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MAPI RIVERA

EL SENTIDO NUMINOSO DE LA LUZ

APROXIMACIONES ENTRE CREACIÓN Y EXPERIENCIA VISIONARIA

Presentación de Javier Melloni

Herder

 

 

Diseño de portada: Gabriel Nunes

Edición digital: José Toribio Barba

© 2018, Mapi Rivera

© 2018, Herder Editorial, S. L., Barcelona

ISBN digital: 978-84-254-4143-1

1.ª edición digital: 2018

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com)

Herder

www.herdereditorial.com

ÍNDICE

PRESENTACIÓN. Atravesado por un rayo
Javier Melloni

AGRADECIMIENTOS

PRO-LOGAR. Porque creo, creo

APERTURA DE LA MIRADA. A modo de introducción

LA REALIDAD ASEDIADA

EL FENÓMENO DE LA INSPIRACIÓN

RESTAURAR EL VÍNCULO CON LA INSPIRACIÓN

UNA TROMPETA HECHA DE LUZ. LA IMAGINACIÓN VERDADERA

«VER»

CAMPOS DE LUZ Y CAMPOS DE CREACIÓN

EL CUERPO DE PERCEPCIÓN

LA CREACIÓN GENUINA SOLO SE DA CUANDO HAY «VISIÓN»

EL SENTIDO NUMINOSO DE LA LUZ

EL SENTIDO NUMINOSO DE LA LUZ

LA VISIÓN ABSCÓNDITA Y LA VISIÓN LATENTE

EL SENTIDO

LA EXPERIENCIA GENUINA DE VISIÓN Y CREACIÓN

La actitud fenomenológica. Merleau-Ponty

El cuerpo fenomenal y el cuerpo trascendente

LO NUMINOSO

EXPERIENCIAS DE TRASCENDENCIA

Las variedades de la experiencia religiosa. William James

Sensus numinis. Nikolaus Ludwing von Zinzendorf

Lo numinoso y Rudolf Otto

Del asombro al temblor. El éxtasis y el éntasis

Lo sublime. Lo numinoso en el arte

LO PSÍQUICO Y LO PARANORMAL

Autores de lo imposible. Jeffrey J. Kripal

La hermenéutica de la luz. Jacques Vallée y Bertrand Méheust

EL GIRO PARTICIPATIVO

La enacción. Dar a luz

El compromiso del creador visionario

La implicación de sentido

La senda blanca. Omraam Mikhaël Aïvanhov

Ser como el sol. El poder de la imaginación

LA LUZ

COSMOGONÍAS

Mitos de la luz original

FÍSICA DE LA LUZ

La luz no se ve, se siente

La naturaleza dual de la luz: onda y partícula

LA LUZ DE NUESTRO CUERPO

Emitimos biofotones. Frintz-Albert Popp

Midiendo el campo energético. Walter Kilner, Semyon Kirlian, Valerie Hunt, Kostantin Korotkov

Experiencia en el taller GDV de Ana María Oliva

El cuerpo de energía

METAFÍSICA DE LA LUZ

El simbolismo de la luz

CUANDO LA LUZ NO ES UNA METÁFORA

La experiencia numinosa de la luz

La Luz viviente. Hildegarda de Bingen

Los destellos de la divina inspiración. Ibn Arabi

Una abertura a la manera del relámpago. Margarita Porete

Un dardo de oro largo. Teresa de Ávila

La chispa de luz. Jacob Böhme

Una nube de color de fuego. Richard M. Bucke

Fuertes relámpagos de luz. Nikola Tesla

Un torrente de Luz. Paramahansa Yogananda

Un brillante río de iluminación. Philip Kapleau

Amor y llamas expansivas. Javier Melloni

Brillantemente vivo. David Carse

EXPERIENCIAS ESPONTÁNEAS DE VISIÓN DE LUZ

R.E.R.U. «Religious Experience Research Unit». Sir Alister Hardy

Formas de luz. Mark Fox

APROXIMACIONES ENTRE CREACIÓN Y EXPERIENCIA VISIONARIA

APROXIMACIONES ENTRE CREACIÓN Y EXPERIENCIA VISIONARIA

CARTOGRAFÍA PARA UNA APROXIMACIÓN PARTICIPATIVA

La dinámica esencial de toda creación

UN DIAGRAMA OPERATIVO

ORIGEN DEL DIAGRAMA

DIAGRAMAS TRADICIONALES DE LOS CAMPOS ENERGÉTICOS DEL CUERPO

DIAGRAMA SOBRE LA GESTACIÓN DEL FENÓMENO DE LA INSPIRACIÓN

Lo visible y lo invisible. Merleau-Ponty y aquello que simplemente se vive

La doble realidad del cuerpo: inmanente y trascendente

El exceso. Marc Richir a modo de una fenomenología del cuerpo trascendente

Núcleo y experiencia numinosa de la «visión latente»

EL CUERPO DE PERCEPCIÓN

El Cuerpo de Percepción como entrelazamiento entre la inmanencia y la trascendencia

La visión estrábica. Desviar la mirada al exterior y al interior

La doble visión

Dilatación y contracción del Cuerpo de Percepción

VISIÓN ORDINARIA O EL CUERPO DE PERCEPCIÓN CONTRAÍDO

El ojo exterior

La reacción a la luz. El origen del ojo

El espíritu visual del principio

El ojo como cámara

La visión natural. El ojo y el cerebro

La mirada y la visión participativa

VISIÓN EXTRAORDINARIA O EL CUERPO DE PERCEPCIÓN DILATADO

El ojo interior

El simbolismo del ojo

El ojo del corazón

La visión rasgada, cegada, expandida

La herida, el umbral de la visión

EL CEREBRO Y LA CONCIENCIA

Un ataque de lucidez. Jill Bolte Taylor

Corteza cerebral y sistema límbico

El Nirvana y las asimetrías cerebrales

EL CEREBRO Y LA EXPERIENCIA NUMINOSA

Conexiones sinápticas

Alterando los estados de conciencia

MODOS DE ACCESO A LA «VISIÓN»

