grupo con regularidad y su finalidad puede ser la diversión, la enseñanza o determinadas actividades. Las sesiones suelen tener cierta estructura y están dirigidas por el mentor.

Mentoría en equipo. Esta forma de mentoría supone que varios adultos mentoricen un pequeño grupo de menores.

Mentoría entre iguales. En la mentoría entre iguales, un menor recibe el apoyo de otro menor para desarrollar una relación de solidaridad y comprensión. Es más probable que la mentoría entre iguales tenga lugar en entornos escolares. Por ejemplo, la mentoría en el entorno escolar, como se expone en el capítulo 4, implica una relación de mentoría entre un estudiante mayor y otro menor y, por regla general, dura un curso académico. El papel del estudiante mayor consiste en apoyar al estudiante más joven a acomodarse a la escuela y afrontar los retos a los que a menudo se enfrentan los niños para adaptarse a un nuevo entorno escolar.

Mentoría por internet. La mentoría por internet, o también llamada e-mentoría, implica una relación de uno a uno entre un adulto y un menor que se desarrolla en línea. La pareja puede tener algunos encuentros iniciales cara a cara pero continúa comunicándose a través de internet al menos una vez por semana. Las relaciones de mentoría por internet, que se van haciendo ahora más populares, se centran a menudo en objetivos específicos como la carrera o el trabajo académico.

EL FUNDAMENTO DE LOS PROGRAMAS DE MENTORÍA

Pueden señalarse diversas razones para el desarrollo de programas de mentoría, que comentamos a continuación.

Menos oportunidades de apoyo informal entre adultos y menores

Durante las pasadas décadas, han cambiado la configuración y la forma de la familia y de la vida comunitaria “tradicionales”, con consecuencias significativas para la vida de los niños y los jóvenes. Ahora, dentro de la familia, es más probable que lo era antes el que los niños vivan con un solo progenitor, y las tendencias a salir a trabajar fuera de casa y al empleo de las madres han reducido el tiempo que tienen las familias para estar juntas. Existe la percepción de que se han reducido las oportunidades de interacción informal entre adultos y menores en la escuela y en la comunidad. Y se afirma, como resultado de esas tendencias, que los menores tienen, en general, menos contacto con adultos que los apoyen del que podían tener los de generaciones anteriores (Rhodes, 2002).

Además de los cambios demográficos, los jóvenes tienen más opciones y oportunidades. Se han cuestionado las creencias y certidumbres establecidas, como los valores religiosos, y la gente tiene acceso a un mayor número de posibilidades de consumo y mediáticas (Giddens, 1991). Algunos autores, como Furlong y Cartmel (1997), creen que este debilitamiento del consenso relativo a los valores y la incertidumbre general que prevalece en la sociedad moderna han afectado en particular a los jóvenes. Creen que esta incertidumbre se ha cobrado su peaje en la salud mental de los jóvenes, como pone en evidencia el incremento de suicidios, intentos de suicidio, trastornos mentales y trastornos alimentarios.

Los programas de mentoría pretenden facilitar un contexto seguro para el desarrollo de unas relaciones de apoyo entre adultos y menores les sirvan a estos últimos como recurso, al afrontar las complejidades de la vida.

Los estudios muestran que el apoyo social ayuda a los jóvenes a salir adelante

Las investigaciones han demostrado que es más probable que los jóvenes que experimentan dificultades se dirijan a alguien con quien tengan una relación cercana y de confianza, como un progenitor, un hermano o un amigo, que a un asistente formal, como un trabajador social o un maestro. La disponibilidad de apoyo es crítica para salir adelante, pero no todos los menores tienen una red de apoyo en la que puedan confiar para que les ayude a salir airosos de las dificultades. Los estudios han demostrado que los jóvenes con menos apoyo social corren mayor riesgo de tener problemas y que el apoyo social contribuye generalmente a un mejor ajuste en sus vidas. Por ejemplo, Bal y cols. (2003) concluyeron de su estudio con 820 adolescentes de edades comprendidas entre 12 y 18 años que el apoyo social tiene un impacto importante en la salud mental y que la disponibilidad de apoyo social percibida por los adolescentes que habían experimentado algún acontecimiento estresante les reportaba mayores beneficios.

