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Primera edición digital: diciembre 2018
Campaña de crowdfunding: Bea Lara
Composición de la cubierta: Patricia Á. Casal
Corrección: Juan F. Gordo
Revisión: Míriam Villares

Versión digital realizada por Libros.com

© 2018 Javier Ablitas Cía
© 2016 Libros.com

editorial@libros.com

ISBN digital: 978-84-17643-42-3

Javier Ablitas Cía

Business TV, la última televisión

Cuando la economía no es rentable

Gracias a todos los que me han apoyado, impulsado y soportado este tiempo. A Lydia, Alaia y María. A mis padres y hermana. A Gracia. A José María y, en especial, a Guillermo.

Índice

 

  1. Portada
  2. Créditos
  3. Título y autor
  4. Dedicatoria
  5. Introducción
  6. 1. Un nacimiento improvisado
  7. 2. Todo empezó en 1997
  8. 3. Lo vemos sobre la marcha
  9. 4. La España audiovisual
  10. 5. Correr para no mirar atrás
  11. 6. La relación entre los medios y el dinero
  12. 7. Suspenso y cierre
  13. Epílogo
  14. Bibliografía
  15. Mecenas
  16. Contraportada

Introducción

 

Si estás leyendo estas líneas, es casi seguro que has crecido con una pantalla de televisión a tu lado. Y que, salvo excepciones, los temas económicos no son los que más te han atraído de todo lo que se emite.

En el inicio de su libro sobre el periodismo de negocios y su papel en el mundo, Roush (2012) afirma que ningún otro ha tenido tanto impacto en el pasado o lo tendrá en el futuro dando forma a la sociedad por el efecto directo que la economía tiene en la gente. Sin embargo, «las noticias económicas han pasado a definirse en términos excesivamente restrictivos, elitistas y financierizados» (Davis, 2018, p. 35). La constatación de que los temas que aborda afectan a todo el mundo —empleo, negocios, gasto público…— contrasta con la visión «aburrida» de la materia y su conocimiento, transmitida por los propios medios de comunicación o por académicos. Como describen Arrese y Vara-Miguel (2016), este tipo de periodismo «se enfrenta a la paradoja del interés: las noticias económicas no interesan especialmente pero son fundamentales para nuestras vidas» (p. 76).

Esta dicotomía la refleja mensualmente el barómetro que elabora el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en la respuesta a la pregunta: «¿Cuál es, a su juicio, el principal problema que existe actualmente en España? ¿Y el segundo? ¿Y el tercero?». Sistemáticamente ha venido mostrando en primer lugar asuntos de índole económica. Frente a ello, los datos de audiencia de los medios especializados en este tipo de información muestran que, aparentemente, no han sabido, no han podido o no han querido abordar estos contenidos desde una perspectiva atractiva para el gran público.

Yo mismo, mientras cursaba Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra, afirmaba que no sabía a lo que me iba a dedicar, pero sí que no tendría nada que ver ni con la televisión ni con la economía. Unos cuantos años después, en mi currículum figuran trece años ocupando distintos puestos de responsabilidad en canales de información económica, incluido Business TV.

Business TV empieza su andadura pública el 11 de enero de 2010. Ese día comienzan las emisiones a través de licencias de TDT local, plataformas de pago e internet. Durante 30 meses, hasta el 27 de julio de 2012, mantendrá su programación en directo, momento en el que la dirección del grupo comunica a los responsables del canal que durante agosto se suspenden las emisiones en directo y sólo se programarán, por motivos económicos, repeticiones de espacios grabados previamente. En septiembre se confirma la suspensión definitiva. Su cierre pone punto y final a 14 años consecutivos con iniciativas en este campo en España, desde que en octubre de 1998 se lanzara Expansión Financiera, o 15 si tomamos como referencia el inicio de la programación de Bloomberg TV en español desde Londres, en mayo de 1997.

Desde entonces, no existe en España —una de las mayores economías del mundo y cuna de la segunda lengua por número de hablantes nativos— ningún canal que ofrezca este tipo de información como eje de su programación. Sin embargo, un análisis más amplio nos podría mostrar cómo han ido proliferando proyectos en los que la información económica constituye la base. Programas como Españoles por el mundo, Mi cámara y yo o Salvados han ido abordando aspectos sociales desde una perspectiva económica, al mostrar los salarios, precios de productos (vivienda, alimentación) o servicios (telefonía, electricidad, etc.) con audiencias que han alcanzado varios millones de espectadores. Todos ellos han sido o son emitidos en canales de cobertura nacional y perfil generalista, no especializado.

Una televisión que sigue siendo el principal destino de la inversión publicitaria en España —concentra un 40 % en los medios convencionales, según los datos de InfoAdex— pese a la fragmentación de audiencias fruto del nuevo entorno digital. En 2004, tres canales superaban el 20 % de cuota de pantalla media mensual. En la actualidad, ninguno alcanza el 15 %. A la vez, nunca se ha consumido tanto contenido audiovisual como en la actualidad. El «flujo que no tiene final» acuñado por Williams (1974, 2003) continúa. Dónde lo veamos es otra historia, y eso ha reavivado un debate que es más antiguo de lo que parece.