Los modos de desplazamiento del Cuerpo de Percepción

Los modos de alteración de los biorritmos metabólicos

SENSITIVIDAD

Sensitividad y sensibilidad

Estados de sensitividad. Shafica Karagulla

Todos somos sensitivos. Charles Webster Leadbeater

Del trance al éxtasis

TALENTOS NATURALES

SENSITIVIDAD PARA LA PERCEPCIÓN DE ACONTECIMIENTOS

Clarividencia

Otras cogniciones

SENSITIVIDAD TERAPÉUTICA

Lectura de los campos energéticos del cuerpo

Intervención en los campos energéticos. Macmillan, René Mey

SENSITIVIDAD MEDIÚMNICA

Sesiones abiertas con Marilyn Rossner

Comunicabilidad con entidades energéticas

La fuerza fluídica. Allan Kardec

Las casas de los espíritus de Júpiter. Victorien Sardou

Flotando en la tierra de Marte. Hélène Smith

Trabajar sin trabajar. Augustin Lesage

Solo cuando dibujo me siento en paz. Josefa Tolrá

SENSITIVIDAD CANALIZADORA

No hablo por mí misma. Hanna

Una voz interior. Helen Schucman

Pinturas del más allá. Luiz Antonio Gasparetto

TALENTOS LATENTES

INICIACIONES A LA SENSITIVIDAD

Procesos de aprendizaje para despertar «la visión latente»

Alteración de los biorritmos metabólicos: cantos y danzas

ESTADOS MEDITATIVOS ESTÁTICOS

Ascesis: retiros, aislamientos, ayunos, privación de sueño

Visualizaciones contemplativas

LA RESPIRACIÓN HOLOTRÓPICA. STANISLAV Y CHRISTINA GROF

ESTADOS MEDITATIVOS EXTÁTICOS

Raja yoga, yoga tántrico

Visualizaciones proyectivas

LOS MOVIMIENTOS CODIFICADOS DE INICIACIÓN

Los ritos chamánicos

Iniciaciones e inmersiones sónicas

SENSITIVIDAD ENTEÓGENA

Ingesta de sustancias químicas. Embriagueces

Rituales mistéricos. Robert Gordon Wasson

Rituales chamánicos. Michael Harner

LSD. Un aquí y ahora eterno. Albert Hoffman

SENSITIVIDAD ONÍRICA

Onironáutica

Incubaciones oníricas

Sueños reveladores y proféticos

Hipnagogia e hipnopompia

Sueño lúcido

SENSITIVIDAD HIPNÓTICA

Ni sueño, ni vigilia

El magnetismo. Franz A. Mesmer

El poder de la sugestión. Milton Erickson

Autohipnosis

SENSITIVIDAD ESPONTÁNEA

Emotividades extremas

Inmersión en acontecimientos límite. Eckhart Tolle

Enamoramientos

Raptos, arrebatos, anonadamientos

Maravillamientos

Alicia en el País de las Maravillas. Lewis Carroll

Experiencias del final de la vida

La continuidad de la conciencia. Peter y Elizabeth Fenwick

Experiencias cercanas a la muerte

El hogar de la paz definitiva. Elisabeth Kübler-Ross

Vida después de la vida. Raymond A. Moody

Sensitividad extracorporea de los invidentes. Kenneth Ring

Huellas del más allá. Janis H. Durham

Un estado de ser. Anita Moorjani

LA EXPERIENCIA VISIONARIA

LOS TRANSFORMADOS

FIJACIÓN CONSCIENTE O VOLUNTARIA DEL ESTADO ALTERADO

Fijación del estado inspirado

Meditación en el arte tradicional. La interiorización de la imagen

Meditaciónes en el arte contemporáneo

FIJACIÓN INCONSCIENTE O INVOLUNTARIA DEL ESTADO ALTERADO. PATOLOGÍAS DE LA SENSITIVIDAD

Savants

El monte Everest de la memoria. Kim Peek

Burbujas de creatividad. Tommy McHugh

Nacido en un día Azul. Daniel Tammet

La visión fractal. Jason Padgett

Alucinaciones. Oliver Sacks

EL CUERPO DE SABER

El cuerpo que saborea, rasa

El Cuerpo de Percepción transformado

ROMPER EL TEJADO DE LA CASA. ATRAVESAR LA HERIDA

DESDOBLANDO EL CUERPO DE PERCEPCIÓN

El doble angélico del sufismo

La ascensión de la energía kundalini del yoga

El cuerpo espiritual y luminoso del taoísmo

El cuerpo extático de la mística cristiana

TOPOGRAFÍAS DEL CAMPO DE SABER

Los lugares de la visión

Mundo de los espíritus. Chamanismo

Mundo de las ideas. La caverna. Platón

Cartografía celeste. Dionisio Areopagita

Infierno, purgatorio y paraíso. Dante Alighieri

Visiones del cielo y el infierno. Emanuel Swedenborg

El mundo de la imaginación. William Blake

Mundus imaginalis. Henry Corbin

Los arquetipos y el inconsciente colectivo. Carl Gustav Jung

El campo akáshico. Ervin Laszlo

El manantial del universo. Masami Saionji

La vida es infinita. Brian Weiss

INMERSIONES EN LOS ESPACIOS VISIONARIOS

EL ACCESO ACTIVO AL CUERPO DE SABER: CHAMANISMO

Defender la Luz

Aquel que ve

El gran maestro del éxtasis

La transmisión de poderes chamánicos

RELATOS DE EXPERIENCIAS CHAMÁNICAS

El libro de la Sabiduría. María Sabina

Los cuatro enemigos del hombre de conocimiento. Carlos Castaneda

La inmersión en la cueva. Michael Harner

EL ACCESO RECEPTIVO AL CUERPO DE SABER: MÍSTICA

Un fenómeno universal

ETAPAS DE LA VÍA MÍSTICA. EVELYN UNDERHILL

Iluminaciones: visiones y audiciones

La noche oscura o la ausencia de visión

La fusión con lo numinoso

RELATOS DE EXPERIENCIAS MÍSTICO-VISIONARIAS

La capacidad de ver de María Magdalena

Mirar más allá del campo del ojo. Rumi

La visión como deseo de unión. Hadewijch de Amberes

La luz resplandeciente de la divinidad. Matilde de Magdeburgo

La visión desnuda. Lal Ded

La herida y la abundancia visionaria. Juliana de Norwich

Lo invisible supera lo visible. Teresa de Ávila

Visiones en la pared rocosa del Santuario. Lama Anagarika Govinda

EL CUERPO DE SABER DESDE LA PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL

