BREVE HISTORIA
DE LA VIDA COTIDIANA
DE LA
IBERIA PRERROMANA

Historia de la vida cotidiana:
volumen 3

BREVE HISTORIA
DE LA VIDA COTIDIANA
DE LA
IBERIA PRERROMANA

Historia de la vida cotidiana:
volumen 3

Carlos Díaz Sánchez

Si hubieran querido unir sus armas, no les
habría sido posible a los cartagineses atacar y someter
impunemente a la mayor parte de ellos.

Estrabón, Geographia, III, 5

Introducción

Breve historia de la vida cotidiana de la Iberia prerromana es una obra que compila los temas más significativos de culturas tan importantes como la tartessica, la ibérica, la celtibérica, los pueblos del interior peninsular o las culturas del noroeste. En ella se realiza un análisis sintético de cómo era su vida diaria: qué tipo de alimentación tuvieron, los soportes cerámicos, cómo era su economía, qué tipo de casas utilizaron, cuáles eran las relaciones sociales y familiares, qué tipo de armamento y sentido tuvo la guerra en las diferentes culturas, así como los rituales funerarios y religiosos que emplearon.

Como hilo conductor del libro, hemos elegido las etapas formativas de una persona. No obstante, en este capítulo introductorio realizaremos un recorrido por la geografía y, brevemente, por la historia de estas culturas.

Por último, me gustaría puntualizar que este libro está dirigido a un público que tenga la necesidad de conocer la vida cotidiana de estos pueblos sin que sea una lectura pesada. La redacción de este libro ha sido a través de las lecturas de las fuentes literarias antiguas, memorias de excavación, investigaciones arqueológicas y bibliografía actualizada, así como artículos de investigación que promueven nuevas teorías sobre este tipo de cuestiones. No obstante, para aquellos lectores inquietos y experimentados que deseen ampliar sus conocimientos, se ha recopilado una ingente cantidad de bibliografía que, además de ser usada para la redacción de este libro, pueda servir de ayuda en caso de que se quiera profundizar en estos.

CONTEXTO HISTÓRICO Y GEOGRÁFICO DE LOS PUEBLOS PRERROMANOS

Los pueblos prerromanos en la península ibérica han sido objeto de estudio desde siglos atrás. La investigación de estos pueblos ha suscitado el alzamiento de nacionalismos y regionalismos que buscan una forma de legitimarse a través de estos. Pero ¿qué conocemos de ellos y de dónde obtenemos la información sobre cómo vivieron?

Nuestra principal fuente es la arqueología; a través de esta ciencia se ha podido descubrir cómo eran sus casas, qué tipos de objetos tuvieron, en qué contextos los usaron, cómo fueron sus asentamientos, qué tipo de urbanismo desarrollaron y un largo etcétera de preguntas. Pero no solamente existen referencias a yacimientos y a investigaciones arqueológicas. Desde épocas tempranas, historiadores griegos y latinos han realizado obras que describen la geografía y algunos de los aspectos fundamentales de estas culturas, las cuales denominaremos como fuentes literarias o fuentes clásicas. Las principales fuentes literarias que han llegado hasta nosotros son el libro III de la Geographia de Estrabón, en la cual se describe la península ibérica y los pueblos que habitaban en ella; Naturalis Historia, donde Plinio el Viejo ha dejado algunos fragmentos que narran situaciones de la vida cotidiana de estas culturas; y por último, la Geographia de Ptolomeo. Este tipo de fuentes muestran algunos aspectos de las culturas de la península ibérica, aunque en estos escritos existan muchas omisiones y errores de concepto, fruto de la mala recopilación por parte de los autores clásicos. Junto a las fuentes históricas y arqueológicas, se deben añadir las numismáticas y las epigráficas, estas últimas son de una importancia tremenda, pues podemos conocer el nombre indígena de la ciudad, el modelo de economía que existió en algunas culturas, qué tipo de relación tuvieron entre ellos e incluso su estilo de vida.

