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Rubén Darío

Prosas profanas

Créditos

ISBN rústica: 978-84-9816-858-7.

ISBN ebook: 978-84-9953-773-3.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 9

La vida 9

Prosas profanas 9

A Carlos Vega Belgrano, afectuosamente,
este libro dedica
R. D. 11

Palabras liminares 13

Ni fructuoso ni oportuno: 13

PROSAS PROFANAS 17

Era un aire suave... 19

Divagación 22

Sonatina 28

Blasón 30

Del campo 32

Alaba los ojos negros de Julia 34

Canción de Carnaval 35

Para una cubana 38

Para la misma 39

Bouquet 40

El faisán 41

Garçonnière 43

El país del Sol 45

Margarita 46

Mía 47

Dice Mía 48

Heraldos 49

Ite, missa est 50

Coloquio de los centauros 51

Coloquio de los centauros 53

Varia 61

El poeta pregunta por Stella 63

Pórtico 64

Elogio de la seguidilla 70

El cisne 72

La página blanca 73

Año nuevo 75

Sinfonía en gris mayor 77

La Dea 79

Epitalamio bárbaro 80

Verlaine 81

Responso 83

Canto de la sangre 85

Recreaciones arqueológicas 87

I. Friso 89

II. Palimpsesto 91

El reino interior 95

El reino interior 97

Cosas del Cid 100

Dezires, layes y canciones 103

Dezir 105

Otro dezir 107

Lay 109

Canción 110

Que el amor no admite cuerdas reflexiones 112

Loor 113

Copla esparça 115

Las ánforas de Epicuro 117

La espiga 119

La fuente 120

Palabras de la satiresa 121

La anciana 122

Ama tu ritmo... 123

A los poetas risueños 124

La hoja de oro 125

Marina 126

Syrinx / Dafne 127

La gitanilla 128

A Maestre Gonzalo de Berceo 129

Alma mía 130

Yo persigo una forma... 131

Libros a la carta 133

Brevísima presentación

La vida

García Sarmiento, Felix Rubén (Rubén Darío) (San Pedro de Metapa, 1867-1916), Nicaragua.

Era hijo de Manuel García y Rosa Sarmiento, nació el 18 de enero de 1867. En 1881 escribió artículos para el periódico político La Verdad y poco después se fue a El Salvador y dio clases de gramática.

Regresó a Nicaragua en 1883 y hacia 1890 se casó en El Salvador con Rafaela Contreras, con la que tuvo un hijo, Rubén Darío Contreras. Ésta murió en 1893 y ese mismo año se casó con Rosario Murillo.

En 1892 Darío viajó a España, en nombre del gobierno de Nicaragua, para la celebración del 400 aniversario de la conquista de América. Un año más tarde, en 1893, empezó su carrera como diplomático en América y Europa y conoció en Madrid a Francisca Sánchez, quien fue por mucho tiempo su inspiración.

Durante años recorrió Europa enviado por el periódico La Nación. Volvió a Nicaragua en 1907 y fue recibido con honores y nombrado ministro residente en España. Vivió otra vez en Europa hasta 1915, año en que regresó a América invitado por el presidente de Guatemala.

Murió el 6 febrero de 1916 en Nicaragua.

Prosas profanas

Tras el período chileno (1886-1889) con Azul..., vine el centroamericano (1889-1993). Darío escribe entonces los poemas que serán incluidos en una obra de gran importancia para el modernismo: Prosas profanas. Sobre este libro Rubén Darío escribió en su Autobiografía:

Prosas profanas, cuya sencillez y poca complicación se pueden apreciar hoy, causaron al aparecer, primero en periódicos y después en libro, gran escándalo entre los seguidores de la tradición y del dogma académico; y no escasearon los ataques y las censuras y mucho, menos las bravas defensas de impertérritos y decididos soldados de nuestra naciente reforma. Muchos de los contrarios se sorprendieron hasta del título del libro, olvidando las prosas latinas de la Iglesia, seguidas por Mallarmé en la dedicada al Des Esseint de Huysmans; y sobre todo, las que hizo en roman paladino, uno de los primitivos de la castellana lírica. José Enrique Rodó explicó y Remy de Gourmont me había manifestado ya respecto a dicho título, en una carta: C’est une trouvaille. De todas esas poesías ha hecho el autor de Motivos de Proteo una encantadora exégesis.

A Carlos Vega Belgrano, afectuosamente,
este libro dedica
R. D.