Origen y gestación

Roberto Assagioli

Superconciencia y psicosíntesis

Descenso y Ascenso

Efectos de la experiencia superconsciente

Abraham Maslow

La cumbre de la realización y la creatividad.

La autorrealización

La experiencia cumbre

Creatividad y autorrealización

Stanislav Grof

Descubriendo la conciencia Cósmica

La mente holotrópica

Más allá de las fronteras del espacio

Más allá de las fronteras del tiempo

Más allá de la realidad compartida

La experiencia Cósmica. Una forma superior de creatividad

Ken Wilber

Una visión espectral de la conciencia

La conciencia sin fronteras

La psicología integral. Más allá de la psicología transpersonal

MODOS DE REGISTRO DEL CUERPO DE SABER

Transmitir el entusiasmo

La perennidad de la experiencia visionaria

EXPRESIONES Y LENGUAJES DE CREACIÓN

La lectura de los patrones de energía

EL MISTERIO DE LA CREACIÓN

Inspiraciones, epifanías e intuiciones creativas. La salida de sí del Cuerpo de Percepción

Fijar el ritmo de la percepción

Traducir la «visión»

La gramática de la creación genuina

EL CUERPO DE CONOCIMIENTO

Hacer tangible la experiencia del Cuerpo de Saber

LOS CREADORES

La huella de la experiencia visionaria

EL ÚTERO Y EL COSMOS

Lugares de gestación de la imagen

Entre la matriz telúrica y la matriz cósmica

Una aproximación a la historia de la imagen latente

LOS ICONOSTASIOS

DEL ÚTERO A LA CAVERNA

Lugar de la iniciación a la «visión»

Proyecciones imaginales en el interior de la caverna. David Lewis-Williams

DEL TEMPLO AL COSMOS

Lugar de la experiencia numinosa

EL TABERNÁCULO

El lugar de la Presencia. Centro del mundo

EL CUERPO, MATRIZ MICROCÓSMICA DEL TEMPLO

El hombre de oro brahmánico

El Buda contemplativo

El Cristos cruciforme

Edificar con Luz

ENTRE LA CRIPTA Y LA CÚPULA

La exaltación de las imágenes

LA CÁMARA OSCURA

Entrar dentro del ojo

Se conoce porque se ve. Tratados de óptica

EL ORIGEN DE LA LENTE. EL ASOMBRO

La irrupción de la lente La lágrima de emoción en el estenopo

Del templo exterior al templo interior

De ser mirados a ser «miradores»

LA DESAFECCIÓN DE LA MIRADA

El ojo abarca la belleza del mundo. Leonardo da Vinci

Ver lo que ya está ahí. Miguel Ángel Buonarroti

El claro oscuro. Caravaggio

La luz en el interior de la cámara. Johannes Vermeer

La linterna mágica. Athanasius Kircher

Cerrar el estenopo. Goethe

EL TEMPLO DE LAS MUSAS

El lugar del conocimiento. El Museion

El iconostasio aislado

Un museo vivo. National Gallery

LA IMAGEN LATENTE

EL ANHELO ROMÁNTICO

AGNOSIA VISUAL. LA INOCENCIA DEL OJO IMPRESIONISTA

TRAZAR CON LUZ

La fotografía como «haikú»

El origen de la fotografía

La primera cámara. El phôleo, la caverna y el templo

La alquimia del laboratorio

Pintar con luz. László Moholy-Nagy

VER LO INVISIBLE

Los orígenes de la abstracción

La esencia espiritual de Oriente y Occidente. La Sociedad teosófica

La creación artística puede buscarse solo en lo suprasensible. Rudolf Steiner

Esoterismo y Simbolismo. El embrión de la abstracción

Creación mediumnica. František Kupka, Georgiana Houghton, Jeanne Natalie Wintsch

Suprematismo y matriz cósmica. Kazimir Malévich, Piet Mondrian

La atmósfera espiritual del arte. Kandinski

El sentido amplificado de la realidad. Paul Klee

La unidad de todo lo que existe. Hilma af Klint

Una ley interior que no me deja descansar. Emma Kunz

LO SOBRE-REAL (SUR-REAL)

Automatismos y sueño. André Breton Y Louis Aragon

Imaginación y trance onírico. Joan Miró, Angeles Santos, Salvador Dalí

El ojo existe en estado salvaje. Max Ernst, Herbert Bayer, Luis Buñuel

Mediumnidad y art brut. Unica Zürn, Aloïse Corbaz, Adolf Wölfi

LA VÍA NEGATIVA

Hacia un nuevo aniconismo

Caos primigenio y espacio estelar. Jackson Pollock

Atravesar la noche oscura, el despuntar de la luz. Mark Rothko

LAS INTERVENCIONES NUMINOSAS EN EL ENTORNO

Cultura cósmica y arte primigenio

LAS EXTENSIONES NUMINOSAS DEL CUERPO

La medida del cosmos

Orígenes. Mediumnidad y trance

De la pintura a la acción. Helen Frankenthaler, Kazuo Shiraga, Yves Klein

Artistas-Chamanes. Joseph Beuys y Marina Abramović

El cuerpo transmutado. Louis Bourgeois, Rebeca Horn, Francesca Woodman, Pipilotti Rist

