TENEMOS PETRÓLEO DE SOBRA HASTA EL
FINAL DEL SIGLO XXI
PROLOGO Y AVISO PARA LECTORES IMPACIENTES
INTRODUCCIÓN
PARTE A – LO QUE AFIRMAN LOS FATALISTAS
1. Los primeros agoreros
2. ¡El petróleo se acaba!
3. Curva de Producción Histórica no es una Campana de Gauss
FIGURA 1 – CURVA TEÓRICA DE PRODUCCIÓN
4. El error de King Hubbert
5. Los fatalistas se equivocan una y otra vez
6. La Política es la clave para explicar algunos “agotamientos”
TABLA I – PRODUCCIÓN DE PAÍSES “AGOTADOS”
TABLA II – ERRONEA PREDICCION DE R. C. DUNCAN
7. Un cambio de estrategia: no se acaba, pero será muy caro
TABLA III - PRODUCCIÓN EN EL MAR CASPIO
TABLA IV- PROFECIAS ERRÓNEAS
8. Pocos piensan que hay petróleo para rato
TABLA V – LAS PREDICCIONES DE LOS “EXPERTOS”
PARTE B – LO QUE REVELAN LAS RESERVAS
9. Reservas mundiales
TABLA VI – RESERVAS TOTALES MUNDIALES
TABLA VII – 10 PAÍSES CON MAYORES RESERVAS
10. Otro error de los agoreros: el Ratio Producción/Reservas
11. Hay pozos de petróleo que nunca se agotan
12. Otros viejos pozos productores
FIGURA 2 – PRODUCCION HISTÓRICA KERN RIVER
PARTE C – UN FUTURO PROMISORIO
13. Mejorando la recuperación y descubriendo nuevos campos
14. Las técnicas de Recuperación Mejorada
15. Las nuevas técnicas de sondeos
PARTE D – LA EXPLORACIÓN MUNDIAL ESTA EN PAÑALES
16. En qué consiste la exploración petrolera
17. La paradoja de King Hubbert
18. El número de perforadoras activas
FIGURA 3 – SONDAS EN LOS EE.UU. Y EN EL MUNDO
TABLA VIII – NUMERO DE EQUIPOS DE SONDEO
TABLA IX – POZOS A REALIZAR EN 2012
PARTE E – LAS NUEVAS POTENCIAS PETROLERAS
19. Países productores maduros (históricos)
20. Los nuevos productores
PARTE F – SITIOS DE EXPLORACIÓN “CALIENTE”
ANEXO I – ALGUNOS MEGAYACIMIENTOS
ANEXO II – CANTARELL, PETRÓLEO Y METEORITOS
ANEXO III – BRASIL, ARGENTINA, URUGUAY
ANEXO IV – RELACIÓN PRECIO/EXPLORACIÓN
TABLA X – PRECIO DEL CRUDO DESDE 1970 A 2010
ANEXO V – ANTIGUO USO DEL PETRÓLEO Y OTROS
CONCLUSIONES
FIGURA 4 – PRODUCCIÓN DE LOS EE.UU. 1930-2010
ISBN: 978-84-686-1178-5
ISBN Ebook: 978-84-686-3253-7
Editor Bubok Publishing S.L.
Impreso en España/Printed in Spain
Las posibilidades de encontrar petróleo en California son casi nulas. Servicio Geológico de los EE.UU. (USGS), 1886
Las posibilidades de encontrar petróleo en Texas son casi nulas. Servicio Geológico de los EE.UU. (USGS), 1891
Solo quedan reservas para 13 años más. Departamento de Interior, EE.UU., 1939
Solo quedan reservas para 13 años más. Departamento de Interior, EE.UU., 1951
Ante todo advertir al lector que en este libro se desgranan muchos datos y cifras que podrían aburrir a quienes no disfrutan habitualmente con tópicos tales como los análisis de mercados, las estadísticas de producción, los datos de consumo o las previsiones económicas.
Si Ud. nunca quiso ser admitido en semejante club de malabaristas de números, le sugerimos que ignore casi todo el contenido del libro y vaya directamente a las CONCLUSIONES donde de forma breve y sencilla se explica que tenemos petróleo para un buen rato.
Si a pesar de la advertencia insiste en recorrer el total de las páginas, debe saber que prácticamente todo el batiburrillo de cifras, tablas y diagramas están fundamentalmente basadas en las Estadísticas Anuales que publica la BP (ex-British Petroleum) y que destacan por su regularidad y continuidad (permite comparar hasta 30 o más años hacia atrás las cifras de reservas, producciones, etc.). Los datos que presenta BP son aceptados por la gran mayoría de los analistas del mercado de hidrocarburos y de hecho apenas difieren de las de otros organismos como son la Agencia Internacional de la Energía, el U.S. Geological Survey (Servicio Geológico de los EE.UU.) u otros organismos oficiales de prestigio internacional.
