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EL CABALLO DE ESPARTO

(GUION PARA EL LECTOR DE NOVELAS)

RAFAEL ANDARIAS

ÍNDICE

1. ¿Por qué no se suelen publicar los guiones de cine?

2. La lectura de un guion cinematográfico

3. El caballo de esparto

4. Breve memoria

5. Agradecimientos

© Rafael Andarias

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Portada: Rafa Andarias Buigues

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A mi familia

¿POR QUÉ NO SE SUELEN PUBLICAR LOS GUIONES DE CINE?

(a modo de introducción)

Desde que escribo guiones cinematográficos me pregunto por qué no se suelen publicar. La respuesta obvia es porque el guion está concebido como un instrumento de trabajo, siendo el texto a partir del cual trabajan el productor, el director, los actores, el director artístico, el director de fotografía… y todo el equipo que interviene para que una película se lleve a cabo. De hecho, los escasos guiones que podemos ver expuestos en las librerías son adquiridos por cinéfilos, guionistas y estudiantes de cinematografía (en todas sus modalidades) revelando que su interés es únicamente para vinculados con el mundo del cine.

Es sabido que los numerosos guiones que no llegan a rodarse por diversas razones (proyectos costosos, falta de interés por parte de las productoras hacia determinados temas y, por qué no mencionarlo, la carencia de una industria cinematográfica en nuestro país), se quedan en los cajones de los guionistas. No debemos olvidar tampoco aquellos que llegan a rodarse pero que luego no se distribuyen, los que se proyectan solo en festivales y los que llegan a algunas salas aunque permaneciendo en cartel tan pocos días que pasan desapercibidos. Además, hemos de señalar que ganar o ser finalista de un concurso de guiones no implica que se vaya a rodar (de hecho es lo que desgraciadamente casi siempre sucede).

En cuanto a la mencionada carencia de una infraestructura cinematográfica, en el caso concreto de los guionistas se traduce en la ausencia de asociaciones profesionales que defiendan sus derechos y en la falta de agentes o representantes que “muevan los guiones” con el fin de que el guionista se dedique a lo suyo que es escribir y no a emplear el tiempo en ir tras las productoras.

El ánimo que impulsa esta introducción y, por ende, el presente libro es que estoy firmemente convencido de que muchos de estos guiones son buenas historias que merecerían ser conocidas por el gran público. En cierto modo, los escritores de guiones están en desventaja en comparación con los de novelas. Aunque, no hay duda de que no todas las novelas poseen una calidad suficiente para publicarse, los novelistas tienen el camino más fácil: a parte de los consagrados y de quienes ganan un premio literario de los muchos concursos que se convocan, siempre tienen la posibilidad de recurrir a la ayuda de un ayuntamiento, una diputación o a una entidad cultural.

Llegados a este punto, uno puede plantearse si el guion como tal es un texto que se pueda denominar literario, comparable a la novela, la poesía, el ensayo o la obra de teatro. En mi opinión no hay duda en este sentido. Buscando de nuevo la similitud con la novela, la modalidad literaria más cercana, el guionista realiza una labor exactamente igual que la del novelista: encontrar una idea que sustente la historia, trabajo de documentación, búsqueda de localizaciones, creación de la trama y las subtramas, así como la de los personajes, todo ello articulado en un impulso dramático dentro de una estructura.

Por otra parte, el guionista debe ajustarse a un formato determinado (los guionistas trabajamos con plantillas). Así, una película no debe sobrepasar, por regla general, las dos horas, traduciéndose a nivel práctico en que una página equivale a un minuto. Es decir, el guionista debe realizar un arduo trabajo de síntesis. Una regla de oro es que un guion debe ser preciso y conciso.

Estimado lector, el guion que tiene en sus manos (o en su pantalla), El caballo de esparto, no se ha rodado. Varias productoras lo conocen y espero que algún día alguna se decida a llevar el proyecto adelante; pero, mientras tanto, deseo que la historia se conozca, pues creo que merece la pena (aunque, ¡cómo un padre va a hablar mal de su hijo!).

Antes de pasar al texto, le he preparado unas normas básicas para acometer su lectura, en el supuesto de que usted no tenga por costumbre leer guiones cinematográficos.

LA LECTURA DE UN GUION CINEMATOGRÁFICO

Como ya he mencionado anteriormente, el guion cinematográfico, aunque tiene elementos en común con la novela, es bien diferente a ésta en cuanto a su concepción de escritura. Indico a continuación los puntos que considero más relevantes para afrontar con éxito esta modalidad literaria.

Por último, con respecto a la lectura del guion recomiendo hacerlo sin prisas, tratando de recrear en la mente, a modo de pantalla de cine, la historia que se va leyendo.