El cuerpo en levitación

El cuerpo de luz. Augoeides

VOLVER A PONERLO TODO JUNTO

La mirada panorámica del creador contemporáneo

Perspectivas globales contemporáneas

BILL VIOLA

La primera luz

Traspasar el umbral

Visión del paraíso en el fondo del lago

Una imagen que no es una imagen

El ojo del corazón

Una habitación para san Juan de la Cruz

Las cámaras conservan el alma

Lo irreal es más real que lo real

En un lugar privado. El verdadero estudio

Sobre la vida, la muerte y mas allá

OLAFUR ELIASSON

La luz aumenta la sensación de presencia

El taller o como sentirse acompañado en la oscuridad

El carácter efímero de la luz

The Weather Project. Impresionar y desimpresionar el ojo

JAUME PLENSA

Crear belleza

Chispas de luz en un lugar oscuro y húmedo

The Crown Fountain. Soplar la vida

Cabezas totémicas. Espiritualizando el pensamiento

ANISH KAPOOR

Dentro del cuerpo de la diosa

Lo sublime o el reverso de la luz

La eclosión del color. La aventura amorosa cósmica

El lugar interior. Cuerpo y santuario

De la luz a la oscuridad. El descenso a la caverna

Svayambh. Alumbrado por sí mismo

JAMES TURRELL

Las cortinas y la vía láctea

Los tembladores que saludan la luz. Cuáqueros

La luz es la revelación. Mendota Hotel

Templo interior, templo exterior. Skyspaces

La luz de los sueños. Ganzfelds Pieces

Abrir la puerta del cielo. Roden Crater

El arte es la respuesta

OCLUSIÓN DE LA MIRADA. A modo de indicios concluyentes

SOBRE EL CONOCIMIENTO REFLEXIVO

La interpretación indirecta del sentido

LOS CAMPOS DE REFLEXIÓN

Viéndose ver

EL CAMPO DE REFLEXIÓN EGOCÉNTRICO

Proyección de autoimágenes. Personalismos

EL CAMPO DE REFLEXIÓN APOFÁTICO

Absorción iconoclasta. Nihilismos

EL CAMPO DE REFLEXIÓN ESPECULATIVO

Permutación de lenguajes. Procesos del azar

SOBRE EL OTRO MODO DE CO-NACIMIENTO

La experiencia vívida del sentido

LOS EJES QUE APROXIMAN LA CREACIÓN Y LA EXPERIENCIA VISIONARIA

La contemplación estética o el viaje de vuelta al origen

EL EJE DE LA INSPIRACIÓN

EL EJE DE LAS EPIFANÍAS

vL EJE DE LAS INTUICIONES

A MODO DE CONCLUSIÓN

SOBRE LA COMPRENSIÓN INTEGRAL DE LA EXPERIENCIA

LA PERVIVENCIA DEL SENTIDO NUMINOSO DE LA LUZ

El Cuerpo de Percepción o sentido

Las huellas de lo numinoso

Trascendencia y libertad

EL SECRETO DE OFICIO

El acceso al Cuerpo de Saber

El cultivo del maravillamiento

La fijación de la luz

DE LA VISIÓN LATENTE A LA VISIÓN DIÁFANA

Trasladarse a otro Cuerpo de Percepción, Saber y Conocimiento. Avatar

La infinitud de las imágenes. El fotomosaico

El resplandor de la pantalla. Hiroshi Sugimoto

LA GOZOLOGÍA DE LA CREACIÓN

EPI-LOGAR. La investigación genuina Josep Maria Jori

Los libros que no hemos escrito, a modo de George Steiner

La experiencia genuina de la creación

Salir del armario espiritual

FUENTES DOCUMENTALES

Bibliografía

Cinematografía

Prensa

Entrevistas y artículos on line

Tesis doctorales on line

Ilustraciones

 

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A ti que eres fuente de Vida, Inspiración y Amor

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PRESENTACIÓN
Atravesado por un rayo

Javier Melloni

Es muy poco frecuente encontrar en un mismo autor —autora en este caso— la confluencia de tres características: ser depositaria de una intensa experiencia espiritual, tener dotes artísticos y haber cultivado la teorización de ambos campos mediante lecturas amplias y plurales, lo cual le da un extenso conocimiento bibliográfico tanto del mundo artístico como espiritual y de las diversas tradiciones religiosas. La profusión de autores y textos que aparecen hacen que estemos ante una obra intencionadamente participativa, adjetivo que la autora utiliza en muchas ocasiones y que, como veremos, tiene diversas aplicaciones.

Este libro está atravesado por un rayo. Tratando de la luz, sus páginas son llamas. El carácter incendiario de la luz radica en su elemento numinoso, porque no es la luz óptica lo que se aborda aquí, sino Aquello que se manifiesta a través de ella. Lo propio de la luz no es solo iluminar, sino que ella misma contiene aquello que ilumina, esto es, que lo significativo de esta Luz no es lo que permite mostrar sino que ella misma es la substancia de lo que muestra. Lo luminoso se convierte en numinoso y lo propio de lo numinoso es el exceso, un exceso que proviene de otra región de esta única y misma Realidad que solo percibimos tenuemente. Mapi Rivera se sitúa en ese lugar con una naturalidad pasmosa, como si fuera evidente para todos. Su comprensión de la realidad brota de ahí, tal como lo confiesa desde la primera página. Todo el libro fluye de un modo diáfano y cristalino. No hay lugar para la sombra ni para lo retorcido.