A continuación, realizaremos unas breves notas a la historia de las culturas de los pueblos prerromanos y de cómo se asentaron en su geografía. A principios del primer milenio antes de Cristo, se produjeron diferentes tipos de contactos entre las civilizaciones del Mediterráneo, griegos y fenicios, con las culturas de la Edad del Bronce Final de la península ibérica. La llegada de estas culturas, así como el contacto que mantuvieron con el sur y el levante de la península, hicieron que se fueran transformando y adaptando con el paso del tiempo. Sin embargo, en el norte de la península ibérica, alrededor del siglo XI a. C., se produjo la entrada de pequeños flujos de agricultores y pastores nómadas que se adentraron por los Pirineos hacia la zona de Cataluña y el Bajo Aragón. Estos grupos emigrantes que se fueron asentando en el norte de la península introdujeron diferentes cambios en las tradiciones funerarias, por lo que la investigación los denominó Campos de Urnas. Si bien no ahondaremos en la formación de los pueblos de la península ibérica, sí debemos realizar unas pequeñas notas históricas para contextualizar y localizar a las culturas propias de la Edad del Hierro en la región. Algunos de estos grupos de los Campos de Urnas se fueron adentrando hacia los territorios de Aragón y Cataluña. Tenemos constancia de que la llegada de estas poblaciones significó el ingreso de la península ibérica en la Edad del Hierro, momento en el que apareció una especialización en la metalurgia que sobrepasó a la que se utilizaba durante la fase del Bronce Final. Hacia el siglo VIII a. C. llegó otra migración por la zona de los Pirineos, la denominada cultura de los Túmulos, la cual tuvo una gran influencia en la cultura hallstáttica; estos pueblos comenzaron a introducirse en el norte de Aragón y en parte de Navarra. Y su llegada supuso su introducción en el Valle del Ebro, penetrando hasta la Meseta Central, la cordillera ibérica y el valle del Jalón.

La Meseta Central no estuvo muy poblada durante la Edad del Bronce, de modo que la llegada de estos pueblos explica el predominio de las lenguas migrantes en este lugar, mientras que en las regiones de Cataluña y de Aragón existieron habitantes precedentes, por lo que no predominaron este tipo de lenguas, sino que se combinaron, dando como resultado el lenguaje ibérico. Por otro lado, en la zona del noroeste peninsular, las influencias de este tipo de migraciones no fueron tan abundantes y no llegaron a hibridarse tanto, al parecer por distancia geográfica. En esa región existieron unas influencias identitarias célticas, por lo que se observa una evolución propia en este lugar.

Fruto de esta evolución interna surgieron las civilizaciones que compusieron los pueblos prerromanos de la península ibérica. El primero de estos fue el de los Tartessos, una de las primeras civilizaciones en evolucionar y dar el paso de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro, localizándose en el río Tartessos, que pudo haber sido el Guadalquivir, ya que se ubicaron en las zonas de Sevilla, Huelva y Cádiz; aunque se han encontrado restos arqueológicos en la región de Badajoz, el Algarve portugués y, en menor medida, en el curso del Tajo. Se tiene constancia de que este pueblo mantuvo su influencia hasta el siglo VI a. C., momento en el que desapareció por la llegada de los cartagineses. Al parecer, esta civilización influyó en el origen de los pueblos ibéricos, los cuales se distribuyeron por la zona de Andalucía, Murcia, Valencia y Cataluña, así como mantuvieron contacto con las regiones más al interior. Los distintos pueblos celtibéricos, tienen su origen en la mezcla de un sustrato celta (que se debió introducir con la llegada de migraciones) junto a la influencia de los pueblos que se ubicaron en el levante. Esta civilización se situó en la zona de Soria, Zaragoza, Teruel, Burgos, parte de La Rioja, Guadalajara y el oriente de Cuenca, ubicándose claramente en la meseta oriental y en parte de la Central. Los vettones y los carpetanos se asentaron en la meseta occidental y en la Central, y tenían unos caracteres celtas que evolucionaron in situ y que obtuvieron algunas influencias de los pueblos aledaños. Los vettones se ubicaron entre los ríos Duero y Tajo, ocupando regiones como Salamanca, Ávila, Cáceres, parte de la provincia de Toledo y Zamora. Por otro lado, los carpetanos se ubicaron en las regiones de Madrid y en la meseta sur, por lo que sus dominios se extendieron hasta una parte de Toledo, Guadalajara y Cuenca, aunque se cree que también hubo influencias en la región de Ciudad Real. Los vacceos, por su parte, se ubicaron un poco más al norte, en Valladolid, Palencia, el sur de Burgos y León, así mismo llegaron a estar en el norte de Salamanca y a ocupar una buena parte de Zamora. Por otro lado, los denominados pueblos del noroeste fueron de un sustrato completamente céltico y se ubicaron en la zona de Galicia, Asturias, Cantabria y parte del País Vasco. No profundizaremos en la cantidad de nombres que se les dan a las etnias que vivieron allí, aunque son bien conocidos algunos como los galaicos, los astures y los cántabros. Por último, cabe destacar los pueblos lusitanos, los cuales se ubicaron al occidente de la península, en la región del Duero hacia la frontera con los galaicos, así como en la zona geográfica de Extremadura, Portugal, lindando con los túrdulos en el oeste y los íberos en el sur.