El cine
en 100 preguntas

El cine
en 100 preguntas

Emilia Esteban, Blanca Garrido
y Claudia Lorenzo

PRÓLOGO

La curiosidad es un arma poderosa. Hacerse preguntas es el motor del conocimiento y el primer paso hacia la ciencia. Por eso, cuando la pregunta es adecuada, y no digamos pertinente, desencadena un irrefrenable círculo virtuoso en el cual cada respuesta suscita nuevas preguntas. Eso es lo que el lector encontrará en este libro: un manantial de curiosidad cinéfila capaz llevarle en volandas por la historia y la práctica de la creación audiovisual.

Antes de los tiempos de Imdb (Internet Movie Database), una enciclopedia de actores o un diccionario de directores eran el mejor aliado del neófito, que los consultaba hasta deshojarlos mientras descubría más títulos, más cineastas, más cinematografías y, con ellos, más ideas, más miradas y más mundos. Las generaciones anteriores hemos recurrido a los libros para, sin darnos cuenta, evolucionar de consumidores de cine —o de series— a cinéfilos.

Ahora la red satisface rápidamente el primer arranque de curiosidad —¿quién es esta actriz? o ¿qué otras películas ha hecho este director?—, pero al mismo tiempo ofrece una puerta por la que perdernos en miles de datos colaterales, convirtiéndose muchas veces en una malla difícil de traspasar rumbo a un conocimiento más profundo y sosegado. Si hemos convenido que esas preguntas sencillas son tan solo el principio, la fuente de nuevas curiosidades, este libro bien puede funcionar como nuevo eslabón de la cadena del conocimiento.

Para quien vea por primera vez Cantando bajo la lluvia no le bastará con buscar el título en Google y averiguar que su protagonista, Gene Kelly, nació en 1912 y además protagonizó Un americano en París, sino que posiblemente le sorprenda el retrato que hace la película del paso del cine mudo al sonoro y querrá saber si esa transformación fue realmente así. O si una persona entra en una tienda de regalos y ve una decorativa foto de un muchacho colgando de las agujas de un reloj ojalá quiera averiguar cómo ha llegado hasta allí. Y este libro no solo tiene las respuestas sino que además le propone más preguntas: quiénes fueron el doctor Caligari o los jóvenes airados y, más allá, qué es eso de saltarse el eje o qué guerra era esa del final cut.

Hay muchas formas de leer este libro. Para quienes crecieron consultando diccionarios de cineastas, bien puede funcionar como ejemplar de consulta rápida, donde encontrar respuestas claras y directas a las dudas más comunes de cualquier cinéfilo. O, por supuesto, puede leerse en el mismo orden en el que se presenta, como un manual básico del arte del cine que recopila nociones de historia, teoría cinematográfica, exposición práctica de cómo se crea una película y ofrece una perspectiva de los cines del mundo para culminar con una mirada hacia el futuro.

Además, nos brinda una oportunidad poco frecuente de usarlo como una caja de bombones: hoy me apetece el estriado con aspecto de chocolate con leche, mañana el que promete ser de praliné. Haga el lector la prueba: abra el libro por una pregunta cualquiera, la que le parezca más simpática o la que elija simplemente al azar. Y lea. Lea porque va a despertar su apetito de ver más películas, de leer más libros y de hacer nuevas preguntas. En los tiempos de Imdb, este libro puede ser como las galletas de Alicia en el País de las Maravillas: léame y crezca.

Pero, al revés que en el cine, este libro no tiene rótulo de «fin». El cine es una disciplina relativamente joven y poco reglada. Pese a ello, o quizá sea la razón, es también un arte en permanente e incansable evolución, lo que ayer parecía ley, hoy es solo convención y mañana será fosfatina. En el séptimo arte todo resulta mutable, hasta sus márgenes. El lenguaje cinematográfico nació con películas de pocos segundos y hoy evoluciona con series de múltiples temporadas. Se empezó a proyectar en barracas de feria y hoy se antoja ubicuo. Y así, nos surgen constantemente nuevas preguntas y sus respuestas amplían el horizonte hacia nuevas ideas, que nos llevarán a replantearnos otra vez la naturaleza del cine.

Ojalá este libro continúe sembrando semillas de curiosidad que prendan en neocinéfilos para que hagan nuevas preguntas que nos lleven a descubrir más ideas, más miradas, más mundos.

Fernando de Luis-Orueta

Periodista y socio fundador de La Tropa Produce

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