Estamos ante un estudio exhaustivo de la experiencia visionaria y su relación con la creación artística. Ello tiene que ver con el fenómeno de la inspiración. Lo peculiar de esta obra es vincular directa y abiertamente la inspiración artística con lo sagrado, con lo numinoso. «Lo numinoso recorre la historia del arte de forma evidente u oculta, como un río que nutre, empapa y aflora en los procesos de creación», escribe la autora. Su convicción es que «la transcendencia es un fenómeno inherente a la condición humana, que no está necesariamente ligado a contextos religiosos. Es por ello que puede despuntar tanto en parajes profanos como sagrados». Ella abraza ambos desde el ámbito de la experiencia mística y desde la creación artística.

En la mística y en la expresión artística es clásica la distinción entre la visión y la audición. En la audición, los vehículos transmisores son la música y la poesía. En la visión, las artes plásticas. Mapi Rivera es una autora plástica a través de la cual fluye el verbo. Esta obra es el resultado de un ejercicio de reflexión, de meditación y de escritura que durante diez años le ha permitido comprender mejor su propia y doble experiencia, como mujer visionaria y como artista.

El punto de partida de esta investigación es concebir la visión como un modo de conocimiento. «Ver es un sentido particular de saber, de saber algo sin la menor duda» dice recurriendo a un anciano tolteca. Con palabras de la autora, «el propio proceso de creación es una forma de conocimiento o un modo de expresión del conocimiento visionario». A mi modo de entender, no es «o» sino «y». Ambas cosas son esenciales. Por un lado, el acto de crear es un modo de conocer la realidad y lo que subyace tras ella. Es un acceso específico que se nos da como humanos para participar en el mundo en el que vivimos. Y, por otro lado, hay un conocimiento místico que no se da por vía sensorial ni por vía racional y que encuentra la posibilidad de expresarse en la creación artística. Tal expresión es indispensable en los humanos. Enfermamos si no lo hacemos. Todo el libro es una llamada y un estímulo para lograrlo: ver más para expresar más, y expresando más, transformar la realidad. En palabras de la autora: «Veo y lo que veo me modifica, al mismo tiempo que modifico lo que veo». Nosotros, nuestra percepción de la realidad y la realidad son inseparables. Tomar conciencia de ello tiene consecuencias imprevisibles, porque nos hace cocreadores de la realidad que percibimos. Así nos encontramos con un segundo sentido del término «participación».

El hilo argumentativo del libro avanza en torno al reconocimiento de tres cuerpos: el Cuerpo de Percepción, del saber y del conocimiento. Se trata de un recorrido hacia capas más expandidas del ser, lo cual es acompañado por el desarrollo de un diagrama que se va haciendo cada vez más complejo. No deja de ser paradójico, sorprendente y significativo que utilice la palabra cuerpo en contraste con la ingravidez de la luz y de la experiencia numinosa. Pero precisamente aquí radica la aportación de esta obra: unificar la luz inmaterial y su concreción matérica, lo tangible y lo intangible, tal y como los seres humanos lo experimentamos de manera continua en tanto que los estados interiores más sublimes los reconocemos a través de nuestra condición corpórea.

El primer cuerpo, el de percepción, se refiere al potencial de todo ser humano para captar lo invisible. El cuerpo es «conciencia encarnada». En actitud de receptividad, la corporeidad va desplegando su campo de conciencia. La autora habla con naturalidad del potencial de la condición humana para captar otros planos de realidad, los cuales han estado presentes en todos los tiempos y en todos los lugares, aunque con nombres distintos. Puede sorprender que mencione la mediumnidad o la canalización, facultades que en las culturas aborígenes están asumidas por los chamanes. Es sugerente su distinción entre el Cuerpo de Percepción contraído (el ojo exterior) y el Cuerpo de Percepción dilatado (el ojo interior). A la vez que explicita la afirmación del mundo invisible, la autora se esfuerza por encontrar puentes con la ciencia contemporánea, en particular con la neurociencia. El ojo interior no excluye el ojo exterior. Se requieren mutuamente. Aunque «para poder ver el interior es necesario dejar, total o parcialmente, de ver el exterior», afirma. Pero no solo se trata de eso. Ahí estamos solo en el primer estadio. Hay que explorar dentro del ojo mismo, dentro del fenómeno de ese ver que es un conocer. ¡Disuelve tu cuerpo entero en la visión: hazte mirada, hazte mirada, hazte mirada!, leemos citando a Rumi.

El segundo cuerpo, el del saber, supone una elevación y una entrada en otro ámbito de la realidad, lo cual se corresponde con una apertura de la conciencia. Este cuerpo se refiere al contenido de la experiencia visionaria que nos sitúa en el mundo imaginal (expresión acuñada por el islamólogo Henry Corbin) y en el mundo arquetipal (identificado por Carl Gustav Jung). Es el territorio del chamán y de los místicos visionarios. La autora ofrece múltiples testimonios de tales experiencias de las diversas tradiciones. Este contenido visionario hoy forma parte de lo que ella llama «el iconostasio universal». En el templo cristiano, el iconostasio hace de tránsito entre lo visible y lo invisible. Rivera considera que es indispensable para nuestro tiempo tener en cuenta el legado milenario de todas las tradiciones. Esta obra contiene mucho material y referencias para nutrir el contenido de tal iconostasio. El privilegio y la responsabilidad de nuestra generación es poder acceder a este legado que se extiende en el tiempo y en el espacio como jamás había sido posible hasta ahora. Es un depósito que han de hacer suyo todos los artistas.

El tercer cuerpo, el del conocimiento, supone un descenso hacia el mundo a través del acto creador. Podemos hablar de descendimiento porque implica un compromiso con la materia y un actuar en la densidad de lo tangible. Lo relevante y original de la propuesta de Rivera es que este acto creador no es individual sino que bebe y está precedido por ese iconostasio milenario y universal. La propia experiencia visionaria del artista se nutre y se completa con la de tantos que le preceden. La convicción de la autora es que el artista posee un lenguaje sin fronteras en el tiempo y en el espacio que es idóneo en nuestro mundo a la hora de transmitir el saber acerca de lo Invisible. Los artistas, al estar desvinculados de los marcos confesionales donde antaño quedaban constreñidos a una sola interpretación, pueden hoy ser vehículos más disponibles para lo Invisible. El arte, en el lenguaje de esta obra, consiste en la capacidad de traducir el cuerpo del saber en el cuerpo de conocimiento. Cada artista y cada ser humano debe encontrar su medio.