Palabras liminares

Después de Azul... después de Los raros, voces insinuantes, buena y mala intención, entusiasmo sonoro y envidia subterránea —todo bella cosecha— solicitaron lo que, en conciencia, no he creído fructuoso ni oportuno: un manifiesto.

Ni fructuoso ni oportuno:

a) Por la absoluta falta de elevación mental de la mayoría pensante de nuestro continente, en la cual impera el universal personaje clasificado por Remy de Gourmont con el nombre de Celui-qui-ne-comprend-pas. Celui-qui-ne-comprend-pas es entre nosotros profesor, académico correspondiente de la Real Academia Española, periodista, abogado, poeta rastaquouer.

b) Porque la obra colectiva de los nuevos de América es aún vana, estando muchos de los mejores talentos en el limbo de un completo desconocimiento del mismo Arte a que se consagran.

c) Porque proclamando, como proclamo, una estética acrática, la imposición de un modelo o de un código, implicaría una contradicción.

Yo no tengo literatura «mía» —como lo ha manifestado una magistral autoridad—, para marcar el rumbo de los demás: mi literatura es mía en mí; quien siga servilmente mis huellas perderá su tesoro personal y, paje o esclavo, no podrá ocultar sello o librea. Wagner a Augusta Holmes, su discípula, le dijo un día: «lo primero, no imitar a nadie, y sobre todo, a mí». Gran decir.

•••

Yo he dicho, en la misa rosa de mi juventud, mis antífonas, mis secuencias, mis profanas prosas. Tiempo y menos fatigas de alma y corazón me han hecho falta, para, como un buen monje artífice, hacer mis mayúsculas dignas de cada página del breviario. (A través de los fuegos divinos de las vidrieras historiadas, me río del viento que sopla afuera, del mal que pasa.) Tocad, campanas de oro, campanas de plata, tocad todos los días llamándome a la fiesta en que brillan los ojos de fuego, y las rosas de las bocas sangran delicias únicas. Mi órgano es un viejo clavicordio pompadour, al son del cual danzaron sus gavotas alegres abuelos; y el perfume de tu pecho es mi perfume, eterno incensario de carne, Varona inmortal, flor de mi costilla.

Hombre soy.

•••

¿Hay en mi sangre alguna gota de sangre de África, o de indio chorotega o nagrandano? Pudiera ser, a despecho de mis manos de marqués: mas he aquí que veréis en mis versos princesas, reyes, cosas imperiales, visiones de países lejanos o imposibles: ¡qué queréis!, yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer; y a un presidente de República no podré saludarle en el idioma en que te cantaría a ti, ¡oh Halagabal! de cuya corte —oro, seda, mármol— me acuerdo en sueños...

(Si hay poesía en nuestra América ella está en las cosas viejas, en Palenke y Utatlán, en el indio legendario, y el inca sensual y fino, y en el gran Moctezuma de la silla de oro. Lo demás es tuyo, demócrata Walt Whitman.)

Buenos Aires: Cosmópolis.

¡Y mañana!

•••

El abuelo español de barba blanca me señala una serie de retratos ilustres: «Este, me dice, es el gran don Miguel de Cervantes Saavedra, genio y manco; este es Lope de Vega, este Garcilaso, este Quintana». Yo le pregunto por el noble Gracián, por Teresa la Santa, por el bravo Góngora y el más fuerte de todos, don Francisco de Quevedo y Villegas. Después exclamo: ¡Shakespeare! ¡Dante! ¡Hugo!... (Y en mi interior: ¡Verlaine...!)

Luego, al despedirme: «Abuelo, preciso es decíroslo: mi esposa es de mi tierra; mi querida, de París».

•••

¿Y la cuestión métrica? ¿Y el ritmo?

Como cada palabra tiene una alma, hay en cada verso, además de la armonía verbal, una melodía ideal. La música es solo de la idea, muchas veces.

•••

La gritería de trescientas ocas no te impedirá, silvano, tocar tu encantadora flauta, con tal de que tu amigo el ruiseñor esté contento de tu melodía. Cuando él no esté para escucharte, cierra los ojos y toca para los habitantes de tu reino interior. ¡Oh pueblo de desnudas ninfas, de rosadas reinas, de amorosas diosas!

Cae a tus pies una rosa, otra rosa, otra rosa. ¡Y besos!

•••

Y, la primera ley, creador: crear. Bufe el eunuco; cuando una musa te dé un hijo, queden las otras ocho encinta.

R. D.