Rubén Darío

Poema del Otoño y otros poemas

Publicado por Good Press, 2022
goodpress@okpublishing.info
EAN 4057664146861

Índice


DEDICATORIA A MARIANO MIGUEL DE VAL
INTERMEZZO TROPICAL
I—MEDIODÍA
II—VESPERAL
III—CANCIÓN OTOÑAL
AIRE DE «SEMINOLE», DE EGBERT VANALSTYNE
CORO
CORO
CORO
IV—RAZA
V—CANCIÓN
VI—A DOÑA BLANCA DE ZELAYA
VIII—A MARGARITA DEBAYLE
IX—EN CASA DEL DOCTOR LUIS H. DEBAYLE.—TOAST
SANTA ELENA DE MONTENEGRO
GAITA GALAICA
A MISTRAL
EL CLAVICORDIO DE LA ABUELA
LA CARTUJA
PEQUEÑO POEMA DE CARNAVAL
VALLDEMOSA
LOS MOTIVOS DEL LOBO
LA ROSA NIÑA A Mademoiselle Margarita M. Guido.
LA CANCIÓN DE LOS OSOS
RITMOS ÍNTIMOS
BALADA DE LA BELLA NIÑA DEL BRASIL
ENVÍO
DANZAS GYMNESIANAS BOLERAS

DEDICATORIA
A MARIANO MIGUEL DE VAL

Índice
Y sentimos la vida pura,
clara, real,
cuando la envuelve la dulzura
primaveral.
TÚ QUE ESTÁS LA BARBA EN LA MANO
meditabundo,
¿has dejado pasar, hermano,
la flor del mundo?
Te lamentas de los ayeres
con quejas vanas:
¡aún hay promesas de placeres
en los mañanas!
Aún puedes casar la olorosa
rosa y el lis,
y hay mirtos para tu orgullosa
cabeza gris.
El alma ahita cruel inmola
lo que la alegra,
como Zingua, reina de Angola,
lúbrica negra.
Tú has gozado de la hora amable,
y oyes después
la imprecación del formidable
Eclesiastés.
El domingo de amor te hechiza;
mas mira cómo
llega el miércoles de ceniza;
Memento, homo ...
Por eso hacia el florido monte
las almas van,
y se explican Anacreonte
y Omar Kayam.
Huyendo del mal, de improviso
se entra en el mal
por la puerta del paraíso
artificial.
Y, no obstante, la vida es bella,
por poseer
la perla, la rosa, la estrella
y la mujer.
Lucifer brilla. Canta el ronco
mar. Y se pierde
Silvano oculto tras el tronco
del haya verde.
Y sentimos la vida pura,
clara, real,
cuando la envuelve la dulzura
primaveral.
¿Para qué las envidias viles
y las injurias,
cuando retuercen sus reptiles
pálidas furias?
¿Para qué los odios funestos
de los ingratos?
¿Para qué los lívidos gestos
de los Pilatos?
¡Si lo terreno acaba, en suma,
cielo e infierno,
y nuestras vidas son la espuma
de un mar eterno!
Lavemos bien de nuestra veste
la amarga prosa;
soñemos en una celeste,
mística rosa.
Cojamos la flor del instante;
¡la melodía
de la mágica alondra cante
la miel del día!
Amor a su fiesta convida
y nos corona.
Todos tenemos en la vida
nuestra Verona.
Aun en la hora crepuscular
canta una voz:
«¡Ruth, risueña, viene a espigar
para Booz!»
Mas coged la flor del instante,
cuando en Oriente
nace el alba para el fragante
adolescente.
¡Oh! Niño que con Eros juegas,
niños lozanos,
danzad como las ninfas griegas
y los silvanos.
El viejo tiempo todo roe
y va deprisa;
sabed vencerle, Cintia, Cloe
y Cidalisa.
Trocad por rosas azahares,
que suena el son
de aquel Cantar de los Cantares
de Salomón.
Gozad de la dulce armonía ...