Todo esto es lo que nos es ofrecido en un texto frondoso y extenso en el que la autora comparte con generosidad sus lecturas y hallazgos. Para ello se rodea de testimonios de místicos y artistas que han experimentado esta apertura y que han sabido plasmarla, ya sea con sus escritos o con sus obras, tal como ella ha hecho.

Esta lectura es ya, por sí misma, una experiencia que abre el Cuerpo de Percepción, conduce al cuerpo del saber y estimula al cuerpo de conocimiento. Tal es la fuerza y tal es el don que contienen estas páginas. Y así llegamos a una tercera significación del carácter participativo de este libro. Se trata de una invitación a abrirse a la doble dimensión del ser humano: la inmanente y la trascendente, la grávida y la ingrávida, en una circularidad continua que pasa a través del actor creador. Este proceso es activo y pasivo al mismo tiempo, ya que cada ser humano es tanto receptor como cocreador. Cada uno de nosotros es apertura y receptáculo de lo numinoso, lo cual no solo toma forma a través de lo que creamos, sino de lo que somos. En definitiva, nuestra propia existencia es la unificación de los tres cuerpos, la obra de arte que estamos llamados a ofrecer al mundo.

Nuestra generación ha recorrido suficiente camino para dar cabida a un texto como este. Ha podido surgir y lo podemos recibir. Tal es el Kairós de nuestro tiempo. No podemos más que celebrarlo, agradecerlo y dejar que nos fecunde.

AGRADECIMIENTOS

Mi primera muestra de gratitud es para mi linaje intelectual: para mis directores de tesis, Josep Maria Jori y Miquel Àngel Planas, por animarme a ir más allá de mis límites, por demostrarme que es posible trascenderlos y llegar «adónde no se sabe por donde no se sabe»; para mis compañeros de investigación: juntos creamos un ambiente propicio para que fuera cuajando el saber, en especial para Ramón Casanova, por las epifanías que hemos compartido alrededor de distintos proyectos de creación, y para Mónica Álvarez, por ese intercambio tan fructífero de anécdotas, inquietudes y conocimiento.

Gracias al tribunal de tesis: Carmina García, María Josep Balsach y Raquel Bouso; sus comentarios me alentaron a hacer una revisión detallada que acabó configurando este libro.

Gracias a Javier Melloni por presentar el libro y por enriquecer esta investigación con el relato personal de su propia experiencia de iluminación. A Teresa Guardans, por su apoyo. A Ana María Oliva, por mostrarme un mapa de mi campo energético. A Esther Costa, por guiarme de forma sosegada e intuitiva al paisaje imaginal al que pertenezco. A Rene Mey, por reafirmar mi confianza en la luz interior. A mis amigos Núria Megias y Alfredo Castellanos por ser una fuente continua de inspiración.

Vayan otras muestras de gratitud para mi linaje biológico, en especial a Lourdes Guiral y Angelines Rivera por su colaboración en la revisión del texto original, y sobre todo a los ancestros que me acompañan.

Mi gratitud silenciosa es para los sensitivos que, bajo estrictas condiciones de anonimato, me han permitido acceder a sus entornos y apalabrar sus experiencias.

Finalmente, doy las gracias a la editorial Herder por apostar por este texto y por cuidar todas las fases previas a su publicación.

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Pido comprensión al espíritu por intentar apalabrar lo inefable.
Doy gracias al espíritu por su aliento.

PRO-LOGAR
Porque creo, creo

Una lluvia intensa de verano hace ensordecer los ruidos de la casa y crea, de pronto, un ambiente anómalo, transfigurado. He viajado al lugar de mi infancia, cargada con los documentos de mi tesis doctoral. Varias personas que la han leído me han animado a revisarla para su publicación. Quizá porque estoy en esta pequeña habitación percibo flashes de momentos vividos. La lluvia intensa, con su descarga enrarecida, crea una especie de cortina que me aísla del presente y me transporta a la niñez. Experimento instantes de lucidez en los que mi vida se sucede en una panorámica de imágenes rápidas, fugaces, que se interconectan en una constelación de sentido.

Hace tiempo que me pregunto qué me impulsó a investigar sobre la luz y su sentido numinoso,1 por qué me he dedicado a indagar la experiencia vital de chamanes, místicos, visionarios, creadores, por qué me apasionan sus historias, sus encuentros con espíritus, sus visiones de luces indescriptibles, sus intuiciones e inspiraciones. La respuesta, ahora lo sé, está en mi infancia o puede que mucho antes. Según la clarividente Dora Kunz (1904-1999) nacemos con unos potenciales, dones que se desarrollarán en mayor o menor medida en función de nuestro entorno y de nuestra vocación. Kunz era capaz de ver el aura o campo energético de las personas; en su obra The personal Aura la describe con sencillez y precisión como una flor que va abriendo sus pétalos a medida que crecemos. Este campo vital está interpenetrado por un flujo universal y cósmico que interactúa con ella.

Cuando era niña me sentía íntimamente vinculada con este flujo latente y vivo. Si intento describir la luz que percibía me viene la imagen de un cordón umbilical luminoso, un río de luz vibrante que unía mi corazón a la Fuente de esta luz. Nunca sentí que esa luz fuera mía, o que emanara de mí, sino más bien que me permeaba, que me nutría desde un lugar sutil y primigenio. Era como estar bajo la lluvia sin resguardo. Sentía una gran paz y un gran bienestar. Jugaba durante horas y días en el corral de la casa de mis abuelos y el tiempo era eterno. Al jugar abrimos nuestro ser a ese flujo de luz; no hay nada más creativo que explorar, jugar, imaginar, hacer albóndigas de barro, ver crecer las verduras del huerto, corretear sin rumbo por los caminos y las lindes de los campos.