En literatura académica, Scolari (2008) recopila las posiciones de algunos investigadores de comunicación sobre «el fin de la televisión», al que ya se refería Toffler en 1980. Katz afirma que, tal y como la ha conocido en los 60 y 70, «una televisión de “compartir” —de construir una nación y unión familiar—» sí que se muere, aunque reconoce que para la mayoría de sus colegas se trata simplemente de que «ha entrado en otra fase» (2009, p. 7). Tres años antes, Berman, Duffy y Shipnuck (2006) publican The end of television as we know it, en el que ya se habla de audiencias cada vez más fragmentadas y de reparto del tiempo entre una mayor cantidad de canales y plataformas. Además, apuntan la migración hacia contenidos más especializados, de nicho vía cable y ofertas multicanal, así como la dualidad de una industria «que se tiene que adaptar a la coexistencia de dos tipos de usuario con requerimientos dispares» (p. 1): uno, principalmente pasivo y otro, que «forzará un cambio radical en los modelos de negocio, en una búsqueda por el contenido en cualquier momento y en cualquier lugar a través de múltiples canales» (p. 11).

Una mala salud de hierro (Marzal, Izquierdo y Casero, 2015) que, en el caso de la información económica, ha contado además con las críticas que han recibido los medios y periodistas especializados en los últimos tiempos por haber fallado en su papel de «perro guardián» (Martínez Albertos, 1994) a la hora de detectar casos como el de la eléctrica estadounidense Enron o la crisis financiera e inmobiliaria. Para Butterick (2015), estas acusaciones tienen su germen en la estrecha relación —complacencia y complicidad— entre los negocios y aquellos que se encargan de informar sobre ellos, acentuada por la proliferación de las relaciones públicas (Murphy, 2013, p. 21). Una crítica a la falta de independencia que no es nueva. Este mismo autor detecta sus orígenes ya en los umbrales del siglo XVI, con los Fugger como protagonistas (p. 20).

Almiron (2012) va más allá al afirmar que el problema último ya no del periodismo económico, sino del sector, es la «financierización —o financialización— de las lógicas corporativas, que han demolido los fundamentos democráticos del periodismo a lo largo de la última década» (p. 5).

En este libro se analiza si los sucesivos cierres de canales de información económica en español indican que no hay mercado para este producto, tanto por el lado de la audiencia como de los anunciantes, o si el proyecto de Business TV no es el adecuado a nivel operativo o corporativo. Es decir, si la especialización, entendida como un modelo de negocio dirigido a un nicho concreto de mercado, en línea con lo planteado por Anderson y su Long Tail (2006), es suficiente por sí misma para generar un proyecto sostenible.

A partir de ahí, plantea la cuestión de si constituye el último intento de lanzar un canal de este tipo porque no existe un modelo de negocio capaz de generar los ingresos necesarios para su viabilidad con un mercado como el español, en un momento de transición digital como el actual, y si sólo otro tipo de intereses que no se reflejan en la cuenta de resultados de una compañía, acompañado de una propiedad sólida desde el punto de vista financiero, lo haría viable.

Un ejemplo podría ser el de BFM Business TV, canal de economía francés nacido en el año 2010 e integrado en el grupo NextRadio TV, que continúa emitiendo en plataformas de pago e internet. Su trayectoria, así como la de su matriz, tiene claras similitudes cronológicas y de modelo de negocio con la de Business TV e Intereconomía, pero también diferencias reseñables.

Desde una perspectiva operativa, ambos —Business TV y BFM Business TV— nacen como proyectos centrados en información económica, siguiendo la estela de una emisora de radio también especializada y con una programación simultánea. Es decir, con un mismo contenido se nutren dos medios distintos, además de la web, con el ahorro de costes que ello implica.

En los dos casos el enfoque especializado del grupo gira hacia el informativo —sin un sesgo ideológico marcado en NextRadio y con él como protagonista en Intereconomía—. Desde una perspectiva de estructura corporativa, en ambas empresas la sociedad dominante está controlada por un accionista individual: Julio Ariza en el caso español y Alain Weill en el francés. El primero llega al mundo de los medios de comunicación con Intereconomía tras haber sido parlamentario del Partido Popular en el Parlamento de Cataluña. El segundo cuenta con una amplia trayectoria en la gestión de medios de comunicación previa al nacimiento de NextRadio en el año 2000.

Aunque el objeto central es el caso de Business TV, el análisis de BFM Business TV puede ayudar a conocer los factores que determinan la viabilidad de un canal de televisión económico. La información en televisión, como recuerda Hayes (2014), es cara y se necesitan «bolsillos profundos» (Utley, 1997, p. 7).

