I. SURCOS
TODAVÍA noto, a veces,
el terror opaco a no saber
de qué canción hablabas,
a no haber visto la película
correcta,
a no reconocer un nombre propio
en mitad de una conversación.
Esa duda honda y ruidosa
de los que aún sienten
la extrañeza del lenguaje,
aunque haga mucho
que volvieron a casa.
Y percibo los surcos en la superficie,
imperfecta, incapaz de adherirse
a un mundo que siempre está
en otra parte.
El temor a ser descubierta,
a que el habla se me resquebraje.
Tú no lo sabes. Yo no lo sabía entonces
pero te escogí para que sospecharas.
Fracasadas todas las tentativas,
vivo el colapso del referente
y de mi cuerpo,
entrenado en el gesto mínimo,
en la contención de los músculos.
Cansada de producirme en símbolos ajenos,
decido que la niñez es intransferible
y que tengo muchas cosas que explicarte.
II. ¿QUÉ MÁS PUEDO DARTE?
Entre borrascas mi amor,
y mi regalo en la herida.
SANTA TERESA
FINIS TERRAE
EMPEÑADOS con vehemencia en el olvido,
guardamos las fronteras con dragones.
Los mapas de nuestros pasados
rebosan de finis terrae,
cada amor agotado en su sierpe.
Vencido el breve espacio del ahora,
confusa en la conquista de los límites,
habrá que dejar de luchar
contra mí misma.
Abandono la ficción de las fronteras.
Cada uno de los confines
de esta tierra me señala.