Con respecto a las abreviaciones se ha tratado de evitarlas en lo posible, aunque en los casos de unidades muy repetidas se ha utilizado bbl por “barriles” de petróleo, que es la forma más habitual y universal de presentar los datos económicos del crudo. En algunos casos se ha utilizado bbl/d o “barriles por día” o bbl/año o “barriles por año”. Otra abreviación frecuente es la de u$/bbl o sea dólares americanos por barril.
También advertimos que el uso del término “billón” en castellano no es equivalente al “billion” inglés. En español se llama billón al millón de millones, o sea 1012, lo que equivale al “trillion” en inglés. Para evitar confusiones casi siempre se habla de “miles de millones” (109).
La información contenida en este libro puede recabarse de internet sin ninguna dificultad, tanto en lo concerniente a las menciones de personas, como a las referencias de institutos, fundaciones, universidades y organismos estatales o internacionales. Respecto a los datos estadísticos que no se refieren a producciones y reservas que casi siempre se han extraído de los informes anuales de BP, en todos los casos se han citado las fuentes que pueden ser consultadas en internet.
Cualquier persona puede obtener en la red de internet la misma información y los datos que se han utilizado para escribir este libro, ya que no contiene ningún tipo de información confidencial ni privada. En algunos casos se han extraído frases o datos de revistas científicas o de divulgación científica o técnica que pueden encontrarse en cualquier hemeroteca pública o universitaria.
Es por ello que no hay citas bibliográficas ni bibliografía, cuando se quiera un detalle de la fuente o del dato, bastará con teclear el término en cualquier buscador para poder contrastar la información.
El autor es geólogo y ha trabajado en distintos campos de la geología económica o aplicada durante más de 40 años, tanto en Europa como en América Latina y conoce perfectamente cuales son los criterios técnicos utilizados para las evaluaciones de reservas.
Sin embargo, la intención de este libro no es la de hacer un análisis exhaustivo de los volúmenes de reservas ni de diferenciar reservas de recursos o entrar en la compleja jerga que está imponiéndose en la actualidad. Las reservas indicadas en este trabajo son simplemente las que indican las estadísticas de BP y se supone que se trata de volúmenes extraíbles o aprovechables. Por otro lado no vale la pena hilar demasiado fino, ya que hoy en día las técnicas de Recuperación Mejorada y de sondeos dirigidos están evolucionando tan rápidamente que en pocos años un petróleo que ayer se consideraba como imposible de extraer o aprovechar, ahora puede bombearse hasta la superficie sin grandes dificultades. Muchos yacimientos que se “agotaron” hace años, hoy está siendo “resucitados” y llevados otra vez a producción.
Claro está, siempre que el precio del barril lo justifique.
La intención de este libro es alertar a los ciudadanos libres que se está jugando con el miedo, que se está presentando una amenaza fantasma muy alejada de la realidad.
La intención no es otra que despertar conciencias, hacer ver que la botella que se nos presenta como medio vacía, está en realidad medio llena, o incluso, casi llena del todo.
En los albores del siglo XIX los luditas atacaban las fábricas textiles e hilanderías de Inglaterra. Fueron los artesanos textiles quienes desencadenaron el movimiento de protesta debido a que las nuevas máquinas permitían el trabajo de obreros sin formación, condenando a los artesanos a quedarse sin trabajo. Estos entendieron que las máquinas podrían reemplazar a la mano de obra y que los obreros se quedarían sin fuente de ingresos y condenados al hambre y a la miseria. El objetivo de los luditas fueron las máquinas y por ello incendiaron y destruyeron fábricas, a lo que se respondió con una fuerte represión. El movimiento se extendió por toda Europa, llegando incluso a España, donde tuvo una repercusión muy tardía en Alcoy con la que curiosamente se llamó “la rebelión del petróleo”. Los principales líderes pronto comprendieron que los auténticos enemigos eran los empresarios y se transformaron en los primeros socialistas o anarquistas con reivindicaciones más reales y concretas, mientras que la industria continuó su imparable progreso y expansión.
Al igual que los luditas que confundieron su objetivo de lucha, hoy en día muchas personas simpatizan con aquellos grupos ecologistas que en alguna medida son los herederos del ludismo. Para ellos el petróleo es la “bestia negra” que contamina aire, suelos, aguas y mares. Pero eso es remediable y reducible, en cambio, detener la maquinaria de extracción de las reservas que nuestra madre tierra acumuló durante millones de años para calentar e iluminar nuestros hogares, para poder desplazarnos y comunicarnos y para tantas otras cosas, sería un absurdo total.