Crecer con esa libertad favoreció que mi vínculo con la luz se reforzara y perdurara. Ya en aquella época intuía que ese flujo de luz, esa fuerza o energía interior era poderosa y se la podía invocar. A veces nos subíamos en el «dos caballos» azul de mi madre y el coche no arrancaba; ella se ponía muy nerviosa e impaciente, pero yo miraba a mis adentros y pedía ayuda a la luz. Lo curioso es que algo impalpable sucedía, algo cambiaba para romper la crispación del momento, y el coche arrancaba. Aunque no sabía cómo gestionarla, tenía la intuición de que esta luz también podía sanar y atenuar el dolor. Sentía esta corriente luminosa de forma asidua y sosegada. Ahora mismo también la siento; por eso estoy escribiendo lo que quiero que sea un prólogo —lo que antecede al logos o discurso—, mi tesis revisada.

Esta luz tiene sus propias leyes. ¿Por qué si, como afirman las personas clarividentes, está siempre aquí para nutrirnos, inspirarnos, sanarnos, no todos somos capaces de percibirla? Y aun cuando así lo hacemos, ¿por qué solo tenemos vislumbres, destellos, atisbos de su inmensidad?

Con el tiempo he descubierto que es imprescindible un estado abierto, poroso, perceptivo. La inocencia de la infancia favorece estas situaciones, pero ¿qué sucede cuando crecemos? En mi caso, la mirada interior, recogida y ensimismada, empezó a virar, poco a poco, hacia el exterior. A medida que ese vínculo primigenio se iba debilitando, perdía el sentimiento oceánico e iba aumentando mi conciencia de ser separado. Esa delimitación personal que en el ámbito de la psicología se reconoce como «ego» eclosionó en la adolescencia. Me estiré y me convertí en una joven alta y guapa, y empecé a reconocerme en la mirada de los otros. Casi me olvido de la verdadera belleza, la hermosura de esa luz que había impregnado mis primeros años. Esta luz es expansiva: no retiene, no juzga, pero solo se manifiesta cuando uno también es, asimismo, expansivo, y permite que ella fluya a su través. El egoísmo hace de pantalla; es como una coraza que nos aísla de ella.

Mi adolescencia estuvo teñida de entusiasmo, enamoramiento y enfermedad. Padecí una psoriasis que se extendió por todo el cuerpo. Eso indicaba un desequilibrio interno, una desarmonía que no mejoraba por mucho que probáramos todos los tratamientos que estaban a nuestro alcance, tanto convencionales como alternativos. Me enamoré e inicié una relación que duró casi cinco años. Tras una decepción profunda, perdí la fe en el amor, me entregué al desamor y esa fue la peor decisión de mi vida. La luz que había sentido de forma íntima pasé a percibirla tan solo de forma intermitente y esporádica. Mis relaciones se enturbiaron, se volvieron pobres e interesadas. Me movía principalmente por el miedo y la inercia. Como me instalé en la desconfianza, ya no me entregaba a nadie de forma íntegra y todas mis relaciones fracasaban, porque ¿acaso es posible amar con reservas? Por suerte, había decidido estudiar Bellas Artes, y así fue como empecé a «jugar» de nuevo. Puedo decir que el arte fue un «salvavidas» que me dio margen para volver a encauzarme.

Me di cuenta de que para crear tenía que silenciarme, tenía que recuperar aquel espacio interior de la niñez; por eso me recogí durante largos períodos en mi estudio o en la naturaleza, para aquietar y acallar las voces superficiales, del mismo modo que los chamanes se aíslan en cuevas o bosques y los místicos se retiran en la soledad y en la oración. Necesitamos virar la mirada, dejar de mirar fuera para mirar dentro, y aunque miremos fuera, hacerlo desde dentro. Crear requiere estar presente; reclama ir abriendo fisuras en la armadura del ego, porque por esas grietas se cuelan intuiciones, epifanías súbitas e ideas inspiradas. Estar plenamente abierta, desnuda a esa luz, es estar expuesta al saber universal. Es la absoluta entrega y la mayor riqueza. Esta es la gran paradoja: cuando uno se desnuda y se vuelve totalmente vulnerable, todo es posible.

La enfermedad que en la adolescencia había sentido como un estigma, se convirtió en una especie de barómetro exterior de un estado interno que me ayudó a recuperar la armonía (todavía me ayuda a mantener el equilibrio). Ha sido un proceso de sanación holística que ha implicado tanto al cuerpo como al espíritu y que ha ido paralela con mi proceso de creación. En mi anhelo de descubrimiento, de regreso al origen, fui desprendiéndome de las pieles, capas, velos que cubrían el cuerpo hasta llegar a la desnudez que, en mis obras fotográficas, simboliza la entrega incondicionada, el «intento inflexible» como diría el chamán yaqui Don Juan: la mirada limpia, conquistada a voluntad.

Buscaba, sin saberlo, de forma intuitiva, volver a percibir la luz, y la luz me fue dada, como un regalo. Cuando venía de imprevisto, me sumía en un estado de gozo: mi visión se transfiguraba, los objetos se desdibujaban, se desgranaban como diminutas partículas luminosas. Sobrecogida por la visión que rasga lo aparentemente visto, que revela una realidad otra, me sobrevenían las ganas de transcribir una experiencia que iba más allá de mí; la certeza de saberme infinita, ilimitada. Cuando el influjo de la visión se apaciguaba, escribía y dibujaba lo que había visto. No puedo negar las visiones que me embargan y me impulsan a crear. Tampoco niego la sintonía con otros creadores que, a su vez, no niegan sus propias experiencias. Pero ¿qué es lo que no negamos?