Todos los jóvenes tienen que afrontar estrés y dificultades en su vida. Hauser y Bowlds (1990) clasifican los elementos potencialmente estresantes a los que se enfrentan los menores en tres categorías:

Los acontecimientos normativos: los experimentan todos los menores, como la pubertad, el cambio de escuela a los 11-13 años y la presión de los iguales. Casi todos los menores tienen que afrontar estos problemas.

Los acontecimientos no normativos: afectan a un grupo más reducido de menores y pueden surgir en cualquier momento. Entre ellos están las enfermedades, las lesiones, la ruptura de la relación entre los padres, las crisis de amistad, el desempleo de los padres o la pérdida de seres queridos.

Las molestias cotidianas: éstas son de escala relativamente menor, pero pueden llegar a ser significativas si aparecen en cantidad suficiente o si se combinan con estresantes normativos o no normativos.

El grado en el que cualquiera de estos acontecimientos sea estresante depende del número de acontecimientos a los que tenga que hacer frente el menor, de la oportunidad de los acontecimientos y de cómo se agrupen esos acontecimientos normativos y no normativos. Graber y Brooks-Gunn enfatizan que la capacidad de salir adelante del joven depende de los apoyos o mediadores que tenga a su disposición. Para ello, los programas de mentoría tratan de crear una relación de amistad entre un menor y un adulto que brinde apoyo y en la que puedan desarrollarse la confianza y la cercanía, y en la que el adulto pueda ayudar al menor a seguir adelante con independencia de los acontecimientos normativos y no normativos y de las molestias cotidianas que experimente.

Los estudios de menores “resilientes” destacan la importancia de los mentores

El innovador estudio de menores de Werner y Smith (1982) en Hawái identificó la presencia de un cuidador o mentor natural consistente como factor clave a fin de capacitar a los menores para hacer una transición satisfactoria a la edad adulta, a pesar de soportar adversidades significativas durante la infancia y la adolescencia. Otros trabajos importantes de Garmezy (1985) y Rutter y Giller (1983) también llamaron la atención sobre la presencia, al menos, de un adulto no parental que proporcione un apoyo consistente como contribución a la resiliencia de los menores.

Rutter (1985) sostiene que una relación a largo plazo con mentores puede constituir un “mecanismo de acero” que ayude a los jóvenes a superar la adversidad. De igual manera, los sociólogos Williams y Kornblum (1985) señalaron que la presencia de mentores naturales marca la diferencia clave entre los menores de comunidades en desaventaja que salen adelante y los que no lo consiguen.

Los estudios han demostrado que los mentores que surgen de forma natural pueden significan un importante recurso en la vida de los menores, al facilitarles orientación, estímulo y apoyo emocional (Munson y cols., 2010; Zimmerman y cols., 2002).

Los programas de mentoría formal tratan de fomentar el desarrollo de relaciones de mentoría que brinden apoyo a los menores que en su vida no tienen contacto con mentores naturales.

Basándose en los estudios sobre menores resilientes antes mencionados, además de en el corpus más general de investigaciones sobre el desarrollo juvenil, el US National Research Council/Institute of Medicine identificó en 2002 (Eccles y Gootman, 2002) un conjunto de beneficios personales y sociales que incrementan el desarrollo saludable y el bienestar de los adolescentes y facilitan una transición satisfactoria desde la infancia hasta la edad adulta, pasando por la adolescencia. Estos beneficios son: desarrollo físico, desarrollo intelectual (pensamiento crítico, éxito escolar, destrezas para la vida), desarrollo psicológico y emocional (destrezas para desenvolverse bien, confianza en la propia eficacia personal y valores prosociales), desarrollo social (conexión con los padres, compañeros y otros adultos) y sentido de integración social. Es más probable que los contextos en los que viven los menores proporcionen unos beneficios evolutivos si los jóvenes tienen oportunidades de experimentar unas relaciones que sirvan de ayuda y un buen apoyo emocional y moral; de entrar en contacto con una moralidad y unos valores positivos; de establecer vínculos con sus comunidades, y de experimentar una seguridad física y psicológica (Eccles y Gootman, 2002).