Dependemos del petróleo casi tanto como de las plantas y del sol, el aceite mineral nos facilita el acceso al futuro, un futuro al que pronto llegaremos. Un fantástico futuro en que, como las plantas, solo necesitemos al sol como única fuente de energía.
Nadie puede negar que el petróleo se acabe algún día. Al igual que el gas natural o el carbón o la turba. A diferencia de los recursos mineros metálicos, que nunca se acabarán por el simple hecho de ser reciclables, los combustibles fósiles, una vez quemados y transformados en CO2 gaseoso y vapor de agua, no pueden volver a utilizarse, ni siquiera por medio de una costosa tecnología. Son recursos finitos y no renovables, debido a que son fósiles, es decir materia biológica muerta. La turba es el único combustible fósil que se está generando ante nuestros propios ojos, es un carbón especial que se produce de forma rápida y continua, no obstante a pesar de ello, necesita algunos siglos para poder transformarse en una masa susceptible de ser quemada o aprovechada.
Por lo tanto, decir que el petróleo se va a terminar o que llegará un día en que el volumen que se extraiga será inferior al de su consumo potencial, es algo innegable. Pero sin embargo lo más probable es que nunca se llegue a ese momento y que en algún momento surja un elemento de reemplazo. En la historia se han registrado varios casos en que una novedad salva del peligro inminente a la civilización y al progreso. Al fin de cuentas, la propia invención de la agricultura y la ganadería, hace unos 10.000 años, fue una fórmula que permitió reemplazar al paupérrimo y agotador sistema de recolección de plantas comestibles dispersas y la persecución de piezas de caza cada vez más escasas y distantes.
Tomemos como ejemplo la madera y los bosques. A partir del siglo XIII los reyes y legisladores británicos empezaron a preocuparse seriamente por la progresiva disminución de las áreas boscosas en las Islas Británicas, debido tanto a las necesidades crecientes de madera para distintos fines (construcción, mobiliario, buques, etc.) o como combustible, bien de forma directa como leña, o como materia prima para fabricar el carbón de leña que necesitaba la creciente industria artesanal (la fabricación de cerveza necesita gran cantidad de combustibles para generar vapor de agua y tostar la cebada).
Debe tenerse en cuenta que solo para cocinar y calentarse, una familia europea consumía en la Edad Media del orden de dos toneladas de leña al año. Y que las necesidades de la creciente industria metalúrgica eran enormes (p. ej.: se necesitaba una tonelada de leña para fundir 4 kilos de mineral de cobre).
A finales de la Edad Media las familias pobres europeas no podían pagarse un ataúd de madera y debían alquilarlo para la ceremonia para luego devolverlo después del entierro. En muchas catedrales inglesas y francesas se utilizó madera importada de Escandinavia que resultaba más barata y adecuada que la local. Gran parte de la reconstrucción de Londres después del “Gran Fuego” de 1666 se hizo con madera importada de Alemania y Suecia.
El mítico bosque de “Sherwood Forest” donde acaecieron las legendarias aventuras de Robin Hood y su banda de justicieros acabó desapareciendo totalmente bajo la república de Cromwell, antes de finalizar el siglo XVII.
Para entonces ya se utilizaba con frecuencia la hulla o carbón mineral en reemplazo del carbón vegetal o de la leña. Al principio su extracción era artesanal y limitada a las capas más superficiales, pero con el paso de los siglos fue desarrollándose y tecnificándose hasta transformarse en una potente actividad minera en los albores de la “revolución industrial” del siglo XVIII. Hay varios estudios históricos que demuestran que si no hubiese sido por la minería del carbón los bosques británicos habrían desaparecido totalmente entre 1820 y 1830. Así, la hulla suplantó al carbón de leña y a la propia leña, salvando a los bosques de su total desaparición.
Según el historiador N. F. Cantor, toda Europa occidental se encontraba al borde del desastre a principios del siglo XVI debido a la casi total desforestación que mermó la posibilidad de cazar en los bosques, lo que antes era fundamental para que las clases más humildes pudiesen completar una dieta pobre en proteínas. Fue entonces, gracias al desarrollo de la minería del carbón y la expansión de los nuevos cultivos de maíz y patatas procedentes de América (de mayor rendimiento calórico por hectárea), que se logró recuperar el equilibrio ecológico y reforestar las tierras menos productivas.