Ligado a ello, la evolución tecnológica y regulatoria constituyen otros factores de análisis para determinar esta posibilidad. La ampliación de la oferta de la que dispone el espectador en sus múltiples pantallas, fruto tanto de decisiones políticas, vía concesiones, como del acceso a nueva oferta online, deriva no en una mayor diversidad cultural sino en una fragmentación de la audiencia en un mercado que busca atraer grupos con poder de compra, pequeñas audiencias convertidas en marcas comerciales (Olsson y Spigel, 2004, pp. 15-16). Por extensión, provoca una pérdida de poder de los llamados medios tradicionales, como se constata en la evolución de sus datos de audiencia. Es lo que Enrique Bustamante (2002) ha llamado una «balcanización» de los medios.

Satisfacer esos nichos de mercado abre nuevas oportunidades de negocio pero las barreras de entrada, vía concesión administrativa en el caso de las emisiones en abierto en España, y su difícil monetización debido a los elevados costes estructurales —equipos técnicos, transmisión de señal, etc.— dificultan que alguno de los actores existentes o uno nuevo promuevan una iniciativa dirigida a satisfacer la posible demanda existente.

La distribución resulta un elemento fundamental aquí, íntimamente ligado al contenido, porque le aporta valor, de manera que ambos están interconectados (Evens y Donders, 2016). Analizaremos los sistemas de distribución de Business TV en un momento, 2010-2012, en el que pese al crecimiento del consumo audiovisual online, la televisión «estándar» todavía es la dominante en el mercado (Waterman, Sherman y Ji, 2013). La distribución a través de banda ancha se ha mostrado como un modelo de negocio viable a posteriori, por ejemplo con Netflix o YouTube, y asistimos al rediseño de cómo se distribuye y consume el contenido audiovisual en esta era de post-televisión. (Strangelove, 2015).

Internet abre la puerta a nuevos formatos multiplataforma (Doyle, 2016) con menores necesidades financieras. En el caso de los proveedores de contenidos existen costes de distribución inferiores y menos limitaciones de capacidad, menores costes también de copiar y compartir y unas más eficientes interactividad, publicidad, empaquetado y fijación de precios (Chan Olmsted y Kang, 2003, p. 9).

También elimina la barrera de entrada de la concesión. A cambio, el modelo de ingresos todavía no está consolidado. La creciente importancia de los contenidos audiovisuales es evidente. Sin embargo, los que ofrecen estas nuevas plataformas se alejan de momento del formato informativo. Como mucho, replican producciones de terceros porque, entre otras cosas, los jóvenes se muestran cada vez más indiferentes a la información en televisión. Lo que parece claro es que no se ha definido todavía cómo hacer noticias en formato audiovisual online (Nielsen y Sambrook, 2016). Un debate, el de hacia dónde va el periodismo, penalizado, según Deuze (2017), porque «se restringe a una discusión sobre plataformas, en lugar de sobre qué y cómo se ofrece a las audiencias algo que les enganche» (p. 10).

En este escenario nacional, la internacionalización aparece como una alternativa. España es el tercer máximo inversor en Latinoamérica y, por lo tanto, existe a priori un mercado potencial de gran tamaño para un proyecto empresarial de este tipo, algo que hasta el momento no ha sido factible. ¿Lo será en algún momento?

Este libro analiza las distintas etapas de la vida del canal —antecedentes, nacimiento, expansión y cese de emisiones— a través de la recopilación y análisis documental, tanto de fuentes propias del grupo como de información publicada en otras investigaciones o en medios de comunicación. Se estudian los elementos fundamentales que lo definen en cada momento —programación, audiencia y estructura de negocio y financiación— para establecer los factores que determinan su evolución y, a partir de ellos, responder las preguntas formuladas sobre la viabilidad de este proyecto en concreto y, por extensión, de un canal en abierto de información económica en español.

Además, dada la escasez de literatura específica sobre Business TV y la importancia que la toma de decisiones por parte del equipo directivo tiene en el devenir empresarial, se han realizado entrevistas en profundidad con las personas que ocupaban los puestos de responsabilidad directa en Intereconomía y Business TV en esa etapa. Todas ellas se han desvinculado ya de la compañía. Con este material, además de contrastar los datos recopilados con las herramientas antes mencionadas, se accede a información de la que no consta soporte documental y que permite entender mejor el devenir del proyecto. En concreto, se ha entrevistado a José Manuel Díez Quintanilla, consejero delegado de Intereconomía entre 2006 y 2011; Juan José Aizcorbe, director jurídico y de RR.HH. entre 2006 y 2012 y consejero delegado entre 2012 y 2013; Marcial Cuquerella, director general de Intereconomía TV entre 2009 y 2013; Fernando Macho, director técnico de Intereconomía entre 2007 y 2013; y Luis Vicente Muñoz, director de Business TV durante sus dos años y medio de vida.

Durante estas entrevistas, cada uno de ellos ha señalado como punto de partida cuáles consideran que son los principales factores clave de éxito de un proyecto audiovisual de este tipo, para luego poder compararlos con lo desarrollado en Business TV. Músculo financiero, una marca reconocible, talento, contenidos de calidad y distribución para llegar al público son los elementos comunes citados.