Los autores concluyen que los programas comunitarios pueden expandir las oportunidades para que los menores adquieran recursos personales y sociales, y que los jóvenes que pasan tiempo en comunidades ricas en oportunidades de desarrollo experimentan menos riesgos y muestran tasas más elevadas de desarrollo positivo.

Como ilustra la cita (Eccles y Gootman, 2002: x) siguiente, los programas comunitarios no solo tratan de abordar problemas, sino que se fijan en el “potencial completo” del menor.

“Muchos que estudian el desarrollo adolescente y trabajan con gente joven han ido convenciéndose de que no tener problemas no significa estar plenamente preparado. Más allá de eliminar problemas, una persona necesita destrezas, conocimientos y una gama de recursos personales y sociales para desenvolverse bien durante la adolescencia y la edad adulta. Por tanto, una visión más amplia, más holística de la ayuda a los jóvenes para desarrollar todo su potencial está ganando amplia aceptación en el mundo de la política y de la práctica…”

Es obvio que hay muchos factores asociados con el desarrollo positivo del menor y que, en sí misma, considerada en este contexto, la mentoría no es una panacea que pueda curar el daño causado por una vida llena de inconvenientes. Aun cuando se faciliten las relaciones positivas mediante programas de mentoría, solo representarán uno de todo el “ejército” de recursos positivos que pueden apoyar el desarrollo saludable de los menores.

La mentoría puede promover el capital social conectivo

El capital social hace referencia a los beneficios que se desprenden de las conexiones sociales y de la confianza entre las personas (Field, 2008; Putnam, 2000). Los conceptos de capital social conectivo y capital social cohesivo se han utilizado en el contexto de las intervenciones dirigidas a niños y jóvenes en la comunidad. El capital social cohesivo se refiere a los íntimos lazos y fuerte confianza que caracteriza las relaciones entre las personas en muchas comunidades, mientras que el capital social conectivo se caracteriza por unos lazos más débiles con personas con las que no hay intimidad. El concepto de capital social se ha empleado para justificar la necesidad de intervenciones en la comunidad que puedan fortalecer las redes y la confianza entre personas dentro de las comunidades (Jack y Jordan, 1999).

Las intervenciones comunitarias se centran por regla general en construir el capital social cohesivo, creando redes locales de apoyo para las personas que puedan ser vulnerables. Los efectos del capital social cohesivo en una comunidad suelen ser positivos porque las personas aprovechan esos lazos tanto en los momentos buenos como en los malos, pero también pueden ser negativos al promover la nivelación a la baja de normas y valores, e impedir que las personas establezcan y participen en redes con personas ajenas a la comunidad (Putnam, 2000). Woolcock y Narayan (2000) sostienen que, aunque el capital social cohesivo local opere como una estrategia defensiva contra la pobreza, el cambio desde “arreglárselas” a “salir adelante” requiere un cambio de las redes cohesivas a las conectivas.

Podemos preguntarnos cómo se relacionan el capital social cohesivo y el conectivo con el apoyo social y la mentoría de menores. Puede decirse que la mentoría trata de estimular el capital social “conectivo”, facilitando una relación de confianza y de apoyo entre un menor y un adulto, abriendo de este modo sus redes sociales de apoyo, las visiones del mundo y las relaciones del menor. La presencia de este adulto también puede influir en otros miembros de la familia, como los padres y los hermanos. En casos en los que la visión del mundo que tiene la familia es cerrada, por ejemplo, en relación con la educación, el mentor puede influir en las actitudes de los mentorizados comentando sus experiencias de vida. Los mentorizados también tienen la oportunidad de tomar parte en nuevas actividades, como deportes, actividades culturales y grupos de jóvenes que en caso contrario no formarían parte de su mundo.