El acceso intuitivo a la visión. De esta experiencia visionaria, sumamente perceptiva, que transcribo en diarios en blanco, nacen todos mis proyectos. Precisamente, la hipótesis de este libro es que la «visión» es imprescindible para que la creación devenga genuina, que el roce con lo numinoso es el germen de toda obra de arte, que si esta inspiración falta, la obra se limita a la especulación. El estado inspirado que propiciaba jugando durante horas en el jardín es el mismo estado que se procuran los chamanes, los místicos y visionarios cuando oran, cantan, danzan, se aíslan, ayunan, observan sus sueños o ingieren enteógenos.

No hay escuelas de arte ni universidades que preserven y transmitan este secreto. Se enseñan las técnicas físicas, pero se olvidan los modos metafísicos. En mi caso, tuve la suerte de conocer al Dr. Josep Maria Jori, uno de los pocos maestros que entiende la docencia como una iniciación, que sabe ver en sus alumnos sus talentos ocultos y enseña a gestionarlos para que estos afloren a través de la creación. Su guía fue imprescindible en mi desarrollo como persona y como creadora. Este libro no existiría sin su capacidad para ver el bosque sin perder de vista los árboles. Sin su visión panorámica del fenómeno de la experiencia visionaria, esta investigación no hubiera alcanzado tal magnitud, desarrollo que hemos sintetizado para su publicación. En especial, le agradezco su discernimiento a la hora de plantear una cartografía de la experiencia visionaria y creadora que iremos desplegando para mejor entendimiento del proceso íntegro de la creación genuina. Se trata de un mapa experiencial que en muchos sentidos coincide con la vía del chamanismo, la mística y la psicología transpersonal. Todos estos ámbitos del saber buscan un mejor y más profundo conocimiento de «uno mismo», entendiendo «uno mismo» como aquel ser esencial que está íntimamente unido a lo más profundo de nuestro ser y que al mismo tiempo nos trasciende. Todos estos campos de saber procuran la percepción desnuda del mundo, conocen las formas de «salir se sí», de abandonar las lindes restrictivas de lo ordinario para sumergirse en el Misterio.

Creemos que los creadores también somos «aventureros del Infinito», en palabras de la estudiosa de la mística Evelyn Underhill (1875-1941), que nos sumergimos en el mundo de las ideas, de los arquetipos, de la inspiración. La luz de la que tanto hablan los místicos y visionarios en sus relatos no nos es ajena. Las imágenes a las que accedemos conforman un mosaico caleidoscópico, brillante y fluido, y, en la medida en que traducimos nuestra visión, que tenemos la imperiosa necesidad de registrar lo visto, somos creadores, aportamos relatos de trascendencia. De esta forma, tal como hacen los chamanes que comparten sus visiones con el resto de la comunidad haciéndolos partícipes del viaje, vamos creando un mapa visible de lo invisible.

Como creadora, el estudio que planteo en este libro es participativo. A pesar de que no se incluyen ni comentan las obras de mi propia trayectoria visual, mi experiencia vivida y vívida de visión y creación es el punto de partida que me permite reconocer vivencias similares de otros visionarios y creadores, a partir de sus testimonios, relatos y obras de arte. Más de diez años han transcurrido desde que empecé esta investigación sobre el fenómeno de la experiencia visionaria, que he desarrollado en paralelo a mi proceso de creación. Sin embargo, durante este último año, la dedicación e inmersión en su redacción fue total, de manera que pude hacer una autoscopia, verme viendo, es decir, desdoblarme para observar lo que ocurría cuando me encontraba en estado inspirado. Esos momentos epifánicos, esas intuiciones inesperadas, también han sido el motor y desencadenante de la escritura de este libro. Por ello, no es extraño que una de las principales cuestiones que vertebra este estudio sea el fenómeno de la inspiración. Este flujo de luz que percibía en la infancia y que todavía me acompaña en la madurez no es una metáfora, como bien afirma el místico indio Sri Aurobindo (1872-1950). Para quien lo siente y lo ve, es más alentador, más vibrante y más real que la realidad aparente. La inspiración puede tomar múltiples formas, imágenes, alientos, pero la luz es una de sus manifestaciones más testimoniada. Una luz cegadora, más luminosa que la luz solar, una luz apofática, imposible de describir, una luz que hiere, que rasga la visión, que transforma y transfigura, una luz que es «tiniebla luminosa», que es fuego incandescente, que es manantial, río, caudal inagotable, una luz que, como dice la mística Margarita Porete (siglo XIII), no se puede soportar en vida de forma prolongada.

Creo que ir al encuentro de esta luz, dejar que nos atraviese, nos inspire, nos transforme, es el verdadero sentido de la vida; por ello espero que este libro sirva de guía a todos aquellos que os atreváis a emprender el viaje a lo desconocido. Porque si, tal y como afirmaba Krishnamurti, «la libertad es una tierra sin caminos», no está de más conocer los recorridos de otros aventureros, sus visiones, sus luces y noches oscuras, saber que existe la posibilidad de perderse y reencontrarse y, sobre todo, de enfocarse hacia el sentido numinoso que palpita en el fondo de toda vida, de todo anhelo, de toda búsqueda.

La escritura de este libro ha sido un ejercicio de pronunciamiento, un intento de apalabrar lo inefable que me ha permitido entender y expresar verbalmente mi propia experiencia como creadora, entrelazada con la de otros creadores, cuya obra supone la culminación de un proceso interno, visionario y transformador. He comprendido que el proceso de creación es una forma de conocimiento o, mejor incluso, un modo de expresión del conocimiento visionario, pero, ante todo, me ha servido para saber que creo porque creo.

 

1. Término acuñado por el teólogo Rudolf Otto (1869-1937) para referirse a ese sentimiento de lo sagrado que es común a todas las religiones y que parece estar en la médula del ser humano desde el inicio de los tiempos.

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