El estudio de Shildrick y MacDonald (2008) presenta ejemplos de cómo se produce el capital social conectivo cuando los mentores naturales facilitan que los jóvenes amplíen sus opciones y disfruten de nuevos estilos de vida. De igual manera, el estudio de la mentoría de menores que dejan el sistema de acogida de Clayden y Stein (2002) demostró que las relaciones informales con los mentores sirvieron, en algunos casos, para ayudar a los menores a evitar el capital social conectivo negativo que puede llevarlos al delito y al abuso de drogas. El estudio estadounidense de los mentores naturales, representativo a nivel nacional, que llevaron a cabo DuBois y Silverthorn (2005), constituye un nuevo respaldo a la teoría conectiva. Este estudio descubrió que, en comparación con las relaciones de mentoría con adultos de la familia, era mayor la probabilidad de que los lazos con adultos de fuera de la familia estuvieran asociados con resultados favorables en las áreas de la educación y la salud física. La educación y la salud física son áreas en las que los miembros de la familia comparten a menudo actitudes y conductas similares, lo que indica que los adultos de fuera de la familia pueden estar mejor equipados para ejemplificar y estimular perspectivas o enfoques alternativos para un menor.

La mentoría de menores es un modelo flexible de provisión de servicios, centrado en el menor

Como señalamos antes, el modelo de mentoría de menores reconoce que los niños y los jóvenes obtienen apoyo de los lazos sociales informales que perciben como auténticos, confidenciales y significativos, y tratan de facilitar esas relaciones en el contexto de un programa formal. La investigación ha demostrado que los menores pueden ser reacios a compartir sus problemas con personas que les presten ayuda formal porque temen que no se mantenga la confidencialidad de sus problemas (Hallett y cols., 2003). Se necesitan nuevas formas de provisión de servicios para niños y jóvenes que permitan la autoexpresión y no estén regidas por objetivos de “arriba abajo” en relación con lo que necesitan los niños (Moss y Petrie, 2002; Parton, 2006). Este énfasis en la participación auténtica conducida por el niño y el joven refleja la intención del artículo 12 de la Convención sobre los derechos del niño de las Naciones Unidas (CDNNU). Determinados tipos de programas de mentoría pueden facilitar este espacio para niños y jóvenes. Además, de acuerdo con el marco ecológico de Bronfenbrenner (1979), la mentoría puede considerarse como una intervención flexible que es capaz de trabajar con el “niño completo” en su entorno, cultura, contexto y género propios, y construir basándose en sus virtudes personales únicas. Como intervención de política social, la mentoría tiene la ventaja también de estar disponible sin la limitación “de 9 a 5, de lunes a viernes” y, por tanto, tiene la capacidad de brindar apoyo al menor cuando lo necesite (Brady y Dolan, 2007).

En resumen, el fundamento de los programas de mentoría se deriva de la investigación y la teoría que llaman la atención sobre los factores que apoyan a los jóvenes para seguir adelante y disfrutar de un desarrollo saludable en la sociedad. Se dice que, a causa de los cambios en la naturaleza de la vida familiar y comunitaria en los últimos decenios, los jóvenes no tienen tantas oportunidades como antes de establecer relaciones con los adultos en sus hogares y en sus comunidades. Los programas de mentoría pretenden llenar este vacío facilitando a los menores el establecimiento de relaciones de apoyo con adultos en un entorno comunitario.

En segundo lugar, hay un gran corpus de investigación que enfatiza la importancia del apoyo social para ayudar a los jóvenes a salir adelante.

En tercer lugar, los estudios de jóvenes que han progresado a pesar de tener que enfrentarse a adversidades importantes en su vida han puesto de manifiesto que muchos se han basado en el apoyo de un mentor natural. Este corpus de investigación señala que el acceso al apoyo de un adulto no parental puede ser un aspecto importante en la vida de los jóvenes resilientes.

En cuarto lugar, la mentoría es una forma de provisión semiformal de servicios, puesto que se ofrece en el contexto de un servicio profesional, pero es una modalidad de intervención flexible e informal. La investigación ha demostrado que es más probable que los jóvenes depositen su confianza en personas que les brindan un apoyo informal y se abran a ellas que en profesionales, porque son conscientes de que los profesionales trabajan con ellos cobrando por su servicio y pueden compartir información con otros. No obstante, la bibliografía en relación con la mentoría destaca también una serie de problemas o inconvenientes de la mentoría de menores, tal como se expone en el epígrafe siguiente.

¿TIENE INCONVENIENTES LA MENTORÍA?